domingo, 2 de marzo de 2014

Policía, política y mafias -II-

Ramón Ábalo

Proseguimos con la transcripción textual del largo reportaje a Marcelo Fabián Saín en la revista de Madres "Ni un Paso Atrás", de enero dei corriente año. Es licenciado en Ciencias Políticas y habla de la necesidad de un nuevo pacto político que permita poner en caja a las policías. Reflexiones de un especialista en seguridad, política y mafias.

No queremos el apoyo de la DEA. Es el enemigo

"No terminamos por falta de tiempo y apoyo (la estructura de la PSA, Policía de Seguridad Aeroportuaria) pero ahora se está profundizando. Germán Montenegro está completando lo que nosotros no terminamos. No es casual: la causa que saca preso al Jefe de Policía de Santa Fe y que termina con casi toda la cúpula de la policía comprometida con el narcotráfico es una causa de la Justicia federal con la PSA. La causa que en Córdoba termina con la detención de toda la unidad de control de narcotráfico es de la PSA también, la tarea policial de investigación la hizo PSA. La causa Paulino Lebbos, en la que va preso el exjefe de policía tucumano y varios de la antigua cúpula, la hace la PSA. ¿Por qué en estas causas importantes que implican meses de escuchas telefónicas, de seguimientos de persona, una policía de morondanga, chiquitita, que ocupa el 2,5 % del presupuesto de todas las policías federales, con ochenta investigadores nada más, consigue esas cosas y el resto de las policías con apoyos de la DEA no? La PSA no tiene apoyo de la DEA y no lo queremos... No. Son el enemigo. La DEA trabaja para ellos y causan mucho daño. Regulan el mercado del narcotráfico, no lo controlan. Pero ¿por qué la PSA puede y no puede la Federal, no pueden las unidades de investigación de Gendarmería ni Prefectura?

El gran desafío fue democratizar las FFAA

"... Para mí, domesticar y democratizar las Fuerzas Armadas fue el gran desafío político de los primeros años de la restauración democrática. Me convertí en un investigador de esos temas, pero había una decisión política que lo sostenía. Además, entre quienes nos especializábamos en esos temas veíamos que no había una decisión política por dedicarse a eso, era raro. Nos movilizábamos con ustedes, con los organismos, con los partidos políticos durante todo el alfonsinismo y en gran parte del menemismo, pero no teníamos una lectura política ni teníamos una estrategia de intervención. Mi gran maestro en la investigación fue Ernesto López, hoy embajador en Guatemala, un compañero que venía de la izquierda del peronismo de los setenta, exiliado en México, un gran pensador en esos temas. Después, a principios de los noventa, cuando empieza a diluirse el tema militar a nivel de preocupación por la estabilidad democrática, empieza a aparecer el tema de la inseguridad. Y ahí el CELS, yo soy socio del CELS, empieza a consultarme sobre detenciones policiales, no académicamente. Encontré lo mismo: la política no entendía nada del tema, no había una estrategia, la izquierda tomaba las instituciones policiales como instrumento de repudio. Pero yo decía: a ver, si yo estoy en el 58 en Cuba, soy barbudo y estoy combatiendo, pero si estamos dentro de la construcción democrática tenemos que tener una política para esto, porque si mañana ganamos un gobierno no puedo decir "que se extinga la policía", tenemos que tener una estrategia de poder. Y ese es el gran problema con nuestro gobierno: llegamos al gobierno y no tenemos estrategia de intervención. La gran diferencia de las fuerzas armadas es que dejaron de ser un actor político. Ahora, las policías si siguen siendo un actor político institucional. Porque a diferencia de los ejércitos, hoy no hay problemas internacionales de resolución militar, ni los ejércitos son un instrumento interno de la política, con lo cual perdieron poder político y tienen un nivel de profesionalización. Pero las policías no. Son un instrumento de gestión de las conflictividades utilizado por gobiernos de derecha e izquierda, bastante parecidos inclusive, en materia de disciplina miento de los sectores populares.

