domingo, 20 de enero de 2013

Construcción de un gueto en Las Heras

Ramón Ábalo

Varios lasherinos, específicamente del Barrio Covirpol, se manifestaban hace unos días, muy iracundamente, y gritaban a "estos negros de mierda los vamos aislar...y al que se pase para acá le metemos un balazo", y se dedicaron a poner ladrillo sobre ladrillo para que un muro los separe con los de enfrente, o sea los “negros de mierda” que han formado un asentamiento y al que le echan la culpa de la inseguridad que padecen.

En un momento de la Segunda Guerra Mundial, en la década del ‘40, los nazis, que habían invadido Polonia crearon una zona excluyente en Varsovia, la capital, obligando a decenas de miles de judíos polacos a vivir allí con la obligación de no traspasar los límites trazados. Se lo conoció como el Gueto de Varsovia. Un cordón de soldados alemanes custodiaba los límites para impedir las evasiones. Cuando se descubría a un judío intentar la evasión, una bala acababa con el problema.

Hace unos cinco años atrás, con el guiño de Macri, un barrio pretendió lo mismo con respecto a vecinos de una villa, empezando la construcción que dividía tajantemente a unos y otros. El pretexto, la seguridad, suponiendo que los de enfrente, los villeros, eran los culpables de sus vicisitudes cotidianas, en especial con esa cuestión de la seguridad. Pero los de enfrente no se quedaron con los brazos cruzados, y sin decir "agua va", lo destruyeron y así se abortó un intento urbano de discriminación masiva, aunque lo mismo ocurre, más disimuladamente, con estrategias inmobiliarias tipo vip, como los llamados barrios privados, donde igual ocurren los encontronazos humanos y el correr de la sangre y las triquiñuelas crematísticas expresadas en exuberantes cuentas bancarias y "transferencias" millonarias en las timbas de las bolsas bursátiles. Claro, en estos escenarios hollywoodenses esas miserias humanas no trascienden.
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En ausencia de Rubén Miranda, el intendente, puso la cara José Ginanneschi, concejal a cargo de la intendencia y la única explicación que dio fue que "le dijimos (a los vecinos del barrio) que el muro no era la solución...sin embargo, insistieron hasta que consiguieron la autorización...queremos resolver los de unos y otros (los del asentamiento son 140 familias). Hoy en día la gente hace divisiones y usa ligustrinas, alambrados...en los barrios nuevos hacen divisiones y medianeras. Este muro colindante no es una medianera, es el cierre y está permitido por la instrucción (instructivo) del loteo del barrio". Para el intendente medio trucho, el muro y el avance discriminatorio contra 140 familias, con sus bebés, niños, ancianos, madres, hijos, y hombres, o sea cientos de personas, de seres humanos, poco importan ante los delirios ideológicos de otros tantos que levantan el cuento de la seguridad-inseguridad, como bandera de redención.

En las últimas horas reapareció el intendente titular, Rubén Miranda y capo también del PJ, para afirmar que se ha llegado a una solución. Y ello de boca también de algunos de los integrantes del asentamiento, que sería el traslado del dicho asentamiento a otro terreno, "santificado y legalizado" para que la cooperativa que ya existe y los representa, levante viviendas "dignas", con la ayuda de la comuna. De lo que no se habla es del muro, pero los organismos de derechos humanos ya están en la tarea de que no hay solución si no se derriba lo ya construido del muro.

Es una cuestión fundamental y emblemática, política e ideológica que debe ser desterrada de raíz. Si queda en pie, este muro se irá incorporando en el lado oscuro de una porción de mendocinos -caceroleros incluidos - decididos a profundizar la cultura de la intolerancia, se extenderá por el resto de los recovecos inmobiliarios donde sean evidentes las contradicciones de clase: por un lado el privado, y por el otro, ahí nomás, enfrente, lo público, el asentamiento, la villa, los cartoneros, “los negros de mierda”, delincuentes y subversivos. Entre unos y otros, el muro como aquel del gueto de Varsovia. La historia no se repite, pero suele parecerse.

La Quinta Pata

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