domingo, 17 de julio de 2011

La democracia es un campo de lucha

Alejandro Frias

A propósito del lanzamiento del volumen Glosario para el estudio de la historia contemporánea , entrevistamos a Cristian Buchrucker, coordinador del libro.

La Editorial de la Universidad Nacional de Cuyo (Ediunc) lanzó hace algunos días una obra de fundamental ayuda para todos los que sientan interés en aproximarse a la historia contemporánea, sean profesionales de las ciencias sociales o no. Se trata del Glosario para el estudio de la historia contemporánea: una aproximación analítica y comparativa , que es el resultado del trabajo de Cristian Buchrucker y un grupo de historiadores, docentes e investigadores de la Universidad Nacional de Cuyo.

Susana Dawbarn de Acosta, Carolina Ferraris, Sandra Ledda, Patricia Siriani, Mariana Díaz y Luciana Sabina conforman el grupo de la cátedra historia contemporánea de la carrera de historia que estuvo a cargo de la investigación, orientado por Cristian Buchrucker.

Este glosario contiene términos y conceptos de uso habitual en el estudio de la historia contemporánea, compilados a partir de la detección, de parte de los autores, del interés general de la gente en participar en los debates que los temas de historia y política generan. “Lo único problemático es que ese discurso tiende a verse continuamente distorsionado y vaciado por una serie de vaguedades, falacias y mitos”, aseguran, basándose en la difusión que desde comienzo de siglo han hecho figuras políticas y algunos ensayistas, masificando “pseudoargumentos agresivamente anticientíficos” que distancian a la gente de un análisis riguroso. Y ese es el espacio en el que este glosario quiere intervenir, poniendo al alcance de todos, un conjunto de términos que acotan las posibilidades de vaciamiento de los debates.
Ampliando este desafío, los autores aclaran en la nota inicial del libro: “Este pequeño glosario no puede ni quiere remplazar la obligada consulta de los diccionarios especializados”, con lo que abren el juego para que la búsqueda de argumentaciones en los debates no se deje de lado.

Anarquismo, capitalismo, constitución, elite, fascismo,
globalización o nación son algunas de las entradas del glosario, varias de las cuales echan mano a citas de trabajos específicos, además de que los autores han “prescindido de referencias demasiado detalladas para no restarle agilidad a la lectura”.

Glosario para el estudio de la historia contemporánea: una aproximación analítica y comparativa es un buen trabajo para investigadores, estudiantes, curiosos e interesados en saber qué se dice cuando se habla de historia contemporánea.

“La democracia es incompatible con el liberalismo”
A propósito de la aparición del Glosario para el estudio de la historia contemporánea , conversamos con Cristian Buchrucker, quien se explayó sobre la situación de los medios en Argentina y de la difusión de las ciencias sociales en estos.

- En la primera parte del libro exponen una clara posición sobre la difusión de la historia y explican que es justamente para delimitar algunos conceptos que nace este glosario.
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- Sí, en buena medida. Se puede decir que uno de los móviles que nos llevó a esto es un alto grado de insatisfacción respecto de los usos mediáticos y políticos de la historia. En el país, mientras que la historia seria avanza muchísimo, como cualquier otra disciplina, no se puede decir lo mismo de mucho de lo que pasa con la difusión o los usos con intenciones masivas de la historia. Hay una brecha, incluso creciente si se la compara con otras épocas. La historia de investigación seria va para un lado y lo que se difunde de parte de cierto periodismo está años luz atrasado respecto de cómo se trabaja en serio en la historia.

