domingo, 17 de abril de 2011

El guerrillero poeta

Viviana Demaría y José Figueroa

Cada 19 de abril se conmemora el Día del Aborigen Americano que reivindica en todo el continente los Derechos de los Pueblos Originarios. Lo cierto es que, en tiempos que se pretenden multiculturales, aún queda mucho por hacer.

En nuestra historia de la Independencia los pueblos originarios dieron muestras de hermandad, valor y entrega a los ideales revolucionarios. Una historia que da muestras de ello fue la del joven indio Juan Huallparrimachi. Su corta e intensa vida lo convirtió en uno de los personajes más apasionantes de las guerras de independencia.

Se dice que su linaje tenía una rama aristocrática, que su padre era Francisco de Paula Sanz, un hombre que había sido gobernante-intendente de Potosí y que deslumbrado por la belleza de María Sauraura – una muchacha descendiente de la familia real incásica – se unió a ella y de esa relación nació Juan. Otra historia cuenta que había sido entregado al matrimonio Padilla para que lo criaran. También que Juana Azurduy y Manuel Ascensio Padilla fueron sus padres adoptivos.

De todos modos, todas las historias confluyen en lo mismo: el joven formó parte de las huestes de los Padilla al mando de un regimiento de honderos indígenas para luchar contra el avance realista.

El Guerrero
Cuenta la historia que en una emboscada Manuel Ascencio había caído prisionero de los realistas. Juana y Juan habían quedado solos, sin otro ejército que sus propios cuerpos, su coraje y su valor. Con esas armas iban tras los pasos del grupo que había tomado a Manuel como prisionero. De pronto, corriendo y gritando entre la maleza, cual si estuvieran abriéndole paso a la llegada de un gran ejército, Juana y Juan atacaron al campamento realista. Los confundidos soldados que estaban a punto de ejecutar a Manuel se llenaron de temor y sólo atinaron a salir corriendo para salvar su vida y así lograron rescatar a Manuel del momento final.

El Poeta
El joven Juan tenía su corazón lleno de amor. Amor por su amada, amor por su tierra y amor por la naturaleza. Palabras que recitaba o luego musicalizaba y le daban algo de sosiego a su vida urgente.

“Luz que me despiertas cada mañana” dice así:

Leer todo el artículo
Luz que me despiertas en cada mañana,
con la sonrisa rosada de otra aurora que llega,
y, muy despacio, va dorando el cielo,
mientras un sol madrugador, entibia
del aire la caricia...
Mañanera, suave brisa,
si está mi amada despierta,
llévale este hato de besos,
que en mi boca tengo presos.
En cuanto llegas, amigo sol,
lo que la noche esfuma con su oscuridad,
se llena de vida, luz y color.
¡Buen día, Apu-lnti! ¡Buen día, mi Dios-Sol!
No te vuelvas ardiente,
no la hieras quemante.
Sé bueno, tus rayos entibia.
Torna tu luz tan suave,
que hasta su rostro llegue,
cual tímida caricia, como ese beso leve,
¡que mis labios ansiosos,
a darle no se atreven!
¡Apu-Inti, del mundo todas las maravillas
con ti despiertan y ellas son mis amigas!
¡Buenos días, aurora clara!
¡Buenos días, quieta montaña!
¡Al sol, toda de oro, y en la noche, de plata!
Buen día, cielo limpio con sol recién nacido,
pasto flor, río calmo, arroyo cristalino...
A ti arroyo, te hablo:
corriente de agua clara, tú que copias su imagen
y la llenas de besos, cuando la baña tu agua,
¿No te das cuenta cuán feliz eres?
Hoy otro día nace, donde todo está riente,
Y como todo es un sueño dichoso y transparente,
mi alma enamorada le envía su saludo.
Se ha dormido mi pena. Se la llevó la noche.
¡Al arribo del día mi dolor queda mudo!"


Luchaba, escribía, amaba, soñaba. Y así transcurría la vida de este joven descendiente de Inca, enamorado del amor y de la vida. Hasta que un día ofrendó la suya propia por la grandeza de la patria. El 2 de agosto de 1814, en el cerro de las Carretas, una lanza atravesó su corazón enamorado. Dicen que esa lanza iba destinada al cuerpo bravío de Juana que en ese momento combatía a brazo partido contra los realistas.

La Quinta Pata, 17 – 04 – 11

La Quinta Pata

No hay comentarios :

Publicar un comentario