domingo, 4 de noviembre de 2012

Seguridad, aborto: la derecha del oficialismo

Agustín Sur

Ya lo hemos dicho y afirmado: el peronismo es una expresión burguesa, definición de clase que se expresa en cualesquiera de sus variables: justicialismo, populismo, menemismo, kirchnerismo. Las variables pueden ir desde el más rancio conservadorismo derechoso, hasta un izquierdismo transformador, cuasi revolucionario.

Los rasgos ideológicos del Paco Pérez y su entorno, tienen un aire al del su antecesor en el gobierno provincial, el Jaque, quien compendió su programa de gestión antes de asumir con algo parecido a "soy conservador, amo a mi familia, y rezo a Dios y los santos evangelios todos los días". Y no se nos olvida de aquello de la seguridad casi cero, a su ministro ganso Aguinaga y el segundo de este, Carlos Rico, hoy procesado por haber sido un destacado represor de la dictadura genocida. Tuvo algunos toques kirchneristas, incluso una legítima representación santacruceña , la primera y más alta en Mendoza, a tanto que se lo tenía, en aquellos albores, como el único en la provincia.

Y ahora, este Pérez, su ministro Aranda y una pléyade de acompañantes que se corresponden en manifestarse como kirchneristas – cristinistas – de pura cepa, levantando sus banderas redentoras de lo popular y lo nacional, y en paralelo con gestiones y decisiones que se aproximan a la negación de lo que se proclama. En lo concerniente a la política de seguridad se expresa peligrosamente en el potenciamiento de las iras, el odio y el sentido de venganza enquistados en grupos de legisladores de todo pelaje, como los Casia, los Petri y los de la propia tropa, de resultas de lo cual se advierte una regresión a "zonas liberadas" para el gatillo fácil, la violencia en las sedes policiales, los recortes a los derechos de los privados de libertad, que se traslada a los escenarios donde se contiene a los delincuentes menores, como lo es el ex-COSE, donde el control y la guarda de esos menores se resuelve en una permanente violencia. Las rebeldías de los muchachos, propias de la situación de encierro, son respondidas por la golpiza y el mal trato cotidianos, con la mirada hacia otros costados de la dirigencia responsable.
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Y no menos crítica y con esa misma visión ideológica, es la cuestión del aborto en el seno del oficialismo. Tanto el mismo Pérez como su ministro de salud Carlos Díaz Russo y el asesor de gobierno Mosso Giannini, niegan adoptar las decisiones del llamado protocolo que tiene identidad nacional, para despenalizar, caso en que sea necesario, desde el punto de la salud y la vida, el aborto. Esta temática tiene aristas muy críticas, pero con un ingrediente político bastante grave, que es la negativa de la provincia a adoptar, decisiones oficialistas de la nación, ni la letra del código penal nacional, ni lo que dice la corte suprema. Tampoco se escucha el clamor de las víctimas reales y las potenciales, la mayoría de ellas mujeres, pùberes y niñas, que en todos los casos no han tenido la voluntad de quedar embarazadas. No son pocas, a tanto que superan a las de otras categorías de victimización que se producen en el país. Y en el mundo. Esta concepción es oscurantista, con olor a incienso.

Por lo tanto, aquí en Mendoza el aborto no solamente no está permitido sino que sigue siendo un delito. La seguridad y el aborto, ambos conceptos de derechos a la vida, están relegados en esta provincia.

La Quinta Pata

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