domingo, 30 de septiembre de 2012

El represor Gómez Saa afirma que lo persigo ideológicamente

Roberto Vélez

Gomez Saa, ha sido procesado y su causa elevada en el tercer juicio local por crímenes de lesa humanidad.

Mendoza integraba la Zona 3 que correspondía al Comando del III cuerpo de ejército a cargo de Luciano Benjamín Menéndez. A Cuyo, lo denominaban subzona 33 y a Mendoza área 331. En esa estructura criminal se inscribían las fuerzas armadas locales.

Menéndez, a propósito afirmará:
Enfrentamos y vencimos al terrorismo marxista. Que conducido desde el extranjero asaltó a la Republica en las décadas del 60 y el 70 porque no creían en nuestras instituciones democráticas y querían cambiarlas por grises organizaciones marxistas de importación…terroristas que ayer ponían bombas y asesinaban a traición…hoy pretenden ser y haber sido pacíficos ciudadanos democráticos y bajo esa máscara persisten en su oscuro objetivo.

Maradona, su jefe local, ha dicho antes de morir, que en la lucha antisubversiva actuaban junto a él entre otros, Landa Moron (fallecido) a cargo de operaciones. Orlando Oscar Dopazo (fallecido) a cargo de inteligencia y Schroh Gartner de personal.
▼ Leer todo
Tamer Yapur, segundo jefe de Maradona, dijo en su momento que el Comando de Operaciones Tacticas-COT, estaba integrado por personal de inteligencia, operaciones, logística, personal, destacamento de inteligencia, policías, gendarmería, aeronáutica, etc. Y que planificó y supervisó todas las operaciones antisubversivas a las órdenes directas de Maradona. Y que la comunidad informativa, otro engendro por el estilo, estaba integrado por los servicios de todas las fuerzas.

También dice que Dopazo, se desempeñó como jefe de inteligencia del estado mayor. Y que producía en relación a la lucha antisubversiva, inteligencia, procesaba información, asesoraba al comandante y realizaba contrainteligencia (07 – 04 – 86).

Sin embargo Dopazo, el 23 de marzo de 2006, afirmó que la inteligencia a su cargo, solo se encargaba de la seguridad de las unidades militares. Y que lo civil antisubversivo estaba a cargo de un destacamento a cargo del oficial Barrera con funcionamiento fuera de la brigada. Niega conocer, además, la existencia de centros de detención, el COT y la comunidad informativa. A la que nunca escuchó nombrar.

Sin embargo el 31 de marzo de 1986 había dicho que las funciones del G2 a su cargo, eran mantener la inteligencia actualizada en los ámbitos estudiantil, gremial, de gobierno y en lo que a la subversión respecta. En esa oportunidad vuelve a nombrar como integrantes de la división que comandaba a Enrique Gómez Saa como su auxiliar; a quien en ocasiones lo remplazaba. Al suboficial principal Vigna y sargento primero Pagella. Y al soldado Minoprio.

Los hechos que hoy se juzgan, lejos de ser aislados, conformaron eslabones integrantes de un plan sistemático de represión clandestino e ilegal impuesto por la dictadura cívico-militar. Por la escala, volumen y gravedad, los delitos cometidos desde el aparato estatal, constituyen crímenes contra la humanidad.

En esa organización se inscribían las fuerzas armadas locales. Que asesinaron y desaparecieron a centenares de personas. Y a otras miles persiguieron, torturaron, expulsaron del sistema educativo y del productivo, atentaron con explosivos, deportaron, saquearon y apresaron.

Esa estructura criminal es la que integró Gómez Saa. En la que expresamente ha reconocido su participación; tanto en operaciones como en inteligencia.

Como se ha dicho, este reconocimiento por sí solo, “es suficiente para considerar que Enrique Gómez Saa participó de los operativos de secuestro y de las sesiones de tortura, toda vez que como auxiliar de inteligencia y bajo las ordenes de Dopazo durante el año 1976 no podía ser de otro modo”.

Otra evidencia la constituye el que el suboficial Pagella integró el grupo de asesinos que me interrogó y torturó. Y está acreditado en los expedientes, que muchas víctimas conocieron su nefasto rol. Resulta un despropósito y una ingenuidad suponer que Gómez Saa desconocía las fechorías de sus subordinados directos.

En un escrito que eleva a la justicia electoral, ampliatorio de una indagatoria en la que se negó a declarar, refiriéndose a mi libro La represión de la dictadura en la UNCuyo, dice que lo he denostado.

Cita la página 139, en donde se lee que el susodicho “actuaba como segundo jefe de inteligencia del ejército, a cargo de la coordinada, fuerza asociada inter armas de carácter represivo. Asociado a civiles integrantes de grupos paramilitares, luego será profesor en la facultad de ciencias políticas y sociales de la mano de Balmaceda”.

Responde:
“Nunca ostenté el cargo de 2do.jefe de inteligencia del ejército. Fui auxiliar de la división G2 del comando. La coordinada no existió. Nunca tuve relación con grupos paramilitares. Nunca fui profesor permanente. Querellé al centro por injurias y calumnias. No recuerdo si Vélez pertenecía al Centro”.

Refuto:
Efectivamente, Enrique Blas Gómez Saa fue auxiliar. No solo de inteligencia, si no de operaciones. División que ejercía la Jefatura del COT.

La denominación auxiliar, es un sinónimo de 2do jefe de inteligencia del G2.

La coordinada a la que hecho referencia es claramente el COT y la comunidad informativa. A las que su Jefe, Dopazo, dijo desconocer. Y este otro, consecuente con su jefe, recurre a formas para obviar su despreciable rol y desempeño. Nunca dije que fuera profesor permanente. Y lo de la querella resulta intrascendente.

