domingo, 9 de febrero de 2014

Escribir

Rolando Lazarte

El escribir se había transformado, para él, en la más rápida, eficiente y placentera manera de tenerse de vuelta. De ser él mismo. De estar donde debía estar. De ser el ser que es, en verdad. Al poner palabras en una hoja, su ser se empezaba a ordenar.

Se reunía todo su tiempo, todo su caminar vital. Todo lo que tenía significado para él, estaba allí, y ese allí era él mismo. Los libros que leyera, los lugares por donde estuviera, la gente significativa de su vida, todo allí se reunía, cuando escribía.

No dejaba de admirarle como esta actividad tan simple, tan al alcance de la mano, literalmente, pudiera tener efectos tan benéficos e inmediatos. El tiempo parecía detenerse, tal como, muchas veces, cuando pintaba. El tiempo se detuvo de manera tan clara y evidente, cuando pintó, recientemente, un cuadro con flores de damasco, que esto lo sorprendió.

Se desvanecen los temores. Viene una seguridad interna muy verdadera. Percibes el mundo y la gente como una construcción geométrica. Como mandalas de luz que se congregan, se aproximan y se distancian. Toda la realidad, un tejido de luz.

La Quinta Pata

1 comentario :

Anónimo dijo...

Muy Bueno!!!!!!Saludos Clau.

Publicar un comentario