Alfredo Saavedra
Fue en los noticieros de televisión donde, la semana pasada, se convirtió en lugar común el equívoco de confundir los nombres del presidente Obama, con el del asesinado líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, en situación embarazosa para algunos de los anunciantes y de mordaz hilaridad para otros.
Como sea, no sería la primera vez en ocurrir dicho impromptu, para desaliento del gobernante estadounidense, que ya bastante ha tenido en las últimas semanas, luego de ser humillado por el excéntrico multimillonario Donald Trump, quien lo obligó a producir en forma pública su certificado de nacimiento, tras del emplazamiento de Trump poniendo en duda la calidad de “americano” del gobernante.
Pero ese incidente quedó eclipsado con la operación ilegal del comando estadounidense que llegó a matar al legendario jefe de Al Qaeda, al sorprenderlo en momentos en que estaría engendrando a su 144avo hijo, con una de sus varias mujeres que, según los primeros informes caería acribillada al tratar de defender a su ya a punto de ser ultimado marido. El operativo se efectuó la noche del 2 de mayo sobre una mansión ocupada por Bin Laden, en la población de Abbottabad, en Pakistán con la participación de 79 comandos, 2 helicópteros tipo Chinook, dos más sobrevolando en apoyo, en una incursión en apariencia sin la autorización del gobierno pakistaní.
El operativo fue resultado de preparativos de la CIA por más de cinco años, mediante logística que comprendió la tortura de varios musulmanes, en método que el martes se apresuró a celebrar el ex presidente Dick Cheney al declarar a la prensa que la efectividad de ese método quedó nuevamente demostrada con el éxito de la operación del comando de la marina estadounidense, que violó la soberanía de Pakistán para dar muerte a Bin Laden, quien fue ultimado en su clandestina residencia próxima a un enclave militar en ese país.
Al dar noticia sobre el suceso, el martes, la Casa Blanca entró en un proceso de contradicciones que convirtieron la noticia en una secuencia de afirmaciones y desmentidos. El propio presidente Obama dio la noticia de la ejecución, dando la impresión por su semblante de que disfrutaba el momento, tal vez por lo que se interpretó como satisfacción de vindicar a las víctimas del ataque a las torres gemelas en Nueva York, donde perecieron cerca de 3 mil personas. Ese hecho fue atribuido de forma consistente al grupo de Al Qaeda, aunque su líder Bin Laden declararía la tarde de ese suceso, 11 de septiembre del 2001, que nada tenía que ver con el atentado.
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