domingo, 23 de diciembre de 2012

Francia condecora a un mendocino por salvar a un aviador hace 71 años

La entrega anterior trabajamos con el mismo acontecimiento, pero con otra fuente de información. Aquí se agregan detalles y difieren circunstancias de las ya apuntadas, pero resulta útil el doble testimonio sobre todo para corroborar la riqueza de la mirada diferente.
Eduardo Paganini

Roxana Badaloni*


DEBUT Juan Gualberto García volará en avión por primera vez a París. En su valija lleva artesanías para el presidente Chirac.

El gobierno de Jacques Chirac le dará la medalla al mérito aeronáutico
Juan Gualberto García es un artesano de 85 años. El 19 de junio de 1930 rescató a Henry Guillaumet, héroe la aviación francesa. Hacía seis días que el piloto se había accidentado en la cordillera. Recién ahora lo premian.


A los 85 años, el artesano Juan Gualberto García recibirá de manos del presidente francés Jacques Chirac una condecoración por salvar la vida de un héroe nacional de la aviación francesa, Henri Guillaumet, 71 años atrás.

“Aviateur!” (aviador), fue la primera palabra que el entonces muchacho de 14 años escuchó del otro lado del arroyo Yaucha, en plena cordillera de Los Andes y a 200 kilómetros de la capital mendocina. García alcanzó a ver, a unos 10 metros de distancia, a un hombre que agitaba una bufanda y lo llamaba a los gritos. El chico se asustó, pensó que era un loco, y salió al trote para su puesto de cabras. Cuando le contó el episodio a su madre, la mujer pensó que podía ser el piloto que llevaba seis días desaparecido. Ordenó a su hijo ensillar el caballo y juntos regresaron a buscarlo.

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MEMORIA

Un pionero en el cielo argentine
Henry Guillaumet era piloto de la compañía aeropostal francesa que cubría el recorrido entre Buenos Aires, Santiago de Chile y Europa. Junto a sus amigos Antoine de Saint Exupéry y Jean Mermoz fueron pioneros de la aviación en Argentina y abrieron las rutas aéreas hacia Chile y la Patagonia.
El 13 de junio de 1930, cuando cruzaba la cordillera de Los Andes con correspondencia, una tormenta de nieve y viento arrastró su avión Potez 25/55 hacia las montañas del sur mendocino. El aviador divisó la laguna del Diamante, un espejo de agua que en invierno permanece congelado. Sobrevoló la zona hasta quedar sin combustible e intentó aterrizar. El avión se precipitó a tierra, pero el piloto sobrevivió.
Pasó la noche atrapado en el avión, cubierto con sacos postales. Siguiendo la corriente del río, caminó seis días y seis noches, para no congelarse. En la madrugada del séptimo día, el joven Juan García lo encontró.
El aviador de 26 años reveló que el deseo de reencontrarse con su esposa lo mantuvo vivo. “Ningún animal podría hacer lo que yo he hecho”, dijo. Desde ese momento, esa frase es utilizada como expresión popular francesa del esfuerzo.
Hoy se cumplen 71 años del accidente de Guillaumet. El piloto cayó junto a la laguna del Diamante y caminó seis días, sin abrigo suficiente para soportar el frío del invierno andino y una acumulación de un metro de nieve. El congelamiento de sus piernas comenzaba a inmovilizarlo cuando fue descubierto por el chico. Unas horas después, García volvió a su encuentro.

El joven puestero dejó a su madre montada en el caballo. Cruzó a pie el arroyo, ayudó al aviador a levantarse y, apoyado sobre su espalda, lo llevó hasta su casa. Ese gesto le salvó la vida al héroe francés. En agradecimiento, el gobierno de Chirac premiará al artesano con la Medalla al Mérito Aeronáutico, el próximo martes 19, el mismo día en que ocurrió el rescate.

