domingo, 10 de marzo de 2013

La filosofía de Perón

Nuestro Baúl, como una caja de Pandora, prosigue dejando salir diversidad de materiales. El de hoy roza lo histórico y lo político, en torno de la figura rectora del general Perón con reflexiones que se autoconstituyen en aportes filosóficos. De por sí mismo polémico el núcleo temático, solo basta advertir al lector bienintencionado que el contexto en el que se produce este texto es el de la Argentina de los ’90 en pleno auge del proyecto menemista. Dato importante para poder cotejar la distancia entre verbo y praxis.
Eduardo Paganini

Carlos de la Rosa

En la historia argentina contemporánea la figura de Juan Domingo Perón se destaca no solo por la importancia política y social del modelo que él impulsó, sino también por la herencia filosófica y cultural que sus ideas representaron para muchos argentinos.
El justicialismo, como corriente histórica, se inscribe dentro de los movimientos nacionales y populares que en Latinoamérica hacen su aparición a partir de 1930. En Brasil, Getulio Vargas (1930-1945); en Colombia, Alfonso López Pumarejo (1934-1938); en México, Lázaro Cárdenas (1934-1940); en Perú, programas del Partido Aprista, por citar algunos ejemplos.
Estos movimientos surgen como procesos político-sociales que dan una respuesta propia al liberalismo y al comunismo de los países centrales y se conforman sobre la situación nacional en que surgen. Cada una de estas realidades históricas latinoamericanas tiene particularidades. En el caso del justicialismo, la profundidad filosófica de su cuerpo doctrinario es una de sus principales características.

Fundamentos filosóficos del justicialismo
Dentro del modelo justicialista, uno de los valores que destaca Perón es el de la ética, a la que le da un sentido comunitario. Dice Perón: “La historia nos indica que es imprescindible promover la ética individual, primero; desarrollar después la consecuente conducta social y desprender de ellas la conducta económica. La libertad se instala en los pueblos que poseen ética”. Para Perón, la ética tiene su sostén en la solidaridad enmarcada en la “comunidad organizada”.
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Perón presenta sus criterios respecto de las relaciones entre la comunidad y el hombre. Para él la dignificación humana se encuentra solo en la colaboración social. La negación de la solidaridad entre los hombres, propugnada por Hobbes en el Leviathan, a través de la concepción del “hombre lobo del hombre”, o de Marx con su afirmación “la historia de la humanidad es tan sólo la historia de las luchas de clases”, lo único que genera es la sobreestimación egoísta de los intereses propios y del materialismo. En contraposición a esto, Perón plantea: “... esta comunidad que persigue fines espirituales y materiales, que tiende a superarse, que anhela mejorar y ser más justa, más buena y más feliz, en la que el individuo puede realizarse y realizarla simultáneamente”.

Otro elemento que se destaca es la visión humanista integradora de la doctrina justicialista. Así, para Perón “la principal condición del conductor es conocer al hombre”, porque el hombre es el fin de la política. Pero no un grupo de hombres determinado, sino todos los hombres con sus situaciones, ideas y proyectos. De esta manera el justicialismo ha identificado su accionar con una organización movimientista, solidaria e integradora, en oposición a una visión partidocrática, individualista y disgregadora. Perón dice en este sentido: “Es necesario que el hombre tenga el concepto de la universalidad de la acción política (...) Porque las grandes causas están en los fenómenos integrales”.

El pensamiento visionario de Perón
Además, dentro del pensamiento de Juan Domingo Perón se encuentran grandes temas que lo configuran como un visionario, dado que problemáticas vigentes a fines de este siglo fueron pensadas por Perón hace casi 50 años. Entre esos temas se pueden destacar la preocupación por la ecología y por la integración continental y universalista. Con respecto a los peligros de no respetar el medio ambiente y sus consecuencias, Perón dice en el Modelo argentino para el Proyecto Nacional: “Necesitamos un hombre mentalmente nuevo en un mundo físicamente nuevo. No se puede construir una sociedad basada en el pleno desarrollo de la personalidad humana en un mundo viciado por la contaminación del ambiente”.

La cuestión de la integración continental y el proceso de globalización fueron vislumbrados por Perón, que se refiere a ellos en los siguientes términos. “El mundo futuro se está orientando hacia nuevas formas, en virtud de las cuales ya no tendrá sentido analizar los problemas como exclusivamente nacionales. (...) Los acuerdos a nivel nacional y las integraciones regionales son el primer paso para alcanzar la meta propuesta”.

