Eva Guevara
En 2007 consiguieron la quiebra de la empresa, luego la tenencia temporaria y formaron la Cooperativa de Trabajo Curtidores de Mendoza. Actualmente, trabajan más de 100 personas. La semana pasada se realizó allí el primer encuentro de emprendedores y artesanos del cuero de Cuyo.
Corría el año 2007 y todo el trabajo acumulado en 20 años de fabricación en la curtiembre se caía estrepitosamente. Después de nueve meses de sueldos sin liquidar, un 31 de mayo, cada uno de los obreros recibía su correspondiente telegrama de despido sin indemnización.
Recordando aquel nudo en la garganta del inicio resulta conmovedor ver a aquellos curtidores al mando de una oficina de dirección. En la pequeña dependencia separada de los enormes galpones donde se produce, se respira en plenitud la pura fibra obrera empujando un negocio que avanza, que cuenta con apoyo estatal, y se robustecen con fuertes lazos con otras asociaciones también de tipo cooperativo.
Las lágrimas de la emoción preceden el relato posible de esta gran audacia. Y es Juan “el nene” Moyano quien lo desata en su condición de socio-fundador de la Cooperativa de Trabajo Curtidores de Mendoza, de aquí en más, vivo ejemplo de lo que es un fábrica recuperada por y para los trabajadores.

“¿Que qué se siente ser parte de una empresa recuperada? Es toda una vida –yo llevo 29 años de trabajo allí– y vi cómo la abandonaron y nos dejaron sin nada. Vinimos a los 15 días y la encontramos toda llena de telas de arañas, la luz cortada, el gas y todos los servicios cortados. Después de nueve meses que no nos habían pagado y nos habían echado como perros, esos 15 días marcaron un antes y un después. Vinimos con la intención de formar la cooperativa, pero entonces vino la jueza y nos echó con la policía, siendo que nosotros antes de ese tiempo la habíamos cuidado para que no se robaran las cosas. Tal es así que cuando volvimos y nos autorizaron a entrar nos faltaban de la planta de efluentes ocho motores que nos habían robado ya que la jueza había puesto a custodiar a unas personas que nosotros habíamos denunciado por robo”.
▼ Leer todoA este momento fundacional vino a seguirle un mayor estado de organización y una lista de progresivas conquistas: consiguieron la quiebra de la empresa, luego la tenencia temporaria y formaron la cooperativa con 100 socios. Pero en la garra se juega la principal baza de esta historia. Y es “el nene” Moyano quien la pone en palabras:
“Empezamos así, sin los elementos chicos de trabajo que nos habían robado, y pagándole a la jueza 25 mil pesos. Cuando nos largan la luz, teníamos que curtir ya que teníamos las cabras que un cliente nos trajo. Pero el agua la necesitábamos a 60 o 70 grados de temperatura y no teníamos plata para la leña y el gas aún no había sido reconectado. Entonces fuimos al fondo, a hachar árboles de la quinta que está atrás y empezamos a calentar agua en tachos de 200 litros toda la noche. Sólo así llegábamos a las 6 de la mañana a cumplir con la tarea. O sea, hemos hecho un sacrificio, cómo borrarlo cuando después nos han venido a hablar de hacer esfuerzos… si la jueza a nosotros, tendría que regalarnos esta curtiembre”.
Combatiendo al capital
En el sistema capitalista nadie regala nada y las fábricas, aún inmersas en terribles deudas, siguen bajo el inmenso paraguas del derecho de propiedad. Los trabajadores que han recuperado las empresas saben que pelean contra esa fortísima inercia y también contra los ingredientes especulativos. Es momento entonces de pasar al plano de las “definiciones” y qué mejor que “el Vasco”, presidente de la Federación de Cooperativas Autogestionadas de la Carne y Afines”, para aportar su mirada.
“Estamos haciendo historia, de eso no hay duda. Porque ni Carlos Marx pudo definir lo que era una fábrica recuperada, ni Lenin ni Mao; tampoco Fidel Castro pudo llegar a plasmar este nuevo actor social dentro de la clase obrera. Nosotros sí, esa es nuestra mayor audacia, y por eso nos combaten”, señala. Y agrega: “Hay 200 empresas recuperadas en todo el país y aproximadamente 10 mil puestos de trabajo de distintos rubros y ramas de la producción. Y lo importante es que más allá de la cifra, en esta etapa donde la industria privada está mostrando síntomas de crisis, las recuperadas se están levantando.”
