domingo, 10 de marzo de 2013

El adiós a un líder

Évelin Torre

Sin dudas, la noticia que marcó la semana fue la muerte del presidente venezolano, Hugo Chávez, que como todos los grandes líderes de la historia, despertó pasiones a favor y en contra.

Y es que los sectores capitalistas encontraron en Chávez a uno de sus peores adversarios, pues él denunció a la burguesía y arraigó ideas de igualdad social y democracia real que sacudieron al país.

En este sentido, Chávez fue artífice de una política que cambió definitivamente el rumbo de Venezuela y, también, de América Latina.

Ningún otro líder político ha defendido tanto las políticas antiimperialistas como él. Basta con recordar el ALCA, aquel ambicioso proyecto de Estados Unidos para América Latina, que se habría instalado entre nosotros si no fuera por el decisivo rechazo que impulsó el Comandante.

Y es que Chávez era consciente que las invasiones que hoy tienen lugar en oriente, mañana se pueden trasladar a nuestra América Latina, y por eso defendió como nadie la integración regional.

Estaba dispuesto a llevar a la práctica la idea de la patria grande de Simón Bolívar y para ello procuró que los intercambios entre los países latinoamericanos fueran mucho más allá de lo comercial, dejando de lado la lógica capitalista para reemplazarla por una lógica de solidaridad y reciprocidad.
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Impulsó el ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas), después el ALBA-TCP (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos) y logró la incorporación de Venezuela al Mercosur.

La CELAC (Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe) y la UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas) son otras instituciones de integración de los pueblos de América Latina y el Caribe a las que Chávez dio impulso.

Pero los logros de Chávez no se circunscribieron a este ámbito sino que fueron mucho más allá. Impulsó políticas sociales sin precedentes, especialmente, en las áreas de educación, salud y vivienda, y son la razón principal por la cual las clases populares de su país hoy no encuentran consuelo ante su muerte.

En catorce años, la desocupación bajó a menos de la mitad (del 15% al 7%), la pobreza extrema se redujo del 40% en 1996 al 7,3% actual y la informalidad laboral descendió del 53% al 43%. También aumentó el salario mínimo, que hoy, según la OIT, es el salario mínimo regional más alto.

Con sus campañas de alfabetización masiva, logró que la UNESCO declare a Venezuela “territorio libre de analfabetismo” y logró reducir la mortalidad infantil del 25 por 1000 al 13 por mil.

La nacionalización de empresas le valió muchos enemigos, especialmente inversores extranjeros, que desataron una sorprendente campaña de demonización de Chávez, tanto en Europa como en los Estados Unidos.

Esto demuestra que sus logros no fueron pocos ni insignificantes, y marcaron a fuego la historia y el corazón de su pueblo. Basta con ver esa “marea roja” que ha inundado las calles con lágrimas de desconsuelo y dolor, lo que resulta una postal casi inimaginable en otros lugares del mundo.

Y el vacío que deja la desaparición física de este líder lleva a muchos interrogantes, el más importante, quizás, es si existe la posibilidad de un chavismo sin Chávez. Y es que la forma tan particular de hacer política de éste líder tan carismático, constituye un desafío enorme.

Pensemos en las fuerzas armadas, que tan conflictivas han sido en Latinoamérica. Chávez logró una unión, de carácter progresista, que dio estabilidad al régimen pero que sin su presencia, podría volverse en contra de la revolución bolivariana, y fundamentalmente, de su espíritu democrático.

Por otro lado, la excesiva dependencia de los recursos naturales, especialmente del petróleo, puede resultar contraproducente si no es acompañada de un proceso de diversificación de la economía. Esto, sin perjuicio de los daños ambientales y los conflictos con las poblaciones indígenas, que ven avasalladas sus tierras.

En suma, quien pretenda continuar la tarea que eficazmente comenzó Chávez, tendrá que estar a la altura de las circunstancias y deberá desarrollar la capacidad unificadora de la que gozaba el Comandante.

En conclusión, nos ha dejado un hombre extraordinario, imprescindible. Un hombre que supo continuar los pasos de San Martín, Bolívar y del Che Guevara; que le declaró la guerra al neoliberalismo cuando este se paseaba a sus anchas por la región.

Muchos lo tildan de dictador, pero fue el único presidente en la historia de la humanidad que puso su cargo a disposición pueblo a través de un referéndum, y el pueblo lo convalidó en las urnas con un casi 60% de los votos.

Hugo Chávez ha entrado por la puerta grande a la galería de los héroes latinoamericanos y seguirá viviendo en el pueblo venezolano y en nuestra Latinoamérica, que no dejará de luchar hasta alcanzar su tan preciada unidad.

La Quinta Pata

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