domingo, 9 de diciembre de 2012

“El único tren”

Nora Bruccoleri

a Alfonso, mi Padre

El único tren que nos está quedando.
El de la memoria.
Lo que fuimos.
Se lo escucha
por aquellos fundadores
de veredas férreas,
quebrachos en fraternidad
con vapores del porvenir,
azules ferroviarios
que fraguan desde un pasado siglo,
el destino honroso
que le dio sentido de país al país.
El despojo descarriló
faenas, estaciones, encuentros,
hasta el regazo de la esperanza.
Pero el pasado enciende,
nombra y asombra.
Es un ramal inclaudicable.
El único tren que nos está quedando.
El de la identidad.
Lo que somos.
Ella se horneó en las herrerías
de aquellos obreros,
prodigiosas lumbres de unidad.
Cómo no escribir el heroico viaje
de esas épocas en que la hombría
bajaba barreras a la opresión.
Porque desde las cumbres
de esclarecidas locomotoras,
desde los talleres del esfuerzo
y la conciencia de horizonte,
los forjadores de historias andantes,
los azules ferroviarios
tocan silbatos y campanas.

▼ Leer todo

Se apresta a partir
el único tren que nos está quedando.
El de lo cierto.
Lo que ocurre y ocurrió.
Pasajeros de estas tierras
hay señales, mensajes inconfundibles
que atraviesan tiempo y distancia.
La cretina quietud de las vías,
la ruina de motores
en el vagón miserable de la entrega,
el abandono de pueblos
que izaban lo cotidiano
con el ir y venir de los trenes,
los brazos del ajetreo, hoy deshabitados,
la soledad, el desamparo,
los relojes sin oficio...
Cuánta carga esperando
en el andén de la desidia.
Cuánta razón para echar a andar
lo que debe ocurrir.
El único tren que nos está quedando.
El de la dignidad.

La Quinta Pata

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