domingo, 2 de marzo de 2014

El rostro más perverso del imperialismo

Carlos Almenara

La matriz de intervención imperial de Estados Unidos parece estar adoptando algunos caracteres nuevos. Una OTAN como remedo del multilateralismo sustituye el derecho internacional, ahora con una composición interna polifónica. Halcones ingleses y franceses aliados al complejo industrial-militar de los Estados Unidos hacen quedar a Obama como paloma rezagada.

La crisis económica de la que Europa todavía no sale estimula un neocolonialismo con recursos sorprendentes:

• El retorno de los mercenarios: vimos en Libia, vemos en Siria y corroboramos en cualquier escenario que les resulte apetecible el despliegue de verdaderos ejércitos de mercenarios. Ya ni siquiera el recurso utilizado a gran escala en Irak y en Afganistán, “los contratistas”. Aquello que era ya una tercerización de la guerra es superado por la audacia que supone prohijar ejércitos mercenarios en toda regla. Las consecuencias de esta verdadera bomba (social) de tiempo se está viendo en Libia, donde estas bandas harán inútiles los intentos de reconstruir el Estado.

• Realidad virtual: El asalto a la Plaza Verde de Trípoli, ficcionado en Qatar y transmitido por las señales de noticias subordinadas al Departamento de Estado mostró una nueva cumbre en la construcción de estos artificios de manipulación. No crea en nada de lo que vea: las fotos serán falsas, las imágenes, ficción.

• Terroristas y narcotraficantes: son el monstruo que construyen para justificar su intervencionismo internacional. No es que no sean un problema, lo son y en algunos países de Latinoamérica el narcotráfico representa una verdadera calamidad. No es por ello que se interesa el imperio. Al contrario, a modo de “bombero pirómano” quedan serias dudas que no es su agencia, la DEA, la que regula el negocio.

Terrorismo y narcotráfico son esgrimidos para mantener su estructura de control. Lo más impactante es que aplican similares recetas a su propia población restringiendo libertades internamente. La falta de reacción de esas poblaciones ya está dejando de sorprender.

• Un amigo en la línea: las revelaciones de Julian Assange y Edward Snowden muestran la crudeza con que evalúan a sus amigos. Espionaje a sus países “amigos”, robo de secretos industriales a sus “socios” y extorsiones diversas son opciones conocidas. Las sospechas abarcan un abanico mucho más amplio: las denuncias de producir cáncer en líderes que no son de su agrado no debe descartarse de ningún modo.

• El enemigo interno: la constante es la articulación con los cipayos del país en que quieren intervenir para que generen las condiciones de inestabilidad que legitimarán su intromisión. El discurso de los Derechos Humanos y la democracia apenas disimula la voracidad del imperio.

Todas estas cuestiones responden a la más consolidada tradición de la Escuela de las Américas, donde enseñaban a torturar a los militares del continente, o a las operaciones de desestabilización a Allende. Algunas tácticas son viejas conocidas sobre otras hay que tomar nota porque las están instrumentando con particular desenfado.

La Quinta Pata

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