domingo, 11 de noviembre de 2012

Presidente Obama optimista ante el futuro pero republicanos le auguran un negro porvenir

Alfredo Saavedra

El presidente Obama rompió en llanto el jueves al agradecer a un grupo de jóvenes su apoyo durante la reciente campaña electoral, cuyas elecciones le dieron el triunfo para un segundo período como jefe de gobierno de los Estados Unidos, mientras que los líderes republicanos no ocultan su congoja por la derrota y se enzarzan en contradictorias declaraciones cuyo aspecto más relevante es su confeso propósito de oponerse a las iniciativas del gobernante.

En la reunión del jueves en la Casa Blanca, el presidente no pudo ocultar su emoción ante una audiencia compuesta por gente joven que integró las brigadas de colaboradores y voluntarios en la campaña que le aseguró otro período gubernamental. Fue significativa la presencia de los jóvenes que, según observadores, formaron las filas de legiones de votantes que se decidieron por la fórmula del partido Demócrata.

Pero ese entusiasmo contrasta con la actitud de los legisladores del partido Republicano, que han sido categóricos al declarar que no permitirán que el presidente Obama dirija entre sus objetivos de gobierno a cargar de impuestos a los ricos. No es de extrañar esa posición de los republicanos, representativos del poder económico y quienes tradicionalmente han sido consecuentes con el statu quo dominado por la expresión más conservadora del capitalismo.

En ese contexto el presidente de la cámara de representantes, dominada por los republicanos, John Bohener, dijo que su bancada de ninguna manera aprobará la creación de nuevas cargas fiscales que afecten al sector con mayores ingresos. Agregó en forma irónica que “que si el presidente Obama se porta bien, nosotros le seremos recíprocos” en una semántica de abierta amenaza. Lo peor para los sectores de la clase media y los estamentos pobres de la población es la resolución de los republicanos de obstaculizar todas las iniciativas del presidente Obama, para paliar los estragos de una situación económica, arruinada desde los tiempos del gobierno del presidente George W, Bush, en particular por el excesivo gasto que se incurrió en las guerras en Irak y Afganistán.
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Pero el mayor problema para el gobierno de Obama es el fenómeno del llamado “precipicio fiscal” constituido por el enorme déficit que enfrenta el estado. Para principiar el saneamiento de ese problema la administración ha planeado crear nuevas imposiciones a los sectores privilegiados con mayores ingresos, en oposición a los planes de los republicanos en que el ahorro para el equilibro deficitario se obtenga del corte en servicios para la población menos favorecida.

Mientras continúa el debate sobre lo que será la conducta del congreso nacional para el futuro, lo que se ha hecho evidente es que una mayoría de la población estadounidense se volcó a votar por Obama depositando su confianza en que las expectativas de salir del escollo en que se encuentra la nación, descansan sobre un proyecto que se orienta a la solución de los problemas que agobian a la mayoría, contrario a las políticas conservadoras que se inclinan por defender a la clase dominante representada por el poder económico.

Ante ese panorama, el candidato republicano, el exgobernador Mitt Romney, ha desaparecido de la escena política y surgido únicamente en los espacios gráficos de la sátira que lo hacen aparecer consumido por la derrota.

La Quinta Pata

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