Matías Perdomo Larrea
Es el nombre con el que la calle argentina designa al ignoto, tan anónimo como común. El apellido lo comparte con el candidato a gobernador que el Partido Justicialista de Mendoza, monitoreado por el armado político presidencial, designó para competir en octubre. El candidato, desconocido por ahora por las grandes masas, provocó un alud de viscerales reacciones en un sector que se atribuye representar al kirchnerismo en nuestra provincia pero que se cita, comunica y hasta discute por la web, lejos del vínculo social generado por el contacto de los cuerpos, votos.
Sin embargo, no se oyen réplicas a que aceptar jugar con el reglamento del aparato y el manual de la ortodoxia, si no lo asegura, al menos buchonea un mal negocio. Pues se parte chueco. Someterse a la decisión de terceros, propietarios del sistema y con reconocida opinión vinculante más allá del porte, no deja lugar al llanto. La obra de dios de Sancho, en ese caso, tiene mayor legitimidad. Y dignidad.
Una vez apartados y ninguneados, el choque contra la cruda realidad a unos enloquece, a otros desenmascara, pero a los más debiera estimular, en pose autocrítica, a pensar y (sobre todo) actuar tras una posible construcción colectiva que acelere la instalación del proyecto nacional. Esa meta requiere distanciarse de la burbuja de los claustros y los lobbies. Esa meta necesita mayor identificación con el sentir popular y alejamiento con el quehacer clasemediero pequebú disconforme. ¡Mierda! Para eso están los radicales y la izquierda paleolítica.
Transitar ese camino implica reconocer que aún es poco lo importado del proyecto iniciado en 2003, más allá de sobreentender que el gobierno de Jaque no ha sido peor que el de Cobos o Iglesias. Que hay que trabajar más y rosquear menos, porque en las roscas se perderá. O, en todo caso, preparar a la entusiasta juventud pos mortem para imponerse “por adentro”, con lección callejera. Pues el ir “por afuera” es una apuesta a la intemperie del poder, incómoda y antinatural para el peronismo. Inconsistente e inconveniente per se.
La campaña está cantada y la pequeña progresía mendocina centrará su atención en el cuidado del agua. Uno de los retos del espacio K será equilibrar la tensión social generada en torno a la explotación de los recursos naturales. Nicho (con razones) de la opo de izquierda y derecha, resulta necesario invitar a que el peronismo no esquive el bulto del debate, sobre todo desde el aspecto del desfalco económico, cuestión que omiten tanto la diatriba ambientalista como el siempre tibio discurso radical. Pero que prejuzgan dibujada sobre la frente de “Paco”. Y de Cristina.
Río de Palabras 45, 21 – 04 – 11
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