domingo, 29 de diciembre de 2013

Malala, valiente niña de Pakistán, persona más destacada del año

Alfredo Saavedra

No por efecto de encuestas, sino por un consenso de organizaciones no gubernamentales y entidades particulares de reconocida importancia en el mundo, Malala Yousafzai, la niña de 15 años de edad, que asombró al mundo por su protagonismo en favor del derecho a la educación de la mujer en su país Pakistán y el entorno geográfico circundante, ha sido considerada la persona más destacada del año 2013. El escenario de su presencia fue la ciudad de Mingora, del atractivo Valle de Swat, bordeado de nevadas cúspides pero también su población acosada por el dominio del sectarismo Talibán que, con su práctica fundamentalista del Islam, se empeña en coartar el derecho de las mujeres a la educación.

Malala Yousafzai asombró a los periodistas cuando, a la edad de 11 años, presentada en el Club de Prensa de la provincial capital de Peshawar, expresó: “Por qué los Talibán me van a arrebatar el derecho a la educación”. La audiencia quedó perpleja de que aquella niña tuviera el valor de desafiar con su pensamiento a tan peligroso sector. Muchos comentaron entonces que tan temerario acto de valor era comprometedor de la seguridad de la joven que ya por entonces manejaba una página en el bloque de la importante cadena noticiosa BBC, donde en idioma Urdu exponía sus ideas en favor de la educación para la mujer.

El presagio sobre el riesgo temido llegó a consumarse el 9 de octubre del año pasado cuando Malala viajaba en el autobús escolar hacia su casa. Un hombre armado entró al vehículo y en medio de los aterrorizados escolares disparó contra la joven, por entonces de 15 años, cayendo herida de gravedad, baleada en el cuello y el cráneo. Aunque auxiliada de emergencia en un hospital de la localidad, fue llevada a Inglaterra donde, en el hospital Queen Elizabeth, de Birmingham, recibió la atención que la recuperó para más tarde reincorporarse a la vida normal. Sin embargo, la joven activista no podrá retornar a corto plazo a su país, pues pesa sobre ella la amenaza de los talibanes, en situación que no deja lugar a la incertidumbre, ya que después del atentado en su contra 14 niñas fueron asesinadas cuando viajaban en un bus escolar en el distrito de Quetta, cercano a su localidad, agregado a eso el ataque contra otras dos jovencitas de su escuela, que al salvarse fueron llevadas también a Inglaterra para evitarles inminentes riesgos.

La joven Malala, ahora de 16 años, tuvo de preceptor a su padre Ziauddin Yousafzai, un profesor y activista social que tiene la certidumbre de que el futuro de Pakistan está en la contribución de las mujeres por medio del proceso educativo. Igual que otros activistas locales, Yousafzai desafía las dificultades para la práctica de sus ideales frente al riesgo de morir por la omnipresente amenaza de los fundamentalistas Talibanes, empeñados en someter por el terror a los habitantes.

La joven activista fue invitada para hablar ante el foro de la juventud de Naciones Unidas, en Nueva York, donde con la presencia del secretario general de ese organismo, señor Ban Ki-moon y una concurrida asistencia, Malala declaró: “Los talibanes creyeron que con sus amenazas cambiarían mis metas y detendrían mis propósitos, pero nada cambió en mi vida, excepto que las flaquezas, el miedo y la desesperanza terminaron aquel día del atentado. Soy la misma Malala, mis propósitos son los mismos, mis esperanzas son las mismas. No quiero ser conocida como la muchacha que los talibanes quisieron matar, sino como la que lucha por sus derechos. Los extremistas le temen a la pluma y los libros; el poder de la educación en la mujer los asusta”.

Discurso que fue recibido con emoción por quienes escucharon a la joven que para mayor símbolo de su cruzada lució ese día un chal que perteneció a Benazir Bhuto, la exgobernante de Pakistán, prestigiosa por su talento y vocación democrática y asesinada presumiblemente por los talibanes. El secretario general de la ONU declaró de forma oficial la fecha de esa presentación el Día de Malala.

Porque Malala con su presencia en la red social desde los 11 años abogando por el derecho a la educación de las mujeres en su medio, negado por el extremismo islamista, se ha convertido en una expresión universal en un mundo en que el acceso a la educación está vedado a mujeres y hombres también, por circunstancias diversas en la esfera de las diferentes culturas del planeta. Los propósitos de Malala abarcan también la preocupación porque cese el tráfico de niños, los matrimonios en menores y su explotación por el trabajo.

Un repudio generalizado han capitalizado los talibanes por el ataque contra Malala y un consenso de opinión sostiene que el resultado de esa acción fue convertir a la joven en un símbolo, naturalizado con su pensamiento al exclamar: “Por nuestro derecho a vivir en paz, por nuestro derecho a la educación escolar”. El atentado contra ella y todas las niñas víctimas del extremismo Talibán, ha sido considerado una violación al tradicional código Pashtunwali que establece la prohibición de hacer daño a los niños. Código de honor que rige dentro de la cultura Pashtun, prevaleciente en la región.

Pero los talibanes desplegaron una campaña de difamación contra Malala, propalando de forma mendaz que la activista estaba al servicio de los intereses de Occidente, lo que de alguna forma impactó en núcleos de la población de Pakistán que repudian los ataques con los drones (Zánganos) aviones teledirigidos por acción de Estados Unidos, que han hecho estragos en la población civil no vinculada al establecimiento Talibán. El infundio se originó por el escozor causado a los talibanes ante la atención recibida por Malala en el exterior, en servicio de su recuperación y por la exaltación de su causa, considerada ya de dimensión mundial.

No obstante la mezquina actitud de sus detractores, Malala es acreedora de la veneración de muchos miles de admiradores que miden su cruzada como uno de los acontecimientos de mayor relevancia en los tiempos modernos. La universalidad de Malala se fundamenta en la virtud de haber surgido como germinación de una mujer renovadora del concepto de justicia, no solo para sus congéneres las niñas escolares sino para los seres humanos en su totalidad.

Del torrente de fotos publicadas de esta singular niña, destaca la impresionante del fotógrafo Asim Hafeez, publicada en página frontal por la revista Time, donde aparece radiante con sus húmedos ojos castaños llenos de luz, como un manantial de ternura. Su boca obsequia una sonrisa tímida, casi enigmática, que irradia el amor que destella en su mirada, para festejo en su cara ovalada, con la redondez que tiene todo lo honrado de su figura que por el hijab (manto musulmán) parece envolver la imagen de una virgen conmemorando un mundo perfecto, en la inauguración de la auténtica justicia.


La Quinta Pata

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