domingo, 22 de abril de 2012

Ahora duro contra la inflación

Ramón Ábalo

La inflación, un fenómeno que siempre hemos padecido los argentinos, se ensaña con las economías más modestas, impacta en el humor general y se aprovecha en las usinas de lo antipopular y antinacional lanzando discursos para erosionar el perfil progre del gobierno: "Cristina no tiene altura moral para hablar de YPF", desvergonzadamente dice el cipayo Macri. Lo que se llama desestabilización de la gobernabilidad y las políticas con impacto positivo en los sectores del trabajo, de la educación, de la salud, de la cultura.

La renacionalización de YPF no ha logrado disimular la especulación que grava casi diariamente la economía hogareña. Tanto, que la misma Cristina, entre el fárrago de la recuperación petrolífera, la euforia popular y la iracundia del neoliberalismo español, debió salir a amonestar al monopolio que maneja la explotación de la yerba mate, y amenazarlo con la aplicación de la ley de abastecimiento, una herramienta jurídica-política que le permite al gobierno hasta meter preso a quienes les sea comprobado una clara acción especuladora en contra de esa economía hogareña, como la que en estos momentos se está sufriendo en esta Argentina de la exuberancia de las mieses agrarias, incluidas las vaquitas, aquellas del canto de Atahualpa.

Nada menos que la yerba, tan de la identidad argentina como el asado, el vino, las empanadas. El tango y la zamba, la tonada y la cueca menduca, la educación pública obligatoria, gratuita y laica, el fútbol para todos y el dulce de leche.

Volviendo el almanaque atrás, por allá, en el 1973/74, durante el gobierno de Alberto Martínez Baca, que había asumido la jefatura de la provincia nuestra, desde el mismo instante que entró a la casa de gobierno, fue blanco de todo el abanico de la derecha pero mucho más fuerte al interior de su propio partido, el PJ. Enarbolando muy fuertemente la bandera de la patria socialista, grito de guerra del peronismo revolucionario, aparecieron las municiones gruesas de la especulación, la inflación y el desabastecimiento. El secretario de Comercio, que fuera el entonces conocido como el Flaco Morgante (Gerónimo) tuvo que manejar el acaparamiento de la papa, tubérculo muy de la mesa de la totalidad de los hogares. No titubeó y en línea con los postulados de la defensa de los intereses populares, logró la colaboración de la militancia de la JP, la mayoría jóvenes trabajadores y estudiantiles. Con una labor previa de inteligencia, ubicó una serie de lugares, grandes galpones, donde se acumulaban las bolsas de papas que faltaban en los mercados y las verdulerías barriales. Y con la policía como fuerza, pero como ariete la fortaleza moral de los jóvenes, se incautó de prepo de la mercadería, la envió donde debía estar y mandó presos a un par de mafiosos de la especulación. Fue una decisión ejemplar, en correspondencia con los discursos electorales y ejemplo de lo que se debe hacer desde las tribunas de lo popular y nacional. Esas que suele utilizar Cristina para sus anuncios trascendentales.

La Quinta Pata, 22 – 04 – 12

La Quinta Pata

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