Las policías están para disciplinar a los pobres

"Gobiernos progresistas no han sabido dar un salto de calidad en materia de seguridad pública ni han reformulado el rol de las policías en ese esquema. A mi modo de ver, las policías siguieron ejerciendo dos grandes funciones: por un lado, el disciplinamiento de los sectores populares. Si vos vas a las cárceles no vas a encontrar delincuentes ricos, el 60 por ciento de los detenidos en la provincia de Buenos Aires está con prisión preventiva, toda gente de sectores populares. Eso quiere decir que el sistema punitivo está ahí. Son los que sobran. Son los sectores sobre los que si bien nuestro gobierno tuvo una perspectiva de incorporación, no tuvimos una mirada de integración dentro de lo que es el esquema institucional de seguridad. Porque en esos barrios donde tenemos planes de integración, Asignación Universal por Hijo, una mirada inteligente que fue el único gobierno que la tuvo, al mismo tiempo lo rodeamos con Gendarmería. Los estigmatizamos como barrios donde están las clases peligrosas como fuentes de crímenes. Y no observamos que las mayores violencias la padecen los pobladores de esos barrios. Las relaciones sociales están atravesadas por violencia de género, contra niños, violencia como mecanismo de resolución de las diferencias en los barrios, en algunos más y en otros menos. Donde más organización social hay, menos violencia, y donde menor organización hay, más dominio del crimen, empieza a haber economías de sustitución con el narcotráfico. Las policías, entonces, siguen siendo un instrumento útil de gestión de esas conflictividades. Y la otra gran función de las policías es que han controlado el crimen organizado participando en él. Hasta ahora lo han mantenido invisible: narcotráfico, explotación sexual, piratas del asfalto, fueron mercados muy expandidos, que producían cosas o personal de consumo de sectores medios y altos, estas policías regulaban ese mercado, lo controlaban al apropiarse de parte de la rentabilidad. Es una política de seguridad, ilegal, sí, pero el problema es que esos mercados crecieron, las redes son cada vez más diversificadas y con mayor poder, empiezan a autonomizarse y entonces tenemos los problemas de Rosario, de Córdoba, el caso Candela en la provincia de Buenos Aires que le da luz al entongue entre la policía bonaerense y el narcotráfico..

La fuerza que maneja la calle maneja los negocios

"Y fijate que eso es igual que la política, que es territorial y la policía es la única organización estatal que tiene una presencia micro social como no tiene ninguna otra agencia gubernamental. Son los ojos del Estado, las manos y los ojos de la política, llegan a los espacios adonde no llegan otras agencias del Estado, mucho menos las agencias sociales. Ahí está la bonaerense. La Gendarmería tiene la mayoría de sus cuadros que no son del lugar, sino del norte del país, pasan meses en cuarteles de Campo de Mayo o en otros establecimientos en situaciones extremadamente precarias. Y hay muchos abusos en el uso de la fuerza. Hay una especie de normalización del uso abusivo de la fuerza sobre las poblaciones...Hacen lo que saben hacer: son policías de frontera, y ahí controlan las fronteras entre los barrios de las "clases peligrosas" -lo digo irónicamente- y los barrios protegidos, que son los de las clases medias. Yo pongo en tela de juicio eso porque no han reducido el crimen, en algunos lugares puede haber generado mayor tranquilidad, inclusive para pobladores de sectores populares que piden que Gendarmería no salga, pero la verdad es que mantener un dispositivo de siete mil gendarmes distribuidos en las grandes ciudades...Tenemos que reformularnos para qué está la Gendarmería...

"Hay prácticas de la dictadura, liberación de zonas, la tortura como mecanismo de obtención de información o como mecanismo de disciplinamiento social, pero esta es la policía de la democracia. Es la policía que no miramos desde los gobiernos, y cuando la miramos es para darle la política de la seguridad pública"


Lo primero es definir un nuevo modelo de policía

"Si nosotros desde los sectores de izquierda no nos apropiamos de esa institución policial, no la laboralizamos y no discutimos el derecho a la agremiación y el derecho a la negociación colectiva, estamos entregando la policía a la derecha. Falta lectura política... Lo digo brutalmente, vos les podés enseñar el Pacto de San José de Costa Rica a los nuevos candidatos a oficiales o suboficiales de cualquier policía y después se socializan dentro de las unidades con todo lo contrario a ese Pacto. Si no metemos mano en las estructuras de mando, cómo las policías hacen inteligencia, cómo planifican sus operaciones y las llevan a cabo, cómo generan sus estructuras de mando, cómo las policías hacen inteligencia, cómo generan sus estructuras de mando, cómo hacen presupuestación y cómo ejecutan ese presupuesto. Eso es conducción política..." (continuará)

La Quinta Pata

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