María Luz Gómez
Cuando uno ve las imágenes de los últimos acontecimientos en Europa es inevitable que no aparezcan los fantasmas de aquel convulsivo y triste 2001 argentino. Y es verdad que cuando uno repara en esos miles de jóvenes que protestan en la calle por un cambio político y económico radical, cuando uno escucha que ya son más del 43% los jóvenes españoles que se encuentran desocupados, más del 39% los jóvenes griegos, cuando el discurso que se repite es basta de robo, corrupción, privatización, injusticia, mentira…duele. Duele porque la identificación es casi inevitable. Nosotros también dijimos basta cansados de pedir laburo, educación, un espacio donde construir futuro… y también éramos tan jóvenes como ellos cuando salimos a la calle, descreídos y cansados de la politiquería, a pedir que se vayan todos.
Pero esos fantasmas aparecen y se van… Varios datos los disipan pero algunos son especialmente claves para entender qué tan distinto es el país que hoy alberga y “recupera” a los jóvenes: en Argentina, entre 2002 y 2010, el empleo total creció un 59% y el de jóvenes de entre 18 y 29 años, un 86%; este último año se anunció no solo la inversión del 6,47% del PBI en educación sino también el récord histórico de inversión en educación superior; el 2011 presenta el sistema más inclusivo de la historia del país, sistema que va mucho más allá de lo previsional y de la asignación universal (políticas verdaderamente ejemplares en lo que significa cobertura social) ya que también abarca los planes de capacitación y profesionalización laboral, de apoyo a la creación de nuevas pequeñas y medianas empresas, a la investigación y el desarrollo científico, a la cultura y los medios, entre otros tantos.
Y si tal vez estas cosas no alcanzan para reconocer el cambio, tal vez sí lo haga un último hecho: la nueva participación de “miles” de jóvenes en política… porque es innegable que los jóvenes han vuelto a ocupar un espacio central en el debate político, que quieren participar, copar espacios y discutir proyectos. Los jóvenes han retomado la lucha pero esta vez ya no para exigir el cambio sino para acompañarlo; y esto no se ha dado por mera inercia colectiva sino porque hay una presidenta que dice “los jóvenes son el presente, el aquí y ahora” y actúa en base a eso.
Un último dato: si en el 2001 miles de jóvenes salían a la calle gritando “que se vayan todos”, a principios de este 2011, diez años después, miles de jóvenes gritaban pidiendo la reelección.
Río de palabras 47, 22 – 05 – 11
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