domingo, 16 de diciembre de 2012

“Clarín” olvidó que la impunidad es pasado

Ramón Ábalo

Al diario de los Noble, el de la madre apropiadora, el del Magnetto "cara cortada", le venimos haciendo "pito catalán" desde el mismo momento en que la Casa Rosada lanzó el proyecto de romper el monopolio mediático de “Clarín”, oligárquico e imperialista, entre otros.

Ya medio olvidado en la gestualidad del pueblo, al "pito catalán" habrá que reivindicarlo, como lo estamos haciendo, porque los tropezones de la estirpe de los Magnetto son abultados y esto ya es más que reiterativo. Pasaron tres años desde que se aprobó como ley por decisión del estado de que los monopolios son mala palabra, y hay que extirparlos como se hace con la mala hierba. Pero ese poder monopólico de Clarín , con el acompañamiento de La Nación , de los llamados periodistas independientes, todos al estilo Lanata, se ungen por las arcas del "clarinete". Ya desde aquel momento de la aparición del proyecto, se sucedieron de a miles los foros populares donde se discutía punto por punto, y se aprobaba el texto, en las legislaturas, en los colegios, en las universidades. En la calle y en la academia.

Y en Mendoza las expresiones se sucedieron sin que los representantes monopólicos locales lograran la más mínima aquiescencia de sus objetivos abortantes. Tal vez fue el primer foro, convocado por esos representantes, seguros de que esa puntada propia les permitiera una decisión colectiva favorable a esos objetivos. El dicho foro, montado entre gallos y medianoches, sin embargo, en horas, movilizó a militantes de los más diversos colores, tanto políticos como sociales, y en una histórica y maratónica jornada, a todo público, le dieron el sí a la ley, por una abrumadora mayoría. Ahí le hicimos, los mendocinos, el primer "pito catalán" al "clarinetismo" Después siguió una marcha multitudinaria, repitiéndose los foros en los lugares más alejados de los centros urbanos.
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Triunfalistas sobre los males de los sectores populares, se obnubilan ante sonoras, pero mínimas, señales como aquella 125 "del campo" cobista y posteriormente el triunfo electoral. El poder político estaba ahí nomás y brindaban con champán, y preveían que al estilo hondureño, un congreso adicto mayoritariamente era posible que se constituyera como elector de una presidencia acéfala por defección de una Cristina dolorida y debilitada políticamente. Después se tuvieron que tragar el 54 % de la reelección, y siguen de tropezón en tropezón, aunque el triunfalismo los recompone después de jornadas como aquella del 8N y el paro del sindicalismo capitalista de hace una quincena. Una porción de esa justicia clarinetista accedió a que sus patrones respiraran ese 7D, en la suposición que por meses y años más les extendiera el jolgorio. Pero al 7D, eufóricos cristinistas y sus variables populares, lo transformaron en el 9D, con una Plaza de Mayo y sus adyacencias abarrotadas de más de 400.000 militantes de la vida y la alegría como lo fue aquí en Mendoza. El parque cívico, un espacio verde de árboles y césped, entorno natural de la casa de gobierno, contuvo a más 15 mil, prácticamente un 80% jóvenes, amas de casa y sus hijos, laburantes, estudiantes, clase media, los que aspiran realmente a que el país y el mundo sean mejores para todos.

El termómetro clarinetista del humor ciudadano desde entonces le viene fallando al estilo de las diatribas apocalípticas de la Lilita, la Bullrich, la Estensssoro, el Macri, el Sanz, y una multitud que solo llena los salones del ocio destituyente, el campus de la Sociedad Rural, y se regodea con los cócteles en la embajada yanqui.

No obstante, para quienes pertenecemos al universo de la conciencia popular y nacional, nos abstenemos de practicar la ingenuidad de creer que el enemigo está derrotado. Solamente está herido, y por ello, más peligroso. Pero el momento bien vale un brindis: ¡¡¡salud!!!

La Quinta Pata

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