domingo, 8 de diciembre de 2013

A treinta años, riesgos y anomalías

Carlos Almenara

El 10 de diciembre se conmemoran treinta años de gobiernos constitucionales y representantes elegidos por el voto popular.

Podríamos hacer un excurso sobre qué implicó el período de Duhalde a cargo de la presidencia pero digamos que los problemas se resolvieron en el marco institucional.

Podríamos también poner en discusión los distintos modelos de democracia. Se acepta demasiado fácilmente que el hecho de que votar cada cuatro años presidente, gobernador e intendente y cada dos a legisladores de cada nivel estatal es indicador necesario y suficiente de funcionamiento democrático.

Prescindo de estos problemas.

Me preocupa destacar que efectivamente el consenso de que al poder estatal se llega por los votos es un acuerdo social de enorme valor, un acuerdo a sostener y defender.

Hay peligros de nuevo cuño que difieren de los fantasmas que nos atemorizaron durante el S XX. Ya no parecen ser las fuerzas militares la principal amenaza a las democracias. Aparecen las policías como riesgos de nuevo tipo. Las fuerzas de seguridad privada también constituyen un factor sobre el que hay que tomar nota.

Sin embargo, a mi criterio, hay una moneda en el aire, hay una discusión planteada que es el nudo que permitirá la profundización de la democracia o al contrario una regresión a modo alineativos más o menos violentos.

Me refiero a la batalla semiótica, la disputa por los significados, el litigio de las creencias e interpretaciones. El desembozado ataque del grupo Clarín a la democracia según un relato macartista que disciplinadamente ejecuta desde el primer al último de sus comunicadores lleva al paroxismo la tensión de nuestra sociedad. La disputa es entre una construcción de sentido compleja y plural, con una que hace hablar el discurso corporativo desde los incautos que no ven otro modo de socialización que la referencia a la pantalla. Esta batalla es una verdadera “anomalía” de nuestro país y pocos más como Ecuador.

La gran defección en esta disputa es la de los “políticos” entregados a Clarín. Es una defección que a priori aparece contra natura, toda vez que la lógica Clarín es antipolítica.

Con treinta años de gobiernos democráticos estamos en plena pelea. Es fundamental reconstruir un consenso amplio en torno a que no puede ser Clarín quien marque los límites de nuestro pueblo. Es una lucha muy difícil. Pero no le quepa duda a quien tenga cualquier inquietud de un mundo mejor, la condición de posibilidad para ello es terminar con la fenomenal maquinaria semiótica de Clarín.

La Quinta Pata

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