domingo, 7 de abril de 2013

Los errores de ayer y las hipocresías de hoy

Franco D´Amelio

Las elecciones legislativas para este año se realizarán recién en octubre en el ámbito nacional y en noviembre en las provincias, sin embargo de manera claramente sugestiva ya comienzan a figurar algunos rostros en la cartelería de la vía pública mendocina que adelantan el panorama electoral 2013.

Algo que resulta verdaderamente llamativo y que fue en gran parte el detonador que motivó a la producción de esta nota fue la reciente publicación realizada por un miembro el centenario Partido Demócrata. En ella figuraba el reconocido rostro del periodista y dirigente partidario Luis Rosales, conocido por haber sido el diputado más joven de la historia provincial y por haber sentado las bases para la creación del ministerio de turismo mendocino.

Independientemente del candidato, lo que resulta claramente inquietante – o al menos llamativo – es la frase gancho que acompaña la imagen de Rosales: “Desde Mendoza, para frenar la censura K”. El texto además de lograr el efecto de shock que pretende para captar la atención del público, es una contradicción en sí mismo.

Partiendo de la base de ser un tanto insólito y hasta absurdo hablar de censura a través de un medio de difusión público de manera legal como lo es la publicidad gráfica sin haber recibido ningún tipo de sanción, creo que hay algunos puntos que deberían o deberíamos detenernos a repensar.

Por un lado la ya citada contradicción es tan solo un ataque, una ‘oposición’ (término un tanto desgastado últimamente) al discurso oficial. Sin embargo cualquier estudioso del análisis del discurso sabe que en toda argumentación no basta simplemente con oponerse a los postulados del contrincante o del discurso imperante, si no que para ser un verdadero contraargumento es necesario no solo la negación sino el ofrecer una propuesta superadora. Algo aún desconocido viniendo del Partido Demócrata.
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El otro gran punto en esta maraña de contradicciones es un aspecto histórico que a pesar de los años no pierde vigencia sino que “está guardado en la memoria” como diría el cantautor León Gieco. Se trata de las vinculaciones directas del Parido Demócrata mendocino con una dictadura militar.

El 28 de julio de 1966 la Argentina sufre otro golpe de estado que derroca al presidente Illia. La llamada “Revolución Argentina” sustituyó a un presidente democrático para colocar a representantes de las fuerzas armadas. El primero fue Onganía, luego le siguió Levingston y finalmente Alejandro Lanusse desde 1971 hasta a 1973.

Durante el gobierno de este último dictador en la provincia de Mendoza no se asignó a un representante del ejército u otra fuerza de seguridad sino a un civil: Francisco Gabrielli. Este ya había sido gobernador provincial en los 60s como dirigente del Partido Demócrata y si bien su mandato fue interrumpido por el golpe de estado del ‘62, no tardó en acomodarse para desempeñar el cargo de interventor de facto desde 1970 hasta 1972 en otra dictadura. Su breve “gobernación” finalizó cuando debió renunciar como consecuencia de las fuertes revueltas denominadas “Mendozazo”, en 1972 que dejaron como saldo la muerte de tres civiles, la desaparición de otros y una cantidad significativa de heridos.

Ahora bien, ¿no es acaso un acto de hipocresía hablar de la supuesta censura en un gobierno democrático desde un partido político que colaboró activamente en una dictadura?

En cuanto a contradicciones tampoco se deben olvidar las extrañas alianzas políticas de las cuales participaron el PD y el mismo Rosales en las elecciones presidenciales de 2011. Conformando el frente Compromiso Federal en el cual no solo se aliaron con el PRO sino con el ‘peronismo disidente’ de Rodríguez Saá (interesante siendo que el PD colaboró en la proscripción del peronismo).

Algunas cosas que quizás deberían reflexionarse antes de poner el sobre en las urnas de octubre.

La Quinta Pata

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