domingo, 3 de marzo de 2013

El que quiera oír que oiga

Ingeniero Alberto Lucero

El autor de esta nota hace referencia a un artículo de Ramón Ábalo del 24 de febrero en la sección La Pata Semanal, a la vez que se expande sobre el tema de la minera brasileña Vale en Mendoza (N. del. E.).

Querido Ramón:

Felicitaciones. Claridad total en tus palabras y, como aprendimos en nuestra niñez: "El que quiera oír…que oiga".

Tema difícil y urticante, el de las Sales de Potasio en Malargüe. Un proyecto y un producto que solo es necesario para los grandes sojeros, que no solo se llevan el grano, sino también siglos de nutrientes en nuestros campos.

Un proyecto y un producto que, cuando se agote, dejará ¡200 hectáreas cubiertas con 50 metros de altura!, de sales desechables, mayormente ClNa, absolutamente inútiles pero con un grado de contaminación feroz para nuestros descendientes, desparramadas para toda la eternidad.

Un proyecto que piensa quemar un millón de metros cúbicos de gas por día (ellos saben de dónde lo sacarán y para ello, en paralelo, montan operativos mediáticos para convencernos de las bondades del fracking ), cantidad equivalente a todo el consumo de la provincia, sumados los comercios-particulares y estado.
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Un proyecto que inutilizará más de 86 millones de litros de agua por día, durante los próximos 40 años.
Este proyecto fue vendido por algún vendepatria que lo obtuvo de los archivos de la anterior YPF y lo vendió a la empresa anglo australiana Río Tinto.

Esta empresa, en pleno desguace del país en los ´90, planificó un método, acorde a los beneficios que parecía ofrecerle la Argentina, presuntamente condenada a vivir por siempre dentro de los cánones del neoliberalismo: salían las sales de potasio por camión desde el sur de Malargüe, casi en la frontera con Neuquén; allí embarcaban en un FFCC convenientemente privatizado, y cruzaban el país rumbo a Bahía Blanca, llegando a una terminal portuaria, también debidamente privatizada. Desde allí a Europa, desde donde nos indicarían la cantidad extraída (tal como ocurre con los otros proyectos megamineros que están siendo explotados al amparo de las leyes permisivas de los ´90) y, en función de esa indicación, nos pagarían el mísero 3% (previo descuento autorizado por el artículo 22-bis de la ley 24196, que deja ese valor en aproximadamente un 1,8% de lo declarado).

Pero…llegó el 2003. Llegó una nueva versión de país, que seguimos disfrutando y apoyando hoy. Llegó la libertad de opinar, reunirse, criticar, oponerse, (Puente Gualeguaychú cortado 2 años, hasta que Botnia negoció); advertencias en todo el país sobre la magnitud de la entrega, desde 1976 hasta el 2001, entre otras, de las riquezas del subsuelo.

La empresa Río Tinto empezó a ser objetada por los aspectos negativos del proyecto y, los que llevamos años luchando contra estos colosos, vimos como el directorio de la empresa, en Londres, invitaba a varios activistas sociales para escuchar de su boca las objeciones. Una vez que advirtieron que no podrían continuar alegremente con su negocio, decidieron venderlo y lo compró una empresa radicada en Brasil, con participación estatal pero con funcionamiento privado: Vale.

Esta empresa, por ser local, supo dónde apretar; dónde apostar; dónde poner y a quien sacar y así el proyecto fue avanzando.
Por supuesto, algunos personajes de la política local y varios del empresariado minero local, apoyaron cada movimiento de Vale para lograr el objetivo inicial.
Hoy, como bien citás y con seguridad, previamente planificado, VALE, que conoce nuestras debilidades, ajusta el nudo dónde más duele.

Empezó con bombos y platillos la etapa constructiva (2.000 personas y todo lo que la construcción implica) y en determinado momento, aduciendo varias razones, detiene el proyecto, dejando colgados del pincel a 2.000 hermanos, que gozaban de sueldos elevados y esperanzas de una vida mejor.

Llueven las respuestas del sector político debidamente planificadas; los medios hegemónicos transmitiendo comunicados prolijamente elaborados y la opinión pública interesada en que las fuentes de trabajo no se detengan.

Conclusión: El estado, que somos todos, asumirá costos que debía asumir Vale y el negocio para Vale, será aún más jugoso.
¿Que no es posible?
Como bien decís, Ramón, es una réplica de lo padecido por nuestros países desde hace 500 años.

Por suerte, ni vos, ni yo, ni miles más de mendocinos, decimos todo esto porque estemos involucrados con el ambientalismo internacional ni porque seamos parte de los grandes viñateros y bodegueros; ni pedimos volver a la época de las cavernas, sin la utilización de los minerales que han permitido al ser humano avanzar desde el paleolítico hasta hoy; ni estamos en contra del proyecto nacional; ni rehuimos el debate, al contrario, vivimos todos los días debatiendo, en todos los foros en que actuamos, estas problemáticas.

Y junto a miles de mendocinos, también consustanciados con el proyecto nacional, aprovechamos todos los espacios, incluso los festejos vendimiales, para advertir a nuestros conciudadanos del peligro que significan estos colosos financieros internacionales, que aprovechando todos los resquicios legales, siguen expoliando al país.
Vos, yo y miles más de mendocinos, solo queremos una provincia y un país mejor, no ya para nosotros, sino para nuestros hijos.
Solo eso.

Gracias otra vez, Ramón, por poner tu agudo intelecto también en estos temas. Y el que quiera oír…que oiga.
Abrazos.

Lucero

La Quinta Pata

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