Fue en Jocolí, cerca del límite con San Juan; aprovecharon la muerte de un campesino para pretender sostener que el lugar estaba abandonado. Además con una desproporcionada cantidad de obreros corrieron su límite 5 kilómetros más al sur dejando el predio dentro. La familia campesina instaló una carpa en el lugar con el apoyo de la comunidad y el movimiento. Desde la fiscalía se amenaza con imputar a los campesinos por usurpadores.
El empresario, Antonio José Marchal, un millonario español que “quiere desarrollar allí el emprendimiento olivícola más grande del mundo por una cuestión de desafío personal”. Para ello se está apropiando de campos y por sobre todo de vertientes y acuíferos. En el lugar ya tiene 32 mil hectáreas, aunque luego de esta acción ya en la página web de la empresa hablan de 38 mil. El establecimiento conocido como finca Doña Carmen, con cerca de 2000 mil hectáreas de olivares, ubicados en el pedemonte, sin estudios serios de impacto ambiental, utilizando el agua de las vertientes y napas de agua justo en la naciente.
José Celestino Sarmiento se instaló en esa zona en el año 1944, y en ese campo se criaron sus hijos, entre otros José, Pablo, Juan y Martín. Fueron instalando viviendas en distintos puntos del campo para facilitar el manejo de los animales y los cuidados de las mejoras que se fueron haciendo. Represas, corrales, aguadas, etc. Al morir los padres quien quedó en la casa paterna fue José uno de los hijo que falleció a fines del año pasado.
Desde entonces ese punto del campo (que siempre fue lugar de parada de los arrieros y animales) es cuidado por distintos miembros de la familia.
Hace unos quince días, la empresa Argenceres S.A de la cual Antonio José Marchal es presidente, aunque a su vez hay varias empresas más con sellos locales que le pertenecen, comenzó a realizar daños y a correr su límite hacia el campo de los campesinos. Los campesinos hicieron varias denuncias en la policía de las cuales hay constancias.
El martes 24 de mayo, cuando volvían del pueblo se encontraron con toda la vivienda destruida, las piletas de agua y un pequeño galpón de acopio de forraje también destruido. Había rastros de cargadoras y topadoras. Y había un alambrado que avanzaba envolviendo al puesto.
Por la mañana del 25 de mayo el oficial ayudante Cristian Gatica no quiso tomarles la denuncia luego de hacerlos esperar dos horas en la sub comisaría el porvenir.
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