Soledad Gil
Resulta a veces difícil, introducir un debate acerca de la necesidad de comenzar a construir un lenguaje no sexista, inclusivo y anti-discriminatorio.
Se escucha cotidianamente que nuestro lenguaje es muy rico. Es, en esa riqueza, en la que radica esta posibilidad de construcción.
En líneas generales, podemos afirmar que, el lenguaje al constituir el orden de lo simbólico, impacta directamente en nuestras configuraciones y visiones del mundo. Por ello mismo influye, y en cierta forma, determina nuestras acciones.
Desde un punto de vista contrario, también son nuestras acciones, experiencias y posiciones en el mundo las que determinan la elección de las palabras.
En consecuencia, el lenguaje no es neutral sino que, por el contrario, cada elección discursiva implica ideología y por tanto, toma de posición.
Estamos acostumbrados y acostumbradas a hablar y/o escribir utilizando palabras en género masculino. Nos han enseñado que las palabras con ese género tienen un rol “universalista”, “generalista”. Es decir, las mujeres deberíamos sentirnos incluidas e interpeladas en un discurso expresado en masculino. ¿Por qué? ¿Acaso los varones se sentirían incluidos e interpelados en un discurso expresado en femenino?
La explicación está en que nuestra sociedad se asienta en los valores del patriarcado. Es decir, históricamente, ha sido pensada por y para varones. Asimismo, vale aclarar, que estos son blancos, burgueses y propietarios. Las mujeres, los varones no propietarios, migrantes, niños, jóvenes, adultos y adultas mayores, integrantes de pueblos originarios, personas con discapacidad, quedan fuera. Son excluidos/as. Desde este lugar, a veces sin darnos cuenta y otras intencionalmente, hablamos. Usamos las palabras y construimos discursos que configuran sentidos que refuerzan discriminaciones, inequidades y exclusiones.
Por esto, la importancia de reflexionar y pensar acerca un lenguaje no sexista e inclusivo. La propuesta no implica solo hablar y escribir palabras con los dos géneros, sino también, elegir a la hora de construir sentidos, aquellas palabras que den cuenta, lo más que se pueda, de la diversidad y de la pluralidad que nos rodea.
En este punto, hay que decir que si somos conscientes de que, las palabras y el lenguaje que utilizamos conllevan un posicionamiento ideológico y también político, lo primero a definir es desde dónde vamos a comunicarnos y con qué intención.
En relación a los medios de comunicación, esto resulta fundamental dada la llegada y el rol que tienen en la sociedad actual. También, en nuestra vida cotidiana, tenemos que estar atentas y atentos. Es una forma más de contribuir a la construcción de una sociedad equitativa desde el punto de vista del género y desde la diversidad en todas sus manifestaciones.
Río de Palabras 44, 07 – 04 – 11
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