Repasemos qué hace una empresa recuperada. En primer lugar, abre un nuevo espacio de funcionamiento donde está presente el estado (es quien apoya con subsidios y hace actos de presencia frecuentes a través de funcionarios del área de desarrollo social), la cultura (toda cooperativa tiene que presentarle al juez un proyecto de viabilidad económica junto a otro de extensión cultural) y además, un intento por comercializar que tiene que ver con las estrategias de articulación con todos los actores sociales y económicos (una impronta que en el caso de Mendoza viene de la militancia de Pupi Palero en el Foro de Economía Social).
Para este último punto de la comercialización, “el Vasco” emplea la palabra “locura”, como quien va, paso a paso, cumpliendo efectivamente algún sueño largamente atesorado, siendo que años atrás “no los unía el amor sino el espanto”. Dice al respecto:
“Es cierto que cada trabajador conoce su trabajo, que no puede dirigir una fábrica de entrada, pero se aprende. La mayoría de nosotros tiene experiencia política anterior o fuimos perseguidos por la dictadura, con lo cual eso nos dio una determinada cobertura teórica como para poder confrontar con la realidad y poder decir sin tapujos que estamos cumpliendo el sueño por el que cayeron muchos de nuestros compañeros. Aprendimos en las facultades, fuimos a la Universidad de las Madres a formarnos en ciencias sociales y económicas y nos encontramos con capacitaciones específicas en gestión de empresas, entonces tampoco es algo que se produce de un día para el otro”.
También señala que “efectivamente estamos en una sociedad capitalista pero la cooperativa también es una herramienta válida dentro del sistema, por lo que trataremos de reformular la constitución nacional, ese montón de conceptos y preceptos que tiene que no son infranqueables ya que ya hay un punto que dice que si la propiedad tiene una función social puede expropiarse, por lo que pasa a dejar de ser inviolable”.
Realidades de acero
Mariano Ciullini, presidente de la Cooperativa de Trabajo de Curtidores de Mendoza se pliega por completo a la tesis de la audacia y relata con tono épico la forma en que se generó una memorable reunión en plena cordillera con los puesteros de la zona de El Nihuil, San Rafael.
“El negocio se cerró en una reunión convocada con cero pesos y a través de una radio previa idea del líder de la Unión de los Sin Tierra (UST). Estaban todos esperándonos para nuestra sorpresa. Después de eso, los cueros caprinos dejaron de ser vendidos a dos pesos para pasar a valer siete. Esto es la economía social, un lazo y un negocio que para la industria tradicional es imposible siquiera de vislumbrar”.
Por lo mismo que la curtiembre maipucina cerró este acuerdo con 300 puesteros caprinos, también los artesanos del cuero –todos emprendedores que producen marroquinería, talabartería y calzados– han pasado a comprar su materia prima a un precio diferencial ya que lo hacen en conjunto. Toda una señal para los negocios del centro que antes de que se concretaran estos acuerdos fijaban por sí mismos los precios, muy por fuera de la lógica de la construcción de solidaridad instaurada luego de la empresa recuperada.
Como estas articulaciones ya están caminando, el Movimiento Campesino hizo llegar su planteo, al menos para apuntalar una oportunidad única como lo sería llevar carne y ganado a los frigoríficos del Chaco, es decir, armar una cadena de ventas que sea fruto de la sinergia entre el movimiento campesino y todas las ramas que cubren las fábricas recuperadas del país. Es de prever que este tipo de iniciativas redunden en conflictos como los que ya se han vivido en Buenos Aires (a instancia de grandes y poderosos formadores de precios) aunque tienen un pronóstico más que alentador dado el apoyo del estado y la firma de acuerdos estratégicos con países vecinos (ya se firmó un convenio de exportación de carne de un frigorífico recuperado a Venezuela y Panamá).
Ahora bien, pese a estas perspectivas es indudable que hay muchas cosas que modificar. En el caso de Mendoza, es mucho lo que la cooperativa de curtidores ha conseguido pero también son muchas las limitaciones. Mariano las enumera: “No podemos ser sujeto de crédito, entonces tampoco somos sujeto de derecho, pagamos impuestos igual que la empresa capitalista. Y lo que es más duro, no podemos afirmar a todos los efectos que somos los dueños de la empresa”.
La situación roza el escándalo: quien recibe título y trato de “dueño” es una persona individual cuyo nombre equivale a deuda y quiebra. Una persona que en la década del ’90 recibió un crédito de 10 millones de dólares de un consorcio de Bruselas con la única condición de que la inversión debía estar abierta 10 años. Trabajó 10 meses, despidió a toda la gente, dejó un balance de 10 años con pérdidas y entonces, lógicamente, toda esa especulación no es compatible con los márgenes que hay en la industria que son pequeños y que los tenés que cubrir con mayor producción, como nosotros lo hacemos”.
