domingo, 5 de junio de 2011

Dignidad

Viviana Demaría y José Figueroa

Desmesura ha sido el signo bajo el cual se han sucedido los acontecimientos que enlazan a Sergio Schoklender con la Fundación Madres de Plaza de Mayo y la administración de fondos para la construcción de viviendas. Desmesura en los comentarios, en las respuestas, en las defensas y en los silencios. Y es en esta línea de análisis, que consideramos pertinente traer a colación tres reflexiones y un silencio como encuadre para leer estos penosos sucesos que merecen toda nuestra atención.

En primera instancia, recurrimos a quien pudo poner en palabras el registro anímico al que nos arrojaron los hechos. Fue el senador Daniel Filmus quien, con su habitual sintonía de lo humano, dijo: "La verdad es que no conozco el detalle. Hablé con Hebe porque estuve sentado cerca de ella. Me contó la separación de Schoklender de la Fundación y me contó los argumentos. La verdad, no salgo de mi asombro”. Con sencillez expresó el sentir de muchos: sorpresa, conmoción, desconcierto. Porque si de algún lugar se esperaba el zarpazo era más bien de los ajenos, nunca por cierto de los que se arrogaban el derecho de considerarse entre los propios.

De allí que es importante traer las apreciaciones de Luis Burschtein para arrojar algo más de luz sobre este punto: “La cercanía con las Madres permitía compartir una parte irreal de ese prestigio. Muchos se les acercaron a lo largo del tiempo…para beneficiarse con esa concesión, irreal, porque la historia es de las Madres y no de los que se sacaron fotos con ellas.”

De este modo el accionar de Sergio Schoklender al acercase a Madres y obrar bajo el paraguas de ese prestigio, provoca un daño que se vuelve doblemente irreparable. En primera instancia porque aquel que recibió de las Madres el abrazo reparador que la sociedad le retaceaba como segunda oportunidad en la vida, es el mismo que con su accionar ofendió la ligazón entre los significantes Madres y Honorabilidad. En segundo lugar, porque hoy obliga a muchos – de manera desafortunada, a veces – a intentar la construcción de una defensa que atestigüe la inmaculabilidad del gobierno.
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Por eso, el tenor indignado de Mempo Giardinelli expone espacios de análisis indispensables. “Mucha gente se siente hoy desconcertada, y/o recurre a una “defensa” en mi opinión equivocada. No es negando los hechos, ni ocultándolos, ni contraatacando a los acusadores como se limpiará el asunto… La consigna pienso que debe ser: no ocultar, no silenciar, no tapar. Siempre, y solamente, la verdad nos hace libres.”

El silencio, bajo la forma de ausencia de palabra o de respuesta desmesurada, no resulta en estos momentos el mejor de los modos para defender ni a las Madres ni al Modelo. A través de estos desaciertos, los medios hegemónicos han hecho dulce con el desasosiego al que nos empujaron los acontecimientos. Y saludable hubiera sido haber recibido esta noticia de la mano de quienes trabajan en pos de desmontar los discursos inconsistentes y mentirosos que probadamente ha derramado sobre la sociedad la hegemonía mediática.

Es por ello que exponemos estos sucesos en un intento de quitar del aura de influencia de los maliciosos, el imperio sobre la crítica acerca de esta vergüenza. Repasamos los acontecimientos y nos sorprendemos en sus episodios más inquietantes; nos dolemos en sus pliegues más sensibles; nos indignamos en sus peripecias más sospechosas.

Pero en definitiva, queremos ser nosotros quienes interpelemos a los protagonistas de estos episodios; tanto a los desvergonzados como a los desafortunados, reconociendo el innegable aporte al proceso democrático que realizaron todos los organismos de derechos humanos; en especial el ícono insoslayable de las Madres de Plaza de Mayo. Ellas encarnan el ideal de justicia, ellas, la memoria viva.

Schoklender pateó la pelota al espacio de los medios. Llevó su palabra y sus justificaciones al lugar en donde los buitres construyen farándula con quienes consideran sus enemigos. Hebe tiene la responsabilidad de traer ese nuevo desatino de Sergio Schoklender al registro político. Porque es allí y solo allí donde se dimensionan las responsabilidades éticas de las acciones de esta índole. Entonces, para que estos hechos no se inscriban en el orden del escándalo sino en el espacio de la autocrítica histórica más enriquecedora, es preciso llenarlos de luz.

Por ello, de esta Hebe de Bonafini presidenta de la Asociación de Madres se requiere un gesto de coherencia y dignidad para que no se la deshonre ante la historia mediante una calumnia. Si fue estafada en su buena fe, la comprenderemos, pero su autocrítica es inexcusable.

A la rectora de la Universidad de las Madres se le reclama escucharle algo más sensato que su arrebato. Para que nos entienda…ha sido una pelotudez aquello de la “pelotudez”. Porque en este momento, quien calla, otorga; quién omite, habilita; quien evita, cede.

Por último, a la Madre Hebe no se le exige declinar en sus ideales. Sí se la exhorta a cuidar con celo materno tanto a los organismos de DDHH que ya le pertenecen al pueblo como a la alternativa política que encarna la presidenta. Néstor y Cristina fueron reconocidos por ella como sus hijos y el cuidado hacia los sueños que ellos representan merece la valentía amorosa de esa Madre que, en otros tiempos, ella supo sostener.

De Sergio Schoklender, esperamos que rinda cuentas en la justicia. No otra cosa.


La Quinta Pata, 05 – 06 – 11

La Quinta Pata

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