domingo, 20 de enero de 2013

Una sociología para la liberación

Rolando Lazarte

A veces un texto muy simple, puede suscitarnos algunas preguntas muy necesarias. Me refiero al escrito de Alder Julio Ferreira Calado, sobre “La dinámica de la vida social: entre la normosis de lo instituido y la incesante búsqueda de auto renovación, publicado en “Consciência”.

Una de las cosas que más me llama la atención en el autor, es la capacidad de llevarnos a una reflexión en profundidad, a partir de la observación de ciertas prisiones comportamentales en las cuales con mucha facilidad caemos. Cuando un texto tiene estas características, creo que merece ser divulgado.

El texto que comento, tiene la virtud de llevar al lector o a la lectora, a hacerse algunas preguntas aparentemente triviales, pero que no lo son en absoluto. Una de ellas, la primera que se me ocurre: ¿hasta qué punto estoy siendo coherente con mis ideas o deseos de cambio social, en mi vida cotidiana?

Otra: ¿hasta qué punto existe alguna relación entre lo que digo creer, y la forma como vivo? Y una bastante incómoda: ¿hasta qué punto estoy siendo consecuente con una motivación muy íntima de actuar en pro del bien común, cuando se presentan ventajas personales por delante?

Todo esto en el contexto del debate — tan viejo como el mundo– del hiato entre discurso y práctica. Y lo más interesante es que el autor no adopta un tono condenatorio ni prescriptivo, una tentación en la cual frecuentemente caemos quienes nos ocupamos de la acción social o de su interpretación.

Yo creo que es importante prestar atención a estas preguntas, y a otras que surgen también de la lectura del texto que estoy comentando. Tal vez la más importante sea: ¿hasta qué punto estoy siendo creativo, en qué medida estoy usando mi propio discernimiento, o, al contrario, en qué medida he cedido y sigo cediendo a hábitos de obediencia a costumbres de sumisión y búsqueda de ventajas personales, muy sutilmente (o no tanto) asimiladas y tenidas como buenas en el contexto social en que vivo?

Frente al poder transformador de las preguntas que este texto sugiere, no puedo dejar de notar la enorme diferencia entre la sociología o las sociologías que se diluyen con el conocimiento y la experiencia popular en busca de un mundo mejor, más justo y fraterno, y las áridas y estériles divagaciones intelectualistas de tanto academicismo vano que medra a costas del dinero público, perpetuando castas dóciles a la dominación.

Foto: Pe. José Comblin

www.consciencia.net, 19 – 01 – 13

La Quinta Pata

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