domingo, 3 de abril de 2011

Honor, honor

Viviana Demaría y José Figueroa

“Es imprescindible que los hombres y mujeres que tenemos responsabilidades institucionales aprendamos el duro aprendizaje de poder diferenciar las cosas y saber comprender que la patria y sus derechos están por sobre toda otra cualquier circunstancia"
CFK, 02 de abril de 2011

La muerte es irrepresentable. No hay lugar en la subjetividad humana desde dónde pueda asentarse la idea de la no existencia.

Ni para los más viejos, ni para los recién llegados. Cuánto menos aún para aquellos a los que nos hemos cansado de repetirles que tienen toda la vida por delante.

La historia de los últimos cincuenta años de nuestro país está escrita sobre los cuerpos juveniles. Y hoy, 29 años después, se vuelve imprescindible envolver con palabras, al modo de mortaja humanizante, los restos de nuestros chicos de la guerra.

Perdón
"Combatientes de Malvinas, señores oficiales, suboficiales y soldados: perdón y muchas gracias por lo que hicieron por la patria", dijo en 2006 Néstor Kirchner.

Y no fue NK como hombre, como singular, o como ciudadano. Lo dijo como presidente de los argentinos. Y ese lugar no es cualquiera. Desde ese lugar habla el estado nacional. Allí reside la voz de la sociedad argentina. Es quien ha sido investido con el honor de dirigir los destinos de la nación quien se vuelve portavoz de los ciudadanos. Y así como hubo tiempos en que quienes tenían a su cargo la función de conducir la nación y solo usaron sus recursos para su beneficio, fueron crueles con sus semejantes, y no hubo más que noche para los que habían regresado del horror de la guerra; también hubo alguien que habló a tiempo en nombre de los que fuimos beneficiarios de la libertad que se derramó luego de que ellos lucharan en aquel paisaje imposible.

Allá
Abrir los ojos de madrugada, oscura y fría. Dentro de la trinchera un olor que se vuelve maravilloso porque da cuenta de que hay aun otros seres humanos alrededor. Olor que en los sentidos puede transformarse en calor en los instantes en que hay que pensar en otra cosa para no sentir hambre. Entonces se vuelve consuelo y compañía.
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Si los sonidos no son los disparos o los gritos distantes de los soldados, es el viento insoportable. Todos ellos conducen a la certeza de la muerte. Propia o compañera. En definitiva, muerte colimba.

Las balas, se sabe, tienen destinatarios.

Los estaqueamientos también.

Al final, juntar los cuerpos de los compañeros, escucharse el ruido de las tripas, sentarse todos juntos bajo la mirada del enemigo. Esperar el regreso sin gloria y hacia adelante, el vacío.

Acá
El silencio. Campo de Mayo. Su ruta.

No hubo palabras allí. Y si las hubo, no fueron las más felices. Angustia, quiénes somos, qué somos, qué representamos para esta gente. ¡¡Pero si nosotros les mandábamos comida!! No funcionaban, las armas no funcionaban. El desencuentro y la incomprensión de todotodotodo, de lo de allá, lo de acá, las preguntas, los sinsentidos, las frustraciones, emergían de forma incontenible.

El regreso no es sólo del cuerpo. Otro aspecto tarda en volver a apropiarse de lo que había quedado aquí.

¿Quién tocaba esa guitarra que estaba sobre la cama de la pieza? ¿Qué voz cantaba las canciones de amor?

Tenían que aprender a decir como dijo Silvio: Te doy una canción con mis dos manos, con las mismas de matar.

Y no siempre fue posible pensarse nuevamente.

Porque ya no eran los mismos. Porque aquí ya no era lo mismo. Porque ellos fueron los depositarios de todo el dolor de la Patria.

Y ya no hubo trabajo, ni estudios, ni amor que les fuera permitido.

Paredón y después
La tierra de las islas cubren los cuerpos de 649 combatientes. El continente se tragó más de 450 vidas. Casi esfumadas en el aire porque si la muerte es irrepresentable, la muerte por mano propia se vuelve un fantasma innombrable.

Por eso esta vez vamos a llenar de palabras la historia y vamos a llamar a las cosas por su nombre. Como herederos que somos de un pasado glorioso, reconocemos en los ex combatientes de Malvinas a nuestros héroes contemporáneos.

Esperamos que las vidas que hemos llevado adelante, con nuestras vicisitudes y limitaciones, sean dignas de honrar el sacrificio que ellos hicieron por nuestra nación.

Nuestro compromiso es, de la mano de la política y de una vez y para siempre, recuperar la tierra donde descansan los muertos de nuestra felicidad.

La Quinta Pata, 03 – 04 – 11

La Quinta Pata

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