Convocatoria de Perón a los jóvenes del ‘70: una vivencia existencial
A principios de la década del 70, Perón convocó a los jóvenes a sumarse a su proyecto, para garantizar el trasvasamiento generacional que permitiera la continuidad del movimiento justicialista.
Importantes grupos de jóvenes militantes e idealistas, que habíamos seguido de cerca las alternativas de la Revolución Cubana, del Mayo Francés o de la Guerra de Vietnam, respondimos al llamado de Juan Domingo Perón.

Algunos nos habíamos formado en la Doctrina Social de la Iglesia, y conocíamos a través de las encíclicas papales (Rerum Novarum, Cuadragesímo Anno, Pacem in Terris, Mater et Magistra, Laborem Exercens) de la importancia del plano humanista y social en los modelos políticos. Y encontramos en la doctrina justicialista un canal a través del cual realizar los valores del compromiso comunitario, la solidaridad social y la participación política democrática.

La incorporación de todos y cada uno de estos grupos de extracción territorial y universitaria al justicialismo (integralismo en Córdoba, humanismo en la UBA, por ejemplo) respondió a la búsqueda de una causa existencial, de una filosofía de vida en la cual poder patentizar, a través de la militancia y el trabajo político, los ideales por los cuales Perón nos convocó. Los jóvenes de entonces no pensamos que nuestra afiliación con el justicialismo era partidaria. Todo lo contrario, nos sentimos protagonistas de un proceso histórico-social profundo que significaba para la Argentina grandes cambios, que trascendían totalmente las estructuras de la partidocracia.

Para algunos, este compromiso militante significó la persecución, la cárcel, la tortura, la muerte o la desaparición. Fue tan grande y tan peligrosa para el establishment de entonces la presencia de los jóvenes peronistas, que fue esta agrupación política la que tuvo más desaparecidos durante la dictadura militar que tomó el poder en 1976.

Hoy, muchos de aquellos jóvenes conformamos un grupo de dirigentes políticos que, sin perder 1as raíces filosóficas e históricas de nuestros orígenes, hemos tenido capacidad de transformación para seguir dando vigencia al proyecto justicialista. Somos un grupo de hombres y mujeres que nunca perdimos nuestra vocación de trabajar constantemente con las bases, con la gente. Hombres y mujeres para los cuales el justicialismo sigue siendo una profunda filosofía de vida basada en la solidaridad y el compromiso.

Proyección histórica del modelo de Perón
La modernidad y vigencia del modelo justicialista llegando al año 2000 es evidente, teniendo en cuenta que los grandes temas de nuestro tiempo fueron planteados por Perón en su cuerpo doctrinario: la ética de la solidaridad, la integración continental y universalista y el tema ecológico. Hoy, para englobar todos esos aspectos hablamos de desarrollo humano sustentable, entendiendo por este no sólo la sustentabilidad del sistema social, sino la del hombre integrado con la naturaleza. El desarrollo humano considera al hombre “que se realiza en la comunidad que se realiza”, pero también observa la pertenencia del hombre a su ecosistema natural y la relación armónica que entre ellos se debe establecer.

Además, para que el proceso de globalización “nos encuentre unidos”, el desarrollo humano propugna un equilibrio entre la integración universalista y la preservación de la identidad de los pueblos. Hace 50 años Perón decía a este respecto: “...en la ansiada comunidad internacional, cada país debe asumir la mejor disposición para dar su aporte al bienestar de los demás, preservando su autonomía y capacidad de decisión”.

Así, la actualidad del modelo justicialista tiene su anclaje en un cuerpo doctrinario profundo, lo suficientemente flexible como para dar respuestas esenciales a las problemáticas políticas, sociales y culturales del mundo de hoy. En las palabras de Perón, presentes en la doctrina justicialista se puede leer: “Nuestro modelo político propone el ideal utópico de realizar dos tareas permanentes: acercar la realidad al ideal y revisar la validez de ese ideal para mantenerlo abierto a la realidad del futuro”.

Baulero: Eduardo Paganini

“Perón: Un líder del siglo: los 100 años de su natalicio” , Diario UNO, Suplemento Séptimo Día: Mas allá de las Noticias de la Semana, domingo 8 de octubre de 1995.
Ilustración: sin datos del autor.

La Quinta Pata

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