Hugo De Marinis
Joaquín Pérez Becerra fue entregado por el gobierno de Venezuela a la punta de lanza del imperialismo estadounidense en América del Sur, la administración del presidente Juan Manuel Santos.
La entrega, pergeñada entre gallos y medianoche, nos dejó atónitos a quienes apoyamos sin reservas al proceso bolivariano. Se culpa a modo de justificación a una tal “derecha endógena”, al mismo mandatario colombiano o a la necesidad prioritaria de mantener serena a la fiera (léase: las relaciones diplomáticas con el agresivo vecino). Una vergüenza que no llamemos las cosas por su nombre: la extradición del director de la agencia de noticias ANNCOL a las mazmorras colombianas es una acción que riñe con la ética y bordea la complicidad homicida con un régimen en el que conviven narcotraficantes, asesinos, parapolicías y agentes de la CIA. Es un hecho consumado. Cuánto lamentamos que palabras como las del título de esta nota solo cumplan el blando papel que confiere la impotencia de no contar con medios más eficaces para contrarrestar situaciones tan bochornosas. Se trata de una verdadera injusticia. Las fuerzas nacionales y populares, progresistas y de izquierda no pueden permanecer pasivas mientras no se repare el desatino. Estar atento, actuar y reclamar, donde fuere que uno se encuentre, para que casos como el del colega periodista – acusado de terrorista al compás de preceptivas yanquis – no se apilen ni se transformen en puntos de inflexión que abran las compuertas hacia un nuevo Termidor en nuestra querida, bolivariana Venezuela.La Quinta Pata, 01 – 05 – 11
1 comentario :
Ay Huguito, Huguito... estos asuntos no son para publicarse, ¿no has reflexionado sobre el rol de los intelectuales orgánicos? A ver si te avivás, cabeza de adoquín
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