domingo, 10 de abril de 2011

Noticias

Sergio Peralta
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“Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos. Sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”.
José Saramago

Cuando los ciudadanos tienen un perfil esencialmente de consumidor, las noticias dejan de ser eso y pasan a ser un producto vendible. Empiezan a ser construidas de manera arbitraria y responden a los intereses de los dueños de los medios. Pasa a ser un fragmento amañado de la realidad y considerador relevante solo cuando se puede vender.

Si los intereses de los dueños de los medios se ven ligeramente rozados el contenido de la noticia es manejado, reinterpretado y el “adversario” comienza a ser estigmatizado y generalmente se encuentra enredado en una madeja que lo arrastra al fango más hediondo. El consumo de este tipo de información produce una construcción del relato ligado al consumo, a la banalización de contenidos. El espectador es el “voyeur” que asume el papel pasivo de todo cuanto ingresa a su inconsciente; los diarios gastan columnas en el cuento de hadas que fue la boda de tal o si el famoso conductor de bailando por un caño está soltero o si recorre Europa de la mano de una gorila en celo.

Los supuestos canales de documentales pueden explicar las 10 maneras de matar a Bin Laden, y esto no es una metáfora, ya que el canal History dedicó un programa especial a detallar las distintas formas que se podrían utilizar para asesinarlo. Otro canal, Discovery, hace referencia a que Alaska es una tierra de valientes que toman decisiones, que a veces, son por lo menos cuestionables, pero aún así es bueno tomarlas y entre medio aparece la figura de su tristemente célebre ex gobernadora Sarah Palin. Otro ilustre canal documentalista, NatGeo, se encarga de mostrar el interior de las cárceles americanas y en donde casualmente se ven negros, hispanos, asiáticos y demás lacras que cohabitan el suelo del todo es posible.

Si pasamos a la producción local, aparecen en primer plano de la decadencia los llamados programas sobre espectáculos, rozan lo oligofrénico, personajes que se pelean para saber quién es el que la “tiene” más chiquita, groserías, mal trato de la mujer reduciéndola a un objeto pasible de burla. Siguen los noticieros que se encargan de destruir la profesión. La audiencia no cree lo que escucha y muchas tampoco lo que ve. Mienten descaradamente, con cara de culo, dicen defender la libertad de expresión. Y hoy, como nunca se puede decir cualquier barbaridad sin restricciones. En todo caso la prohibición de hablar sobre algunos temas sale de la oficina del director editorial de los medios privados, claro privados de toda libertad de expresión.

Un servicio de noticias que respete la identidad del otro, que no le asigne un rol de mero consumidor, que piense que detrás de conflictos como las tomas de tierras existen personas que sufren, que son víctimas. Un servicio de operadores de canales de cable que piensen que además de ganar plata se puede ganar en calidad de contenidos y dejar de lado la ignorancia supina que impide la libre elección de sus asociados.

Estas y muchas, demasiadas más, son las deudas que el mal llamado cuarto poder le debe a la república; hoy es un poder de cuarta, mezquino y sectorial que genera vergüenza propia y ajena.

*Los Barriales

La Quinta Pata, 10 – 04 – 11

La Quinta Pata

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