Matías Perdomo Larrea
La interna justicialista mendocina ingresó en etapa de definición y tras el proceso electoral del 29 de mayo, proclamará a Francisco Pérez como prospecto de gobernador. Pasados y olvidados los disparos de fogueo de un sector que se arroga la representatividad del kirchnerismo en Mendoza, es pertinente recordar algunas características del peronismo local.
Ante todo es preciso remarcar que aquel 50% de la rata está contenido en el actual 50% de Cristina. A partir de allí, apoyarse en el sector hegemónico cristalizado por el kirchnerismo es no solo una necesidad, sino la garantía de saberse chance. Dentro de esa porción del 50% transpolado en el tiempo, se acomodan también dirigentes de toda jerarquía, rango etario o estofa. Así encontramos ministros, secretarios y legisladores vinculados a las corporaciones eclesiástica y económica, burócratas sindicales (o directamente transas como Picco) devenidos nacionales y populares, y hasta jóvenes entusiastas formados bajo el imaginario neoliberal que gritan mucho y entienden poco, pero que de arriba y sinrazón consiguieron el premio mayor. La necesidad cosmétika es variopinta y denuncia ni más ni menos a la “patrulla perdida del menem-duhaldismo” *.
Los de mayor apego ideológico al proyecto que lidera Cristina Fernández concuerdan romántica, e ingenuamente quizá, en el tramo del qué, mientras que aquellos con ambición y costumbre en la administración del poder, se hallan del lado del cómo. Los saberes, disímiles, no son irreconciliables, pero hállanse bien distanciados. El problema consiste en que los del lugar del cómo no es que no tengan un qué, sino que lo disimulan. Latente y agazapado, lo mantienen esperando un poscristinismo con mejores condiciones objetivas.
Por ello es indispensable que el bando del qué se plantee seriamente una construcción que albergue la posibilidad de disputar el poder y ensuciarse los zapatos parece cada vez más necesario para sortear la bonita y pura etapa dialéctica. Una somera mirada retrospectiva nos señala que ese espectro está bastante mejor que años ha. Hoy se perciben numerosas organizaciones sociales, instituciones, y espacios de discusión, maduros, afines al proyecto nacional. El desafío entonces debiera ser descifrar la manera de unificar estas voluntades detrás de un horizonte que, genuino, contemple la llegada al poder. Cómo disputar el cómo.
Machacar sobre la importancia de las cualidades transformadoras de la política en los jóvenes que se acercaron tras la muerte del prócer es la garantía de conciliar lo posible y lo ideal, el cómo y el qué. Y la posibilidad para que el qué se consolide a partir ya de una generación incluida y plena de derechos. Sin tanta dependencia del cómo.
* Beto Lanatti, RdP n° 39
Río de Palabras 46, 08 – 05 – 11
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