domingo, 9 de septiembre de 2012

Sindicalismo en Estados Unidos se extingue

Alfredo Saavedra

La semana pasada fue celebrado el Día del Trabajo en los Estados Unidos y Canadá, en festejo que está señalado para el primer lunes del mes de septiembre en ambos países, en contraposición a la celebración mundial establecida el primero del mes de mayo, en conmemoración, según la tradición, del sacrificio de los obreros de Chicago, ejecutados a finales del siglo antepasado en esa ciudad estadounidense. La ejecución de cuatro activistas sindicales en 1886, quienes formaban parte de una acción de los obreros para establecer la jornada de ocho horas de trabajo, marcó la institución del Día Internacional del Trabajo.

A partir de la lucha iniciada por los que más tarde serían recordados como los mártires de Chicago, el movimiento sindical cobró auge en esa poderosa nación, en crecimiento paralelo con el desarrollo industrial que se diera en los inicios del siglo XX. Aunque disminuyó la presencia vigorosa del sindicalismo con la incidencia de la recesión en los años 30, su estabilización y crecimiento se fue dando no obstante la segunda guerra mundial y, sobre todo, la resistencia a aceptar la organización obrera por parte de los empleadores, encarnados en el capitalismo que por entonces ya se perfilaba como la expresión fundamental de la política económica de los Estados Unidos.

Pero no obstante los altibajos de la organización sindical, debido en particular por la oposición mencionada, la guerra, la intromisión del crimen organizado y en especial la presión del estado por medio de los gobiernos, en sus dos expresiones dominantes –demócratas y republicanos – aliadas o patrocinadoras del capitalismo imperante, el sindicalismo pudo sostenerse en servicio de la clase trabajadora, fuerza de gran ascendiente en la sociedad norteamericana.
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Con la realización, la semana pasada, de la convención demócrata que ratificó la candidatura del presidente Barack Obama para gobernar otro período gubernamental, se reveló la desalentadora realidad de que el sindicalismo, sistema de base en el apoyo a esa tendencia política, está en una crisis que, según analistas, tiene el riesgo de disminuir en forma considerable su presencia en el rol de una ya decadente sociedad.

El sindicalismo, representado por su dirigencia, ha tenido en el transcurrir de la vida política de Estados Unidos y Canadá tendencia a unir sus fuerzas en apoyo de las plataformas del esquema, en esos países, bajo el denominador de “demócratas” para oponer resistencia al cuadro de los partidos de derecha, republicanos en el primero de esos países y conservadores en el segundo, fundamentales en la órbita del capitalismo, manifestación esencial en la práctica política de las dos naciones.

En el caso de Estados Unidos, la apreciación de la declinación del sindicalismo, se ha podido observar, de acuerdo con analistas como el periodista Tim Harper, experto en esos asuntos, no solo porque contrario al pasado, el apoyo sindical a los demócratas ha estado ausente en las preliminares de las elecciones en ese país, sino porque para beneficio de los republicanos (y también la derecha demócrata) la filiación sindical ha desaparecido de sectores como el hotelero, que en el pasado tuvo presencia considerable.

Según el mencionado analista, hay ciudades en Estados Unidos, donde el sindicalismo está reducido a cero y que estados, como Carolina del Norte, donde se realizó la convención demócrata, la membresía sindical es apenas de 2,9 % y que en todo el país ese número está en un 11,8 %, lo que significa una reducción del 20,1 %, con respecto a lo que fue hace 20 años. No es ese el caso de Canadá, según lo apunta el señor Harper, donde el sindicalismo no ha tenido una declinación tan dramática como en la del vecino país.

El fenómeno en Estados Unidos se debe a factores diversos, entre ellos de manera fundamental el masivo desempleo que tiene sin trabajo a varios millones de personas; la disminución en la actividad industrial; la presencia de gobernadores republicanos que han limitado los derechos laborales e incluso prohibido el derecho de huelga, consagrado como uno de los principales derechos de los trabajadores. Con gobernadores republicanos controlando 29 estados y el dominio de esa tendencia en el congreso, de no cambiar ese panorama el porvenir del sindicalismo en Estados Unidos es sombrío y la única esperanza se tiene con un gobierno demócrata, que entre lo malo resulta el menos peor.

La Quinta Pata

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