domingo, 27 de mayo de 2012

La oligarquía azucarera contrataca

Ramón Ábalo

Desde los organismos de derechos humanos fue una constante también en señalar como parte de la estructura represiva de la dictadura, a sectores civiles enquistados en ciertos sectores políticos, pero mucho más fuertemente en las corporaciones monopólicas económicas y financieras, empresas industriales, nativas y extranjeras.

Gran parte de las víctimas han sido trabajadores y estudiantes, pero, asimismo, lo fueron pequeños y medianos empresarios, que por miles y miles quebraron las políticas neoliberales estructuradas por la dictadura a partir del terrorismo de estado y las directivas expoliadoras del FMI y el Banco Mundial, representantes natos de los intereses de los países centrales. En la Argentina de entonces, fueron los poderosos empresarios azucareros, por ejemplo, los que se pusieron a disposición del sistema, aportando infraestructura y medios económicos-financieros para concretar operativos represivos contra los que podían enfrentar a la represión, o simplemente luchar por sus derechos laborales, en el caso concreto, los obreros y empleados del ingenio Ledesma de la familia Baquier.

Y siguen teniendo poder y oportunidades para seguir impunes no obstante los impulsos que tienen las políticas contra los genocidas y sus cómplices civiles, muchos de ellos directamente responsables, como el caso de los conspicuos empresarios del ingenio Ledesma, tal el ahora el fugado Pedro Blaquier, ya en Francia como un genocida cualquiera, que lo es.
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Y como muestra, un acto mafioso contra un testigo clave en el juicio que se sigue por el crimen masivo ejecutado durante la dictadura en la denominada "Noche del Apagón", contra obreros y empleados del ingenio Ledesma en Jujuy. El miércoles último se intentó raptar al niño Javier Hugo Condorí, de 8 años de edad, nieto de Hugo José Condorí. En 1972, siendo empleado de Ledesma, funda la obra social del gremio. A la comisión directiva la componían Condorí como presidente; Jorge Welzz, vicepresidente (desaparecido) y Luis Aredez, Carlos Patrignani, Miguel Llanos, Roberto Domínguez y Crecencio Vargas, todos desaparecidos y víctimas de los apagones de Ledesma, que fueron varios, con la aquiescencia de los directivos del ingenio. Condorí fue detenido e ingresa al penal de Gorriti, Jujuy. En 1976 es llevado en el famoso avión Hércules a La Plata, hasta fines de 1977. Allí comparte el hospedaje con Dardo Cabo y el escritor mendocino Antonio Di Benedetto, entre otros.

En democracia, es activista de diversas organizaciones sociales, entre ellas la Asociación de Pequeñas y Medianas Empresas (APYME) y ahora es testigo clave en el juicio en que se ventilan los responsables del genocidio. Es el único que queda con vida. Hugo tiene 22 nietos y 2 bisnietos, aunque es joven, tiene 65 años de edad. En este momento dramático que le toca vivir, dice: "Yo lo único que busqué siempre fue la justicia, la equidad...Ahora trabajo para apoyar este modelo de país".

La solidaridad se hizo sentir en los mails y en los teléfonos, en las declaraciones en los medios de muchas instituciones y personalidades de toda índole y en la justicia misma, pero sobre todo en la marcha multitudinaria (20.000 personas), que hubo en Jujuy. "Todos por el Coya", fue la consigna.

El intento contra Condorí, o sea el intento de secuestro de su nietito, lo es por su condición de principal testigo en una causa – una de las tantas que se están llevando a cabo en todo el país – que tiene el condimento primero y fundamental en que en el banquillo de los acusados está un empresario – un civil – Pedro Blaquier, porque, hay que reafirmarlo, fueron esos sectores los intelectuales del terrorismo de estado, sus mentores: los que estructuraron con infraestructura y financiamiento esa siniestra historia de nuestro país. Y los que hicieron el gran negocio. Las fuerzas represivas fueron tan solo el brazo armado de esos sectores, el verdadero poder siguen siendo los que en este momento de afirmación democrática, nacional y popular añoran ese pasado. Pero de ese pasado tenemos memoria y, por lo tanto, no volverá.

La Quinta Pata, 27 – 05 – 12

La Quinta Pata

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