El capítulo judicial también tiene lo suyo: “Al juez le hemos hecho una oferta de compra con la nueva ley de quiebras, para que todos cobren; le hemos dado nuestros créditos laborales, es decir, tiene todas las herramientas para decir que sí y en cambio nos dice que no. Y esto indudablemente tiene que ver con que tocás intereses”.
Inevitablemente, el condimento especulativo entra en escena por la vía del “valor inmobiliario” de la fábrica. Ciullini lo explica: “Claro que esto inmobiliariamente vale, pero nosotros como sociedad tenemos que rever eso, ya que la realidad es que si no hubiéramos dado este paso, estos galpones estarían vacíos, y aquí no habría nadie, se lo habría agarrado para sí la liga de remates, quien capaz que se lo vende a algún comprador en x pesos. O sea, eso que le llaman valor son cuatro tipos que se llevaron toda la guita”.
¿Cómo cambiar esto? La respuesta es vaga porque es la corporación judicial la que tiene que resolver que finalmente la fábrica quede en manos de la cooperativa y de este modo sentar jurisprudencia. Y pasado en limpio resulta que la cooperativa tiene un sostén legal, la ocupación temporaria también es legal –basada en los conceptos de la Constitución del ’49 y en un decreto de 1975– da más de cien puestos de trabajo, el gobierno provincial es parte del proceso porque es quien asume el pago del canon a cuenta de lo cual se paga la quiebra. Ahora bien, el tema es que aparece la ecuación económica y entonces si bien el canon acumulado a este año supera los 4 millones de pesos, entre el juez y la síndica hablan de que tendría que pagarse 9 millones más, o sea 12 millones, de acuerdo al valor de tasación.
A este punto, Mariano llega a la exasperación: “¿En qué remate valen las cosas lo que valen? ¿Cómo es que habiendo ofertado casi 6 millones de pesos el juzgado nos siga diciendo que no? Analizarlo desde la lógica de lo legal, de lo constitucional, implica constatar que lo has cubierto todo y además, no generaste un problema sino que diste todas soluciones y sin embargo, la corporación –los juzgados del fuero comercial– nos enfrenta porque la recuperación implica sacarles el negocio a cuatro vivos”.
Dueños de la propiedad social
Impresiona la cantidad de jóvenes empleados en la curtiembre maipucina. Son 102 chicos que antes tenían por trabajo limpiar los vidrios de los autos en las esquinas. De vez en cuando alguno avisa que tiene que ir a firmar al juzgado, se supone que es por alguna vieja infracción a la ley penal, pero en la fábrica nadie les pregunta qué hicieron ya que valen por lo que trabajan.
“Hay una lógica distinta”, sostiene “el Vasco”, y lo refrenda con el siguiente speech: “Porque nosotros vivimos para el trabajo, socializamos el capital, de hecho estamos discutiendo una nueva categoría social. Aun cuando les joda que estos negros borrachos y analfabetos –como llamaba un abogado a los obreros– sean ahora empresarios autogestionados que producimos, comercializamos e invertimos. Claro que ahora todo es distinto. Y si bien la especulación es parte del sistema capitalista, hoy lo que más nos juega en contra no es este factor sino la definición misma de nuestro rol como nuevo actor social. Si no podemos tener crédito –mientras no termine el proceso de la quiebra– puede haber un proceso a la inversa donde el propietario capitalista venga y se quede con todo, si es que se lo permitimos. Y saben los jueces que no se lo vamos a permitir y que somos capaces de hacer cualquier cosa con tal de defender la planta, porque a ella le hemos entregado todo el esfuerzo de la vida”.
“Ahora resta establecer nosotros cómo jugamos o articulamos, cómo hacemos crecer esto que es nuevo y que aparece cuando el capitalismo se está desmoronando en todos lados. A nuestro alrededor la industria tradicional se cae y nosotros estamos haciendo surgir algo nuevo. Nosotros, que no éramos nada, ahora pensamos en articular con sectores de la burguesía tradicional, somos dueños de plantas, dueños de la propiedad social, con todo lo que eso significa, por ejemplo, que ninguno de nuestros compañeros se lleva nada de un escritorio. Y que cuando se va de la cooperativa, todo lo que hizo se queda ahí, y está bien que así suceda, es un nuevo concepto”.
Veintitrés, 31 – 10 – 12
La Quinta Pata
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