El martes 3 de abril en el salón de los diputados del edificio del Bicentenario, se realizó la conferencia de prensa por el lanzamiento del Frente Nacional por la Soberanía Energética (FRENASE) en Mendoza. Dicho evento contó, entre otros, con la presencia de Hugo Yasky, el secretario general de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA).
El próximo 3 de junio se cumplirán 90 años de la creación de Yacimientos Petrolíferos del Estado; casi un siglo atravesado por el orgullo de los argentinos de contar con una empresa estatal que supo ser emblema de autodeterminación y soberanía nacional hasta que el menemato neoliberal lo entregó por monedas al capital extranjero.
El modelo de la privatización arrasó YPF y otras empresas estatales y, junto con ellas, toda y cualquier posibilidad de que el Estado, otrora inversor, productor y garante, interviniese frente a la voracidad de los mercados en todos los rubros de la economía que hacen a la salvaguarda del interés público y el bien común.
El modelo neoliberal, que importaba valor agregado y vendía materia prima, se instaló destruyendo fuentes de trabajo y redujo los conceptos de democracia y ciudadanía a palabras huecas. Por eso la resistencia tuvo expresión en casi todos los ámbitos donde esa política amenazaba con arrasar cualquier vestigio de dignidad. Y por eso también las históricas puebladas en las localidades de General Mosconi, Tartagal, Cutral-Có y tantas otras, donde la extranjerización de la propiedad sobre el recurso energético abría caminos para la desocupación, la marginación y la miseria en escalas nunca antes vistas.
Mientras la Argentina fue un país en estado de recesión y ajuste permanente, con industrias paradas y millones de desocupados, el desguace energético del país hubiera pasado inadvertido si no fuera por las voces de alerta y la tenacidad resistente de organizaciones y movimientos populares.
Hoy, tras un sostenido ciclo de crecimiento económico, ese viejo modelo entró en crisis. Es la hora de discutir una salida a través de un debate público para superar el cuello de botella energético y devolverles a los argentinos un resorte estratégico para el desarrollo de un modelo productivo con base en la industrialización que no solamente remonte las lacras persistentes del neoliberalismo sino que, también, avance en términos de inclusión social, igualdad y soberanía.
Leer todo el artículoEs que la dependencia energética ya se ha tornado antagónica con los logros y cambios operados en el país desde 2003 en adelante porque, lejos de asegurar su curso ascendente, conspira a diario para impedir que este se concrete. No podrá haber igualdad, ni más distribución equitativa de las riquezas, ni posibilidad de concretar planes estratégicos, si la disponibilidad de energía continúa bajo el arbitrio del bloque de poder en el que se asocian, con diversos intereses, grandes capitales locales y extranjeros.
Tampoco se intensificará la integración con el resto de Suramérica y el Caribe si la cuestión energética y el libre acceso a los recursos naturales no se concreta mediante la asociación de los estados y los gobiernos de la región. Y esto es tanto o más urgente por el telón de fondo que significa la crisis global de la valorización financiera del capital, expresada ahora con toda crudeza en los países centrales.
Hay una carrera contrarreloj para evitar que esa crisis arrastre a las economías y a las democracias nacionales y populares y las convierta en una suerte de plan B para la voracidad de los organismos financieros mundiales. De modo que la necesidad de instalar el debate público sobre la soberanía energética se ha acelerado.
En Argentina, la pelea por la nacionalización de YPF tiene ya una larga historia, pero las condiciones actuales de nuestro país no nos pueden atar a una formula estática. Es preciso analizar y debatir los distintos caminos posibles que lleven a la soberanía energética con el objetivo de recuperar en plenitud el manejo de los hidrocarburos y otros recursos naturales con el debido respaldo de normas constitucionales y, por lo mismo, avanzar en el diseño e implementación de un mapa productivo por regiones que posibilite el desarrollo de manufacturas, industria, empleos dignos y absoluto control de los posibles impactos ambientales.
Para esta perspectiva, el papel del estado no es tan solo estratégico: se trata de una responsabilidad indelegable frente a los mercados que adquiere su verdadera significación si la ejecuta en concomitancia con la abrumadora conciencia ciudadana que clama por la inmediata recuperación del patrimonio energético nacional.
Con estas razones, y en base a la experiencia unitaria compartida recientemente en oportunidad de celebrar el 6to. Aniversario de la Derrota del ALCA en Mar del Plata, las organizaciones firmantes constituyen, a partir de la presente Declaración, el
Frente Nacional por la Soberanía Energética . Lo hacen todas ellas en un mismo plano de igualdad y con el objetivo de invitar a otras representaciones a sumarse a esta iniciativa, en base a estos principios, para promover, impulsar y elaborar democráticamente una propuesta de acción que, por fin, tendrá que ser refrendada con el concurso activo y protagónico de millares de ciudadanas y ciudadanos, con la determinación de traccionar desde la movilización y participación de los sectores populares el avance que permita recuperar la soberanía energética como política de estado.
Mendoza con soberanía energética
Las organizaciones sociales, sindicales y políticas que desde la provincia de Mendoza conformamos el Frente Nacional por la Soberanía Energética, sostenemos como objetivo primordial la recuperación y fortalecimiento del valor estratégico de los recursos energéticos, en el marco de un principio de solidaridad energética con el resto del territorio nacional.
La consideración de los recursos energéticos como un bien estratégico para el desarrollo de un país productivo, inclusivo y sustentable, es una batalla cultural y material que hay que ganarle a la lógica neoliberal, tan fuertemente instalada que ha conducido a considerar a la energía como un bien transable en el mercado internacional igual que cualquier otro, como un
commodity más. Abandonar la maximización del beneficio como único principio rector, para poner la energía al servicio del desarrollo regional y nacional con participación social amplia en la definición del rumbo político es imperativo para aspirar a la dignidad, justicia y desarrollo de nuestro pueblo.
La provincia cuenta con una matriz productiva de energía muy diversificada y prolífera, tanto en recursos renovables como no renovables. Las fuentes hidroeléctricas e hidrocarburíferas dominan la escena productiva provincial, pero también hay gran potencial de producción de energías alternativas.
Una industria pujante, como la que necesitamos en Mendoza, debe instituirse en el imaginario colectivo como parte determinante de la matriz productiva regional, porque de hecho lo es y para ello necesitamos energía. En este sentido, la defensa de la soberanía energética no puede descuidar las herramientas de difusión requeridas para establecer consensos sobre el carácter estratégico de nuestra energía y generar un fuerte compromiso en la sociedad.
Asimismo, la soberanía energética requiere la reconstrucción de cuadros técnicos, con una fuerte conciencia popular, capaces de proyectar y ejecutar en todos los circuitos de producción energética un mayor control nacional sobre la exploración, extracción, producción, distribución y consumo de estos bienes estratégicos. En definitiva, la soberanía energética no es un trofeo que se alcanza de una vez y para siempre, sino un espacio de lucha política que se plantea permanentemente en los frentes cultural, político y económico. La posibilidad de intervenir exitosamente en este espacio de lucha con toda la variedad de recursos de que dispone nuestra sociedad exige organización y coordinación de la práctica política de todas las fuerzas sociales encuadradas en el campo nacional.
La Quinta Pata, 08 – 04 – 12
La Quinta Pata
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