domingo, 22 de septiembre de 2013

Los Viñedos y bodegas (entre 1890 y 1900) I

Eduardo Paganini

Breve referencia histórica la que trae hoy EL BAÚL a sus lectores, vinculada con el inicio de la vitivinicultura como vector significativo dentro de las economías regionales en la bisagra del siglo XIX y XX. Síntesis de datos que vuelven a recordar la influencia de apellidos gringos que montaron sus empresas para dedicarse a la producción de la bebida que hoy caracteriza a Cuyo todo y a Mendoza en particular.

Pero tampoco deja de ser interesante la fuente de información: un folletito cuidadosamente encuadernado que se anexaba al ejemplar del Diario Crónica de masiva circulación y costo accesible: otro claro ejemplo del loable esfuerzo por divulgar, por llevar conocimiento científico a un amplio público; pero al mismo tiempo la paradoja de estar impreso fuera del país, restringiendo así el acceso al trabajo a imprentas nacionales y a sus trabajadores: un signo de época, que también impactó en las economías regionales...

Introducción

Los nuevos campos de la antigua frontera se habían convertido en emporios de trigo y alfalfa; los vinos cuyanos empezaban a ganar el mercado nacional y mejoraban su calidad con cepas traídas de Europa; el azúcar tucumano, protegido por una legislación adecuada, hacía prosperar los ingenios; Córdoba se beneficiaba de su condición de paso obligado entre el Litoral y el interior. Pero otras regiones argentinas, sobre todo el Noroeste, el Nordeste y la Pampa seca, se veían marginadas del progreso; la tala de bosques modificaba la ecología santiagueña, y el quebracho del territorio chaqueño se explotaba a un costo social enorme.

Las economías regionales

En la última década del siglo XIX la Argentina parecía lanzada a un irrefrenable proceso de crecimiento. En la Pampa húmeda surgió una poderosa estructura económica, favorecida por un escenario geográfico excepcionalmente adecuado para las tareas agropecuarias. Pero las transformaciones abarcaron un ámbito limitado en relación con la superficie total del país.
El desarrollo de las distintas regiones argentinas no fue
equilibrado, pues a medida que aumentaba la riqueza pampeana, el abismo con las demás áreas se tornaba evidente. De éstas, sólo tuvieron reales posibilidades de prosperar el Tucumán del azúcar y Cuyo con la vitivinicultura, en parte gracias al hecho de que sus elites gobernantes ostentaron actitudes favorables al crecimiento. Otras actividades, por ejemplo la explotación de los bosques chaqueños, se expandieron también en función de las necesidades de la exportación. En el resto del país, las antaño florecientes industrias artesanales experimentaron una lenta pero inexorable decadencia. Sin embargo, entre 1890 y 1900, a pesar de los terremotos y de las inundaciones, de las sequías y de la langosta, fueron mayores los logros alcanzados por las economías regionales en su conjunto que los aspectos negativos que acabamos de indicar.

Varios autores, "Las economías regionales en Nuestro Siglo: Historia de la Argentina", Buenos Aires, 1992, Editorial Sarmiento-Diario Crónica, Director: Félix Luna. Impreso en Colombia

La Quinta Pata

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