domingo, 6 de abril de 2014

Salarios, precios, lucha gremial

Ramón Ábalo

La postal turística de la Mendoza del sol, del buen vino y la festichola vendimial, se ha descolorido desde hace un par de meses conmovida por las movilizaciones de los gremios estatales especialmente, que ganaron las calles, los puentes, la fiesta de la vendimia y la explanada de la Casa de Gobierno. El planteo de fondo descansa en los montos de los salarios y las condiciones de trabajo, en gran parte disminuidos por la inflación, que no es desdeñable al instante de las discusiones paritarias. Al momento, habría por parte de los docentes la aceptación de la oferta oficialista, lo que normalizaría la enseñanza en el nivel primario. Como reflejo, similares medidas adoptarían los gremios de la sanidad (salud), de la administración central y los judiciales.

La discusión tuvo, para el sector de los trabajadores, como base los índices de la inflación, disparados por las maniobras del sector financiero, especulativo por antonomasia y apoyado por la concentración de la economía en la especulación de la oligarquía del agro, especialmente la sojera. Hubo duros enfrentamientos verbales en medio de las respuestas oficiales a las exigencias de los gremios, rechazadas aquellas terminantemente, llegándose, incluso, a episodios de violencia. Y como ya es tradicional, en el marco del Estado burgués, representado por el gobierno, finalmente se llega a acuerdos, donde unos y otros optan por desistir en parte de sus respectivas posiciones. Es decir, acuerdo con soluciones relativas. La cuestión es reinstalar la llamada paz social, la que será relativa por un breve período, porque la lucha de clases es inherente al sistema capitalista, el que en esas instancias no se toca. Ello está claro en un documento dado a conocer por la Corriente Nacional Agustín Tosco (CONAT, en la CTA de los Trabajadores y de la Federación Mundial de los Trabajadores).

Al analizar la actual situación económica-social, la CONAT expresa en parte: "...La economía argentina ha crecido por el superávit comercial y fiscal, logrando una redistribución del ingreso, sin embargo, en los últimos años dicho superávit se ha reducido abruptamente. La redistribución puso en marcha la Asignación Universal por Hijo, los aumentos de la cantidad de personas jubiladas, como también de sus haberes (hace pocos días se dio un aumento... pero insuficiente), el reciente aumento de las asignaciones familiares..., más otras tantas medidas que benefician a los trabajadores y al pueblo en general. Pero también debemos decir que la riqueza se ha tocado poco o nada, es más, la brecha entre los ricos y pobres ha aumentado. El gran capital extranjero, la oligarquía agroexportadora, el capital financiero, los explotadores de nuestras materias primas han ganado miles de millones de dólares, acrecentando exponencialmente, sus ganancias… El empresariado no puede ser bueno, serio ni solidario, su esencia es el máximo de ganancias al menor costo. No podemos con palabras (solamente) exigir que no suban los precios, por más que no suban sus costos" .

Detengámonos en afirmar que las exigencias gremiales son más que legítimas, pero ante un gobierno -la patronal en estos casos- dubitativo de sus posibilidades y responsabilidades, las arcas estatales anémicas poco pueden responder a esa legitimidad. Y aquí también nos detenemos para señalar que ello es consecuencia por la condición de clase del Estado -el burgués- al que responde el gobierno. Y entonces se autolimita en procurar los recursos suficientes temeroso u obsecuente con los detentadores del poder. El dinero está, existe, pero en los bolsillos de los capitalistas poderosos, producto de la exacción de los recursos del Estado, la tenencia malhabida de los recursos naturales y la explotación de la clase trabajadora.

Y consecuentemente, una clase obrera organizada en los marcos institucionales y legales del Estado burgués, y una dirigencia desclasada, atrofiada. La lucha gremial limitada a lo meramente económico, y con prácticas y metodologías de lucha que se aproximan a los intereses destituyentes de los poderosos que, en este momento histórico de la Argentina y Latinoamérica, necesita del poder político para convertirse en hegemonía. Aquello que decía Gramschi. Dirigentes gremiales que no tienen antecedente en el Tosco del Cordobazo, ni con aquellos que en Mendoza, inmediatamente después del golpe antiperonista del 55, y sin ser de ese palo, se largaron a la lucha ahí nomás, en medio de una violenta represión -fusilamientos y asesinatos colectivos- para la recuperación de los gremios y la CGT. Y lo consiguieron levantando las banderas reivindicativas de la clase obrera y la soberanía democrática de todo el pueblo argentino. La lucha armada de sectores populares por la toma del poder revolucionario en las décadas del 60 y 70, tenía como antecedente las luchas libradas por la clase trabajadora y sus dirigentes que habían incorporado como herramienta la lucha política e ideológica del anarquismo, el socialismo y el comunismo con lo que el peronismo de la tercera posición se alineó en la trinchera opuesta al capitalismo.

La Quinta Pata

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