A pocas horas de su primer viaje en avión, García repasa cada detalle de su encuentro con las máximas autoridades francesas y los descendientes de Guillaumet. No teme volar: “El avión no será más bellaco que un burro”, asegura. Todavía no ha pensado qué decirle a Chirac, pero espera “poder representar a los argentinos lo mejor posible”.

El artesano vive solo en una precaria vivienda de la villa Nueva Esperanza, en la Ciudad de Mendoza. Allí tiene su taller, apuntalado con palos desde que un viento de la precordillera amenazó con voltearlo. Cada tanto recibe la visita de alguno de sus seis hijos y 20 nietos. Y comparte con Lucio, su hijo menor, la pasión por las artesanías de cuero. Juntos atienden los fines de semana un puesto en la céntrica Plaza Independencia, aunque dicen que “poco se vende”.

Con la serenidad que dan los años, el abuelo pasa días trenzando con sus manos cintas de cuero que se transformarán en boleadoras, riendas y cintos de regalo para el presidente Chirac. Pero las horas previas al viaje a París están llenas de sorpresas para García. Ayer fue nombrado Ciudadano Ilustre del departamento de San Carlos, su lugar de nacimiento y donde ocurrió el accidente aéreo.

En compañía de sus hijos Lucio y María y varios nietos, García se trasladó 120 kilómetros desde la Capital hasta el fértil Valle de Uco. Hasta allí fue Clarín para escuchar su relato de la historia que fue contada por los diarios de la época y que inspiró al cineasta francés Jean Jacques Annaud para su película Alas de coraje.

“Anduvimos tres horas por la nieve. Sólo quien conoce la cordillera puede imaginarse lo que sufrió ese hombre”, recuerda con detalle el artesano.

Por qué ahora

Francia se tomó su tiempo. Pero cumplió, 71 años después. El día en que Juan Gualberto García
salvó a Hemy Guillaumet fue elegido por Air France para inaugurar su nueva empresa, una fusión
con tres compañías áreas regionales. El acto central será el martes en Le Bourget, el Salón Mundial
de laAeronáutica y el Espacio en París.
Habrá también homenajes a Antoine de Saint Exupéry y Jean Mennoz en Lyonn y Toulouse.
García viajará el viernes con la responsable de lamisión, Mónica Guiraud. El gobierno francés
cubrirá los gastos.
En la caminata de regreso al puesto, Guillaumet estuvo a punto de caer a un río torrentoso. García asegura que lo sostuvo de una mano hasta que llegó su madre para socorrerlos. El aviador venía encorvado, sin aliento. Entró en la casa, se sentó en un banco y estiró sus brazos sobre la mesa sin pronunciar palabra.

“Mamá me mandó corriendo a ordeñar leche de las cabras para hervirla en un jarro y dársela”, cuenta García. Guillaumet bebió dos tazas y quedó profundamente dormido. Al otro día, otro avión piloteado por su amigo, el escritor Antoine de Saint Exupéry, llegó hasta el puesto y lo trasladó a un hospital de la Capital.

La familia García apenas pudo saludar al aviador. La verdadera despedida ocurrió seis días después. Apenas recuperado de su caída, Guillamet subió a otro avión y volvió a sobrevolar la zona del accidente. “Pasó por encima del puesto. Estaba a 50 metros de altura, dio tres vueltas por encima nuestro y nos saludó”, describe Juan.

En 1939, a comienzos de la Segunda Guerra Mundial, en un vuelo de reconocimiento por las costas del Mediterráneo, el avión de Guillaumet fue derribado por los alemanes y murió.

En el homenaje del pueblo francés a sus héroes, Juan García ocupará un lugar privilegiado. Cortará las cintas de inauguración de Le Bourget, el salón Mundial de Aeronáutica y el Espacio. Vestido de gaucho y con sus artesanías, pero a pasos de la Torre Eiffel.


Baulero: Eduardo Paganini
*Corresponsal en Mendoza, Clarín. Información General. Miércoles 13 de junio de 2001

La Quinta Pata

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