Alfredo Saavedra
Si hay quienes creen que la lucha por el poder en el mundo de las modernas democracias es en beneficio del bien común, serán los últimos más engañados de la tierra, porque la realidad es que ese afán de acaparar el poder es para lograr el enriquecimiento individual que es más que un fin en los políticos de todas las categorías, en particular en los países donde la práctica del liberalismo capitalista tiene una muy atractiva fuente de riqueza disponible para los intrépidos capaces de alcanzarla.
La semana pasada el importante diario Toronto Star, de Canadá, puso al descubierto esa realidad donde la burocracia privilegiada se baña en dólares, de una copiosa lluvia que beneficia de forma generosa a miles de funcionarios que al dejar los empleos, mejor dicho sus canonjías, se van a casa con gordas sumas de dinero que a título de indemnización se traducen en un verdadero loteríazo que es suma a los graciosos ahorros que pudieron hacer con los más que jugosos sueldos con que fueron compensados por sus “sacrificios” en servicio del gobierno, que gracias a esa colaboración ha alcanzado el poder.
La nómina presentada por el mencionado rotativo tiene a la cabeza al señor John Murphy, quien al retirarse de su cargo de vicepresidente de Iniciativas Estratégicas (?) se alza con nada menos que un millón setecientos mil dólares, en carácter de indemnización, yendo de la mano con lo pagado el año pasado al jefe ejecutivo de la misma “iniciativas estratégicas” Tom Mitchell, quien recibió un cheque por $1.714,000, que se echó a la bolsa aparte de su sueldo que no estuvo muy por debajo de los $900,000 al mes.
La lista es larga y a nuestros lectores nada les dirán los nombres, pero por si los conocen aunque sea de oídas, les diremos que los peces gordos de esta larga lista de funcionarios bendecidos con esta lotería, incluyen al joven (no pasa de los cincuenta años) Donn Hanbidge, quien se va con $1.400,000 que habrá de depositar en la cuenta bancaria donde colocaría parte o todo su salario mensual de $664,974. Los sueldos, aunque de menor cuantía, sin bajar de los $200,000 favorecen a los afortunados señores Andre Marin, Dr. Robert Bell, Carmine Marcello, Dr. Michael Pollanen y muchos más
También incluye a varias damas, algunas de ellas solteronas, por si les interesa, entre quienes están Ann Covoulkan, Annemarie Bonkalo y Laura Miller, con sueldos que dan, como dijo un comentarista, para vivir a cuerpo de rey o sea en este caso “a cuerpo de reina”. No se crea que estas señoras o señoritas, para ganarse esos sueldos de envidia, se extralimitan en trabajos que las dejen tan exhaustas como para decirle a sus acompañantes, si los tienen: “Esta noche no querido”. Junto con la noticia de lo alto de los salarios está la información de que en casos comprobados se afirma que hay empleos, de estos super-remunerados, en los que el problema es que no hay mucho o nada qué hacer.
Todo eso contrasta con la situación de una mayoría de la población categorizada bajo los niveles de pobreza, donde los más privilegiados tienen ingresos no mayores a los $15 mil anuales, en un medio donde todo es muy caro, en especial los productos de alimentación. Esa disparidad es insultante, en un país cuyos gobiernos, por intereses políticos, gastan el dinero del tesoro público, que de hecho gran parte proviene de los impuestos, no solo en esos salarios e indemnizaciones extravagantes, sino en regalías al exterior, mientras que hay carencia en servicios como el de la vivienda, cada día más crítico.
Pero no es Canadá la excepción en ese derroche en servicio de la burocracia que a decir verdad es de beneficio temporal pues solo privilegia al gobierno de turno, aunque ese turno se prolongue hasta por doce años, que es el tiempo que tiene la actual administración de gobierno conservador prevaleciente por ahora en Canadá. El fenómeno es común a otros países en el continente y conforma de alguna manera una expresión de la corrupción, producto del sistema que sigue las características del capitalismo prevaleciente por ahora en la mayor parte del mundo.
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