M. Luz Gómez
Que uno no sea un habitué de la lectura o de los espacios en los que se agita la cultura, no significa que sea tan ingenuo como para pensar (tal como lo creen algunos medios) que la figura de Vargas Llosa en la Feria del Libro es un mero evento cultural sobre el cual un grupito de intelectuales reaccionarios debate. La cuestión va mucho más allá y salta a la vista no el trasfondo sino el hecho político que en sí constituye la presencia del escritor peruano en nuestro país.
Por más que la historia de los `60 distorsione su imagen, Vargas Llosa no viene inocentemente como “escritor” a hablar de su obra ni de literatura… viene como “político”, con lineamientos e intenciones concretas. Militante converso de la derecha, defensor acérrimo de las políticas neoliberales que tanto daño hicieron, este personaje que ve en Berlusconi a un “subestimado caudillo democrático de un instinto político extraordinario” y en Obama a "todo un intelectual", viene no solo a darnos lecciones de esa “democracia” que tanto bien le hizo al mercado para que la epidemia del populismo no termine por consumirnos, sino también a legitimar (casualmente en pleno año electoral) una oposición nefasta y a reunirse (casualmente en Argentina, uno de los países latinoamericanos que mejor ha sabido llevar adelante el proyecto nacional y popular) con los integrantes de extrema derecha de The Mont Pelerin.
Y no es su ideología lo que molesta tanto, tampoco sus reuniones o comentarios, es más: bienvenido sea el debate político-cultural (como ya dijeron varios); lo que verdaderamente molesta y hasta indigna es que tenga el descaro de hablar de “libertades perdidas o en peligro”. Justamente él que libremente llega a nuestro país y menoscaba a los escritores argentinos, libremente bastardea al gobierno y a la presidenta, libremente dice lo que supuestamente le prohíben, libremente se reúne con opositores y reaccionarios al proyecto latinoamericano, libremente aparece en todos y cada uno de los medios de comunicación, y libremente se va como víctima de la censura. ¿De qué habla este señor cuando se refiere a la “falta de libertad de expresión”? ¿Acaso se olvida de esos escritores que fueron censurados y desaparecidos por las dictaduras militares y por los cuales el supo una vez apelar? ¿Cuál es peligro que corre hoy nuestra libertad?
Contrario a este funesto espectáculo, lo que sí fue censurado y transfigurado fue la respuesta con la que varios intelectuales argentinos supieron defender y llevar adelante este debate. Una lección de “libertad” que dudamos Vargas Llosa haya aprendido.
Río de Palabras 45, 21 – 04 – 11
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