domingo, 4 de marzo de 2012

Marzo

Rolando Lazarte

Cuando viene marzo, es inevitable. Quedó para los argentinos un recuerdo que no se puede borrar. Pero algo hemos hecho, en todos estos años, y mucho deberemos hacer, todavía, para que lo que nos quedó de recuerdos de lo que no hubiéramos querido nunca que ocurriera, se transforme definitivamente en lecciones aprendidas.
No basta acusar a los ejecutores de la matanza, ni desnudar la falsedad ideológica con que la encubrieron, disfrazándola de lucha antisubversiva y combate al comunismo. Hay que mirar al propio pueblo que apoyó y sigue apoyando las razones del genocidio. Esto no nos gusta mirar. Preferimos seguir acusando a los que ejecutaron la matanza. Esto debe ser hecho. Deben pagar sus culpas los asesinos y sus apoyadores. Pero si se mira hacia arriba, habrá que mirar hacia abajo, también, para que haya justicia, de verdad. Si no las marchas de los días de marzo en repudio al golpe, serán una triste farsa, porque no estaremos mirando hacia la gran masa de gente que, desde distintas posiciones sociales y económicas, apoyó y sigue apoyando las razones del genocidio. Esto no se puede decir en Argentina. Hay como que un pacto de silencio. Se buscan las minucias de si algún escritor famoso apoyó o no al golpe. Pero no se mira si vos lo apoyaste, vos que acusás al escritor, y no dijiste nada cuando empezaron a matar y a secuestrar y a desparecer gente a troche y moche. Nos toca mirar hacia el futuro, pero sin procesar las razones íntimas e ínfimas que posibilitaron la matanza, estará siempre el riesgo de que pueda volver a repetirse. Y de algún modo se sigue repitiendo en la actitud intolerante ante los inmigrantes que reivindican derecho a la habitación. En la matanza de militantes sociales que se repite periódicamente, con precisión. En la intolerancia argentina al diferente. Hay un totalitarismo que condena toda discrepancia, y este totalitarismo está difundido en los comportamientos cotidianos. Si no miramos eso, cada mes de marzo, repetiremos la farsa de condenar al asesino, sin condenar las raíces dentro de cada uno de nosotros, que lo hicieron posible y hacen posible aún, tanta violencia en nuestra vida diaria.

La Quinta Pata, 04 – 03 – 12

La Quinta Pata

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