- ¿Cuál sería la forma de reducir esta brecha?
- Evidentemente, por un lado, una de las ventajas que tenemos para reducir esa brecha es que cada vez más gente va a la escuela secundaria, a los terciarios y a la universidad. Ya no hay, como en otras épocas, un público muy grande que no tiene otro tipo de insumos que sirvan para equilibrar lo otro. Y por otro lado, debería haber un cambio si se terminara de aplicar a fondo la ley de medios audiovisuales y al mismo tiempo hubiera una mejora considerable, que no sé cómo se produciría pero hay que producirla, en los medios gráficos. Le doy un ejemplo de cómo las cosas pueden mejorar para el gran público. No puede ser que en este país sigan teniendo columnas periodísticas en medios importantes personajes impresentables ante cualquier sociedad democrática, como es el caso del señor Mariano Grondona, porque eso es lo mismo que si yo, después de caído el régimen nazi, en la República Federal Alemana me encuentro, 10 o 20 años después, con que una de los principales gurúes del mundo de la comunicación es Goebbels. Este caso es muy obvio, aunque este señor haya hecho todo lo posible para borrar las huellas de su pasado, pero, claro, él no puede porque siempre estuvo su cara muy de frente, pero hay docenas que han hecho lo mismo. Ahora todo el mundo es democrático y quiere ser formador de opinión democrática, y eso es mentira en muchísimos casos. Entonces, tenemos también muchos problemas con la formación de las nuevas generaciones, que en algunos casos están dispuestas a esta avalancha de necedades, como eso de que el gran peligro para la democracia sería el populismo latinoamericano o fantasías como estas, y por suerte que existe el populismo latinoamericano, si no, no saldríamos nunca de la miseria conservadora y neoliberal. ¿Y quiénes instalan ese discurso? Siempre los mismos: los herederos de Martínez de Hoz, los herederos de Cavallo.

- Cuando habla de populismo latinoamericano, ¿lo hace en el mismo sentido en que lo hace Follari?
- Exactamente. Yo creo que una de las cosas que hay que empezar a hacer es moverse en la línea de identificar todo este discurso. El populismo latinoamericano simplemente son los partidos que tienen una idea más profunda de la democracia, menos superficial que la que venden los otros. Los otros quieren que haya democracia de mentiritas, de cartón pintado, y la idea del populismo es que la democracia se tiene que ver en la vida de la gente. Son dos concepciones antagónicas, y eso es algo que también tratamos de explicar en parte, o por lo menos mostrar en este glosario, eso de que este discurso de que parece que ahora todos somos democráticos es mentira. La democracia es un campo de lucha. Algunos quieren instalar la idea de una democracia castrada de todos sus efectos positivos para la vida de la gente, quieren democracia pero con políticas económicas neoliberales, y eso es destruir la democracia, porque la democracia es incompatible con el neoliberalismo, y si no, preguntémoselos a quienes decían que habían demostrado que el modelo del neoliberalismo era la democracia. Pregúntenle a Chile, pregúntenle a los estudiantes y a los obreros chilenos a ver qué opinan.

- Volviendo al tema de la difusión de la historia, ¿haría efecto la inclusión de más investigadores en los medios?
- Sería una de las maneras, pero también hay otras. Una de las luces, y de esas se necesitarían 30 por los menos, es el programa que los sábados llevan sobre política internacional Brieger y su equipo (NR: se refiere a Visión Siete Internacional, de Canal 7 TV Pública ). Ese es un programa en el que el análisis de los hechos se lleva al nivel de lo que se puede llamar conocimiento en ciencias sociales, incluyendo la historia moderna. Ahí no hay brecha entre cómo ellos plantean las cosas y cómo se trabaja, entre otras, en historia contemporánea. Pero es una mosca en la leche.

- Es una mosca en la leche por ser, justamente, una de las formas de llevar rigor a la difusión.
- Claro. La idea de que no se puede llevar rigor sale de la idea de que si usted tiene un programa televisivo, tiene que macanear, tiene que presentar mujeres desnudas, porque es la única manera en que la gente lo ve, tiene que hacer siempre chistes y presentar a un tipo como (Ricardo) Fort, etcétera. Es una idea muy de la década del noventa. Pero un programa como el de Brieger tiene mucha gente que los ve, y es un lugar en donde se habla con seriedad. Hace falta multiplicar eso, claro que tendría que haber programas para distintos temas y demás, pero donde haya mesas de debate con gente como la que aparece allí, y no estas otras pseudomesas que, bueno, ya las conocemos, para hablar de economía, ponen una mesa y después llaman a cuatro tipos todos del mismo palo ideológico, entonces a la gente con eso se la engaña.

- ¿Y qué le faltaría a la formación universitaria para acompañar este proceso del que usted habla?
- Últimamente, en la universidad se está trabajando muy seriamente a nivel científico, y en eso hemos avanzado mucho en los últimos años. Pero el problema es que la mayoría de los investigadores y docentes de la universidad no está acostumbrada a llevar sus conclusiones al gran público. Entonces, dando clases y escribiendo de vez en cuando algo está bien, pero cuando alguien los invita a una mesa, un debate, hay muchos que no se animan, que dicen que no están preparados para eso.

La Quinta Pata, 17 – 07 – 11

La Quinta Pata

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