domingo, 28 de julio de 2013

Falleció el poeta mendocino Teny Alós

Eduardo Paganini

Hoy 27 de julio, falleció con poco más de 50 años, cerca de su Dorrego natal, el poeta Teny Alós.
Alejado —por propia autoconvocatoria— de las academias y clubes del talento, y mucho más aún de toda dádiva oficial y benefactora de la mano blanca de políticos y funcionarios de turno, transcurrió la construcción de su poesía de manera consecuente.

Ilustración de Susana Viñuela en La isla encendida

Esa tenacidad devino en una respetable serie de sucesivos libros de poesía, que publicó a su entera costa, alucinando esa responsabilidad a una fantasmagórica empresa: la Editorial Espantosa.
También hombre de radio, personaje, cuidadoso generador de contenidos.
Lo mencionado son datos concretos aislados que procuran otorgar cierta noción de rebeldía como una esencia —con perdón de los materialistas y con permiso de los metafísicos— que subyace en su tarea de la palabra. Por ello es que tensó cuerdas, provocó conductas, innovó modos expresivos, leyó y se cultivó a gusto y piacere en extensión y con intensión, debatió, polemizó, se silenció, se equivocó y/o acertó.

Hasta aquí, hechos y cualidades que pueden caerle a cualquiera, pero en el caso de Teny Alós se suma una característica singular: la firme voluntad de buscar e intentar expresar la frase inaudita, la combinación de palabras inédita, la sintaxis sorpresiva. Un trabajo de relojería y hachero al mismo tiempo, labrar la mole de piedra que es el lenguaje con herramientas de orfebre, jugar al choque de vocablos como quien cruza cables para ver cuántas chispas saltan en la oscuridad cotidiana.

Afectada su salud, al igual que el algarrobo que frente a la sequía multiplica sus frutos, se volcó a publicar, a escribir y a hacer escribir. En poco más de un año editó —con ilustraciones de Susana Viñuela— La isla encendida y hacía pocas semanas se presentó en público Semillas de oceanidad (ver nota la 5ª Pata), durante el año anterior había codirigido el Taller de Escritura El Astillero en la ciudad de Mendoza. Estaba trabajando en la edición de otro texto de poesía, que por fortuna para todos llegará a buen fin, el de la circulación a través de su publicación merced al empeño de su amigo Ulises Naranjo y el empuje de familiares y amigos.

¿Qué es lo que hace que un ser humano común y corriente sea, además, poeta o poetisa? Escribir…? el deseo de escribir…? El deseo por sí solo no suele ser suficiente, aunque sí necesario… Mucho se ha debatido y seguirá debatiéndose, pero en el caso de Teny Alós sospecho que su atributo de poeta le cabe cuando con sus versos nos pega esas cachetadas inesperadas y frente a nuestra reacción buscando la descarga, otros versos nos esperan con una sonrisa compasiva y nos dicen en tono fraterno: ¿qué otra cosa esperabas?

No
voy a atender
a los cantos de la muerte,
no.
A ese desafío
con cartas marcadas.
Lo que quede de mí, está de este lado.
Soy, he sido, tiempo.
Eso es todo lo que hay, lo que habrá.
Somos una frase que se termina antes del punto final.
La vida es irreparablemente hermosa.
De Semillas de oceanidad, 2012

La Quinta Pata

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