Sebastián Moro
Las pre-internas presidenciales de la derecha peronista en la ciudad de Buenos Aires mostraron quiénes, en qué grado y con qué legitimidad apoyan la plataforma restauradora del neoliberalismo económico, la represión social y el vasallaje cultural. Todos procesos aún en trance de ser definitivamente transformados por una sociedad amplia, diversa, distinta a partir del surgimiento del kirchnerismo en la vida política nacional. Kirchnerismo que por propagador y aglutinante de profundos cambios contra hegemónicos es configurado por el poder mediático (que hoy ordena a la “clase política” y no ya a la “opinión pública”) como el nuevo demonio a exterminar porque dicha bestia pop está dispuesta a recuperar lo propio, lo público y a rediscutir intereses reales y colectivos. El armado gorila del General Magnetto es claramente plural: abarca tanto a las fuerzas rancias de los entregadores justicialistas de la dictadura cívico-militar y de la continuidad democrática con sus replicantes capitalistas y sindicales, como al radicalismo quebrado, al progresismo de celuloide (devenido en ruralismo) y a la izquierda antipopular.
Además de los inflados números del electorado del peronismo federal (a partir de la trampa comicial de Chubut, que parece hacer escuela en esas huestes), según los cuales casi cuatro fachos por minuto/urna cargaban su voto a título de los señores feudales, las imágenes capitalinas revelaron más que pertenencias de otra época, adscripciones a otra era geológica, pre-humana quizás. Manadas de dinosaurios sup 70 (que lo son por mentalidad no por edad) elegían el domingo entre Duhalde y Rodríguez Saá. Mañana lo harán por Macri, Cobos o Sanz, cualquiera que mejor preserve la tiranía divina y la propiedad privada. “Todos unidos combatiendo los derechos humanos”, es la consigna para pisotear las mil flores.
Pero no todo resta para la entelequia opositora. En los pabellones de “Lesa” de los penales de Campo de Mayo y Marcos Paz, donde cumplen condena más de 200 genocidas, un grupo de criminales como Astiz, Bignone, von Wernich, Patti y Etchecolatz insiste con el derecho a votar por sus autoproclamados libertadores. Acicateados por Abel Posse, Cecilia Pando y Claudia Rucci, los dinosaurios reniegan la extinción tumbándose entre Duhalde y Rodríguez Saá.
Justamente en San Luis, republiqueta colonizada por el Opus Dei y los negociados de Saá Hnos SA, en marzo pasado fue detenido el coronel Nedo Otto Cardarelli, prófugo de la justicia por su accionar en la represión entre 1976 y 1980 al frente del CCD “La Casita” del gigantesco centro de desaparición que fue Campo de Mayo. Varios funcionarios provinciales visitaban a Cardarelli en su “refugio” mercedino. Así, los escuderos “federales” se aseguran otro voto para su exigua base electoral de octubre. Base que no es más que militar.
Río de Palabras 44, 10 – 04 – 11
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