domingo, 22 de septiembre de 2013

Buitres y halcones de vuelo corto

Ramón Ábalo

Con más amplitud lo dijo la Cristina presidenta durante un reportaje: buitres de la deuda y halcones de la guerra. No fue una expresión al boleo sino una síntesis de sabiduría política, saber práctico de la acción política, el ejercicio cotidiano y racional de la política. La "cintura política", expresión de profunda raigambre popular argentina que no encajan en los manuales "de las zonceras argentinas", esos manuales donde abrevan su rencor de clase oligarcas de poco pelo, burgueses dolarizados "made in U$A" y pequeños burgueses "progres", teóricos ambulantes por territorios mediáticos, los "pequebus" que decía el gran poeta Armando Tejada Gómez cuando se refería a los titubeos ideológicos de revolucionarios de café, que aplauden a Lenín y Fidel, pero leen a Clarín y La Nación o Los Andes.

Tampoco son buitres ni halcones pero se mimetizan como tales al aprobar a los que como tales imperan en el mundo mediante la prepotencia, el chantaje y la violencia. Hasta hace una década atrás tuvieron el poder político de las manos del poder económico y financiero, pendientes de las señales de la Sociedad Rural, los monopolios y la embajada yanqui en Buenos Aires.

No son ajenos a esa clase los dirigentes de partidos políticos, sindicales y organizaciones sociales que se dibujan con el barniz de popular y nacional, y que aquí en Mendoza, abjuraron de lo nacional para priorizar el "mendocinismo", y lo popular lo monitorearon desde la comodidad de los despachos oficiales y partidarios. Lo de "mendocinismo" fue el esbozo de un anticristinismo (o kirchnerismo), un gesto que dejó al descubierto lo que no es difícil visualizar en un partido, el justicialismo, con claras definiciones interiores de clases: derecha e izquierda, burócratas y laburantes. Aunque no es tan así porque uno de los extremos, es decir, el de la izquierda, tiene identidad prácticamente por fuera de la organicidad partidaria. Una división realmente de clase e ideológica, por lo que es válido agudizar el análisis, para enfrentar las contiendas, más allá de lo electoral, que se vienen en el horizonte y la realidad de la Argentina y Latinoamérica, para enfrentarlo y salir ganancioso. Y aquí la herramienta, al menos una de ellas, puede ser el PJ.

Es necesario ubicar al capital concentrado como el enemigo principal y avanzar decididamente desde el Estado y con el pueblo contra todos los que se oponen a radicalizar los cambios. Son los buitres y los halcones, poderosos por cierto, pero hay consenso social y recursos humanos y financieros para que no se dilate más la decisión de tomar el control absoluto de las áreas de transporte, energía, salud y educación, estableciendo las regulaciones necesarias en todas las áreas de la producción y el manejo directo del comercio exterior y la banca.

¿Hasta dónde alcanza con las expresiones de deseos y la voluntad de cambio si no se dan pasos concretos en la transformación de una matriz productiva profundamente determinada por la lógica de mercado y la iniciativa privada? Dos ejes de viejos y nuevos liberalismos, que al ser tolerados en su existencia y consecuencias, alejan las pretensiones de una economía social fuera de esos parámetros. Y peor aún, consolidan las intenciones regresivas de los capitales concentrados del agro, la industria y las finanzas, que comandan la economía y vetan los progresos democráticos.

Y claro, para conseguir esto no alcanza con el voluntarismo ni expresiones triunfalistas. Hay que ganar la calle con una acción política cotidiana, la juventud como vanguardia de esa cotidianeidad y el fervor de la mística a partir del compromiso con los ideales de la revolución socialista del siglo XXI.

La Quinta Pata

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