domingo, 11 de noviembre de 2012

¿Qué eligió el pueblo estadounidense?

Évelin Torre

El pasado martes se llevaron a cabo en Estados Unidos las elecciones presidenciales que enfrentaron al demócrata Barak Obama y el republicano Mitt Romney.

Cabe aclarar que no eran estos los únicos aspirantes al mando, pues también se presentaron seis candidatos independientes que obtuvieron escasísimos votos, entre ellos los libertarios, que ni siquiera alcanzaron el 1%, y el Partido Verde, con menos de un 0,25%.

Estos números no reflejan precisamente malas propuestas sino la escasa o nula cobertura mediática que se les destinó aunque, claro está, el deplorable resultado obtenido será presentado por los medios como una muestra del valor insignificante de sus ideas.

Al margen de ello, apenas la mitad de la población mayor de 18 años se dirigió a las urnas y como resultado, el presidente Barak Obama fue reelecto.

No voy a desarrollar ahora sobre el cúmulo de promesas incumplidas por parte del Nobel de la Paz, como el cierre del centro de torturas de Guantánamo, la reforma migratoria, las “nuevas relaciones” con América Latina, el retiro de tropas de Oriente, el fin del bloqueo a Cuba, entre muchas otras, sino que voy a centrarme en otro aspecto: ¿Que eligió realmente el pueblo estadounidense?

Como bien sostienen algunos analistas de la política norteamericana, en Estados Unidos conviven dos gobiernos: uno transitorio, que surge del proceso electoral, y otro permanente, de facto y con mucha más importancia. Este segundo gobierno, que el pueblo no elige, es quien toma las decisiones fundamentales del rumbo de la política, imponiéndolas al ejecutivo y al congreso.
▼ Leer todo
Esta estructura de poder real está conformada por las grandes corporaciones económicas, siendo las más importantes la industria militar, la energética, el poder financiero y el entramado sanitario, entre otros.

La industria armamentista es, sin dudas, la más poderosa. En las últimas décadas Washington ha impulsado cuatro guerras en las que se ha gastado alrededor de dos billones de dólares: alrededor de 700.000 millones en Vietnam, 100.000 millones en la guerra del golfo, 800.000 millones en Irak y 320.000 millones en Afganistán, según datos del congreso. A esto hay que agregar que el presupuesto de defensa en Estados Unidos, ronda el 25% del total anual, es decir, casi un billón de dólares.

No es de extrañar entonces que el complejo de la industria militar estadounidense sea considerado como uno de los lobbies más importantes, cuyo poderío trasciende más allá de las fronteras, convirtiendo a Estados Unidos en el principal proveedor de violencia en el mundo.

Las empresas de energía no se quedan atrás, pues son las que deciden la política energética del país, movilizando miles de millones de dólares anualmente, y su poder mediático es tan grande que aún hoy se sigue suavizando el riesgo de emplear energía nuclear, pese a lo sucedido tras el terremoto de Japón.

Un caso interesante es el del poder financiero, responsable de la crisis económica de 2008 que les costó mucha credibilidad pero que no logró desplazarlos del poder, y muestra de ello es la paralización de decenas de leyes que buscaban corregir los excesos que llevaron al estallido de la crisis.

Miles de familias perdieron sus casas mientras el gobierno movilizaba los fondos para el rescate de los bancos.

También debemos mencionar al lobby sanitario. El sistema de salud es esencialmente privado, aunque el estado brinda cobertura gratuita a niños, ancianos, y otros colectivos concretos. Y precisamente, al no haber una red de hospitales públicos, el estado costea estos tratamientos en los servicios privados, mucho más caros.

Se estima que gasto sanitario en Estados Unidos representa un 17,6% de la renta nacional.

Y si bien, en 2009, Obama lanzó su nueva ley sanitaria conocida popularmente como “Obamacare”, pareciera que la situación de estas grandes corporaciones no se verá modificada, pues finalmente se aumentaron sus beneficios, promulgando la obligatoriedad de tener un seguro médico y todo sin cambiar la esencia del sistema privado de sanidad.

También podemos mencionar a las nuevas corporaciones tecnológicas que se vienen asomando y que intentan recuperar el tiempo perdido. No olvidemos que el lobby de internet ha conseguido paralizar dos leyes contra la piratería digital (las llamadas Ley para Parar la Piratería en Internet – SOPA en sus siglas en inglés – y la Ley para la Protección de la Propiedad Intelectual – PIPA) impulsadas por los generadores de contenidos.

Estos son solo algunos de los grupos de presión que actúan en el país del norte, tal vez los más importantes, pero no los únicos.

El pasado martes el pueblo votó por la reelección de Obama. En cierta forma, eligió lo “menos malo” pues es cierto que el actual presidente de Estados Unidos ha venido favoreciendo a los grandes grupos capitalistas, pero también es cierto que Romney forma parte de esos grupos. Es conocido que su esposa integra uno de los fondos buitres que acosa actualmente a la Argentina.

Además, durante la campaña, Romney sostuvo que reduciría aún más los impuestos a los ricos y que apoyaría enérgicamente a las fuerzas del mercado, que sabemos promueven las peores facetas del capitalismo, generando altísimos índices de pobreza y desigualdad social.

En suma, el pueblo estadounidense puso en la Casa Blanca, por los próximos cuatro años, al mejor de lo peor, pero no por ello se salvó de sufrir los entremeses de esa falsa democracia, que les promete el sueño americano pero que finalmente no pasa de ser eso, solo un sueño, pues los verdaderos detentadores del poder son y seguirán siendo los mismos, los próximos cuatro años y seguramente, muchos más.

La Quinta Pata

No hay comentarios :

Publicar un comentario