domingo, 2 de junio de 2013

Una sola vida

Rolando Lazarte

Indisociabildidad de la vida cristiana o vida espiritual, religiosa, etc., y la vida diaria, cotidiana, personal, etc. Muchas veces nos preguntamos qué tiene que ver mi vida espiritual, mis creencias, mi fe, con la forma como vivo, con las cosas que hago todos los días, con las maneras como me relaciono con mi trabajo, con mis actividades, con las personas que encuentro todos los días.

En otras palabras: ¿qué tiene que ver mi fe con mi vida? Estas preguntas pueden llevarnos a un examen de conciencia en profundidad, a una mirada hacia adentro y también a nuestro alrededor, en busca de respuestas. En la medida en que mi fe, mi espiritualidad o mi religiosidad, sean o vayan siendo algo cada vez más vivo y verdadero en mi vida, se podrá ir cerrando la brecha que separa la vida en dos: esto es sagrado, y es el dominio de la religión o de la espiritualidad, y esto es profano o mundano, y allí cada uno o cada uno se orienta como le parezca mejor.

Obviamente, no me coloco en la postura de quien pueda estar queriendo dar respuestas conclusivas. Más bien, trato de ponerme en la perspectiva de quien quiere aprender. Y en este aprendizaje, valen tanto las reflexiones, como la práctica o las prácticas. ¿En qué medida, a lo largo de mi vida, he ido y continúo yendo más en dirección a una vida integrada? Debo decir que en este asunto, la influencia de mi madre y de mi padre, así como de mi esposa y hermanos, bien como de mis compañeros y compañeras, de mi caminar, han sido y continúan siendo de una importancia decisiva.

Nada substituye, sin embargo, la decisión personal, la certeza adquirida en nosotros mismos, acerca de lo que debemos hacer, lo que es justo, lo que nos da plenitud y paz. En este sentido, identifico varias áreas interconectadas, en las cuales he encontrado y sigo encontrando un sentido de unidad. Un sentido de superación de la muerte en vida, un fantasma que me persiguió durante buena parte de mi vida.
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Creo que fue en las ruedas de Terapia Comunitaria Integrativa y en las actividades en salud mental comunitaria, donde más fuertemente fui encontrando una posibilidad de vida plena. Rompiendo con la esquizofrenia universitaria y con el autismo intelectualista, así como también tomando distancia de la victimización. El ejercicio de escribir y la lectura de libros de literatura y poemas, me fueron trayendo de vuelta a un sentido de humanidad y de pertenencia.

Estos son procesos en marcha, procesos que continúan ocurriendo. Y debo decir, con toda franqueza, que fue y continua siendo en el campo de la Terapia Comunitaria Integrativa, donde fui encontrando evidencias de que era posible vivir una vida una, una única vida, una vida integrada. Esto, como dije y repito, no es algo que fue alcanzado de una vez para siempre, sino algo que sigue dándose, sigue teniendo lugar.

Empecé a darme cuenta, por la convivencia con personas de diferentes clases sociales y distintos niveles de instrucción, de que había denominadores comunes, puntos muy parecidos en las historias de vida de cada uno, de cada una. Fui perdiendo la sensación de ser un extraño. Y en las formaciones en Terapia Comunitaria Integrativa de las cuales he participado, tanto en Paraíba, el estado brasileño donde vivo, como en Uruguay y en Argentina, he sentido unas sensaciones que no sentí en ningún otro lugar. Ni en templos ni santuarios, que sin embargo continúo respetando y visitando.

Es por eso que hoy puedo, con mucha simplicidad y humildad, decir que verdaderamente no hay nada más sagrado que una persona volver a ser ella misma. La persona volver a ser quien ella es. Ella se había olvidado de sí misma, se había extrañado y alienado de sí misma en un mundo competitivo y violento, separativo, excluyente, fragmentador. Pero es posible volver. Estamos siempre volviendo.

Mencioné más arriba que también la literatura, el escribir, me fueron dando reflejos de mí mismo. Fui encontrándome tanto en los libros que leía, como en las crónicas y libros que fui escribiendo. Lo sigo haciendo. El camino es incesante. Obviamente, mi incorporación a Kairós-Nós Também Somos Igreja(*), fue decisiva, en este camino de reencuentro, de re-sacralización de la vida.

(*) http://kairosnostambemsomosigreja.wordpress.com/

La Quinta Pata

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