domingo, 20 de mayo de 2012

¡Oh Escardó! ¿Cómo hace un mendocino para llegar al silencio?

Eduardo Paganini

El doctor Florencio Escardó predicó durante toda su carrera médica sobre una nueva concepción para la pediatría, más cerca de los intereses del niño y de una visión humanista. Su influencia fue importante y extensa, sin embargo no suele ser recordado en nuestros ámbitos menducos. ¿Ignorancia, olvido, desinterés?, ¿Cuáles son los móviles del silencio organizado?

Dromi, Neri Cardozo, las hermanitas Pombo, Cristian Soloa ¡cuántos mendocinos en la primera línea del éxito y luego el olvido…! Como Avallay, como Rogel, como Feldman… ¡Cómo nos gusta la primera línea a los mendocinos!
¿Nos gusta? ¿La primera línea o el éxito mediático?

Los medios de comunicación se desviven en mantener la llama de este sentido de pertenencia a través de un proceso de identificación de los lectores o televidentes con la figura de turno en el candelero. El mendocino del mes.

Evidentemente, es Quino el que posee la trayectoria más regular a lo largo del tiempo en estos enunciados mediáticos. Por supuesto que se lo merece, pero advirtamos que el Quino entronizado es el de los chistes cándidos de Mafalda, o el del humor con episodios sorprendentes de la vida cotidiana, y no se nos muestra al Quino crítico, al renovador de mentalidades, al señalador del horror del autoritarismo cruel de la dictadura.

Este fenómeno de sesgar la difusión cultural trae aparejado un efecto ideológico, y constituye un recurso tan utilizado que se lo puede ver como una técnica de uso deliberado, y que podríamos bautizar como la versión antiséptica. Esto es, un relato del que se anularon, extirparon o encapsularon los gérmenes patógenos proclives a la infección del pensamiento diferente del hegemónico.
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Hay varias técnicas más de imposición de sentidos sociales. La máquina de producirlos no solo es variada y entretenida, sino que además es poderosa, y encima no para. Para el caso de Escardó, se utiliza el ninguneo, proceso que es hoy denominado invisibilizacion.

Si el apellido Escardó —amigo lector— no le dice nada, es señal de que la técnica mencionada es exitosa. Su objetivo —como la mayoría de ellas— es atacar la memoria. Por lo contrario, si algo se esboza entre sus recuerdos al evocar este apellido, es señal de que su memoria le está ganando a la técnica del olvido, por ahora.

Florencio Escardó fue un pediatra de origen mendocino, con fuerte predicamento en la renovación de la pediatría del país y con bastante influencia en el resto del continente.
¿Qué hizo Escardó para no ingresar en el Olimpo de los mendocinos famosos, siendo que paño no le falta? Pienso que tres cosas, tres transgresiones al establishment:

• Renovó o revolucionó la práctica de la pediatría, en ese entonces una joven disciplina médica que se venía constituyendo desde las primeras décadas del siglo XX, proponiendo algunas libertades del cuerpo (en épocas en que todavía se fajaba a los bebés desde los tobillos hasta el cuello) y algunas naturalidades como proponiendo la internación conjunta hijo/madre, aun en el posparto.

• Fue mediático y por ende difundió su ideario, claro que con las características tecnológicas de época, mucho más limitadas que en la actualidad: era usual invitado de programas televisivos (piense en la TV en blanco y negro), co-dirigía con la psicóloga Eva Giberti la revista especializada en puericultura Nuestro Hijos, era columnista de humor (sus notas eran firmadas como Piolín de Macramé y todas tenían el mismo título: ¡Oh! ) o bien, eran serios análisis de la cotidianeidad en varias otras publicaciones.

• No fue un complaciente, no ofreció costados amables que fueran útiles para construir una versión antiséptica de Escardó. Hasta en sus líneas más humorísticas subyace la dosis penetrante de la mordacidad y el sarcasmo, que ponen en cuestión la realidad y denuncian sus fisuras.

Lógicamente, sus concepciones generaron conflictos con la medicina convencional que se resistía a los cambios (en realidad, a los regresos a la naturalidad) y sus organismos corporativos actuaban en consecuencia. Una anécdota al respecto: una vez (fines de la década del ´60), por alguna de sus convicciones profesionales, una de esas asociaciones profesionales lo expulsó “por falta de ética”, su réplica —entre humor y dialéctica en el programa periodístico de Augusto Bonardo, un animador con toques académicos— afirmaba que esa falta era imposible cometerla ya que la Ética es una rama de la Filosofía y por lo tanto es un conjunto de ideas que uno puede o no tener en la cabeza, por lo tanto si a él le faltaba Ética con estudiar un poco más, se solucionaría el problema, y —agregaba— que la Ética se materializa en la Moral, que es el conjunto de actos concretos que desarrollamos con nuestra conducta, y que si ese comité o asociación querían sancionarlo deberían haberlo acusado de “falta de Moral” y no de Ética.

En realidad, quería hablar del doctor Florencio Escardó y terminé hablando del silencio que se construyó en torno de él. Hablar del silencio de algún modo es romperlo. No deja de ser un buen comienzo…

Pero antes de cerrar, démosle la palabra para poder tener noticia sobre sus ideales pediátricos:
Cuando un médico atiende un niño con una neumonía, descubre el proceso, aplica el antibiótico exacto y vigila la marcha de la enfermedad hasta su curación, no ejerce propiamente un acto pediátrico, hace clínica médica en un niño, lo que sin duda tiene muchísimo mérito, pero no es pediatría.
Quien dando un paso más allá, establece un buen régimen alimenticio, se ocupa de que el niño aprenda a respirar bien, le dicta y regula una vida higiénica, tanto en lo físico como en lo intelectual, hace una buena medicina infantil, pero todavía no hace pediatría.
Solo es pediatra quien comprende que en ese niño se está gestando un hombre futuro y que tal germen de hombre está engestado en un sistema familiar del que depende no solo su inserción social futura sino el equilibrio de sus relaciones interhumanas. En ese sentido, Pediatría es la Medicina del Hombre en su más profunda significación, porque le toca prevenir no solo las llamadas enfermedades prevenibles, sino también intentar las profilaxis de aquellos trastornos que, perturbando la conducta humana, suscitan la desdicha convivencial.
(Dr. Florencio Escardó)

La Quinta Pata, 20 – 05 – 12

La Quinta Pata

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