Lo cierto es que en el 86, impugnaron su pretensión de ejercer como docente Luciano Sisti, Ana Laura Touza, Carlos Hernández, Juan Pablo Politti, Alfredo Cornejo, Susana Horn y Leonardo Díaz. Y que Gómez Saa quiere que testifiquen acerca de sus bondades José Octavio Bordón, Julián Licastro, Fernández Valloni, Juan Farres Cavagnaro, Esteban Onofri, Dante Lilloy, Rodolfo Calvo y Juan Alberto Martínez Baca.

Cita la página 173 y “niega relación de tipo político con grupos operativos e ideológicos de la extrema derecha”. Le recuerdo al desmemoriado oficial un solo hecho para no abundar. Su sobrino, alias “choclo” integraba la CNU. Que en sus escritos de aquélla época, entre otros inteligentes conceptos decía:
Tupac, Fip, Jup, Estudio y Lucha, Mor, Faudi, etc. no son más que el brazo ideológico de la guerrilla apátrida. Estos insectos politiqueros no son otra cosa que la delincuencia asociada a un grupo de mercenarios que actúa mediante la simulación de móviles políticos tan inconfesables como inexplicables. Nuestro ejército, como el resto de las fuerzas armadas, que han demostrado su acatamiento a la constitución y a la ley en provecho de la institucionalización, no merecen sino el agradecimiento del pueblo argentino que frente a lo ocurrido, debe sentirse herido en lo mas profundo de su sentimientos patrióticos. Guerrilla traidora te llego la hora. Guerrilla falopera al paredón.

Y finalmente dice que en la página 250 de mi libro, lo trato de coronel. Y afectado responde; “No soy coronel. Solo llegué a ser teniente coronel”. Y solo realicé tareas de inteligencia exterior y ninguna referida al tema subversivo”.

Que tenga uno u otro grado de oficial, importa un rábano. No he sido uno de sus conmilitones para estar informado de los detalles. Lo que importa es que se trata de un oficial del ejército con participación en actos criminales.

En cuanto a que solo realizaba inteligencia exterior, a otros tontos con ese cuento. Parece también haber olvidado alguna de sus obras de “excelencia académica” y espíritu libertario: Acción psicológica comunista en América Latina (1968), Visión geopolítica de la agresión castrista en América Latina (1969), Acción psicológica y guerra revolucionaria (1970) y Democracia y subversión (1981).

Finalizando su escrito hace fe de profesionalismo institucional y de devoción y amor por la constitución nacional, inspirado, dice, en su profesor, Dardo Pérez Guilhou. Gómez Saa, lo que de ninguna manera resulta extraño, se manifiesta identificado con un “constitucionalista”, paradójicamente ministro de la dictadura de Onganía. Y que como tal entre otros “aportes al estado de derecho”, firmó la pena de muerte para hechos políticos.

En esa línea “consecuentemente democrática”, dice haberse opuesto al golpe del 76.

Por lo que devendría en un par de Santucciones en sus prácticas constitucionalistas.

También el jefe de la represión con apoyo estatal, sostiene haber sido leal al general Lucero, interventor federal, frente a Videla.

Finaliza su alegato diciendo que lo persigo.

Porque es un jefe del ejército, porque se desempeñó en el área de inteligencia, porque choqué con su sobrino en varias oportunidades durante los años 70 en la UNCuyo en los enfrentamientos estudiantiles, porque deseo protagonismo político y quiero ganarlo encarcelando a un jefe, porque quiero cobrarme viejas deudas: dice que durante su adolescencia enfrentó a mi padre cuando era un activista del Mucs en el comité central del Partido Comunista en algunas de sus exposiciones. En verdad desprecio profundamente a los que lo discriminan por razones políticas e ideológicas.

No es este el caso. Se trata de un oficial de inteligencia del ejército, juzgado en los estrados judiciales, (que no tuvieron miles de personas en las circunstancias en las que Gómez Saa y compañía eran amos y señores de la vida y hacienda de todos nosotros) por crímenes de lesa humanidad.

Mis diferencias profundas con la extrema derecha lo eran por su ideología y por sus prácticas. Y las sigo teniendo.

MI padre nunca me contó el episodio, que tan bien recuerda el oficial con memoria selectiva, pese a que han pasado 50 años según mis archivos. Circunstancias en las que el Mucs convocaba a un acto público un primero de mayo en solidaridad con la revolución cubana, en contra de los yanquis y por una CGT sin compromisos con el estado ni los patrones. Frente al que el centro de estudiantes de ciencias políticas, en el que probablemente estaba enrolado el hoy también licenciado Gómez Saa con su amigo Sidali y decía: “…somos una entidad apolítica, sin banderas de ninguna índole”.

Paradójicamente, 14 años después, (1975) fui elegido presidente por mis compañeros. Precisamente lo que Gómez Saa había enfrentado desde siempre.

Sí supe del olfato de mi padre para detectar despreciables infiltrados en los movimientos populares cuya razón de ser ha sido también siempre informar y dividir y en lo que el oficial de marras es un entendido. Aunque sin éxito.

De toda esta historia deviene el profundo odio que le profesaban estos elementos a mi padre. Del que no se olvidan. Porque “hizo camino al andar”.

En lo que a mí respecta, cumplo con mis obligaciones cívicas y democráticas; enfrentar a los represores donde quiera que estén. Aunque el inteligente oficial, siga creyendo que las bravuconadas me paralizan.

Ni las de ayer. Ni las de hoy.

¡Para que nunca más!

La Quinta Pata

No hay comentarios :

Publicar un comentario