domingo, 29 de junio de 2014

Fútbol, dinámica de lo impensado.

Ricardo Nasif*

En 1962 cuando El Gráfico era la revista deportiva insoslayable de la Argentina, Constancio Vigil –hijo del por entonces dueño de la publicación- le ordenó a Dante Panzeri –periodista y director de la revista- que publicara un artículo del ministro de economía de la dictadura de Guido, Álvaro Alsogaray, sobre sus inéditas y particulares impresiones, tras haber presenciado un clásico River-Boca, a pedido de la editorial Atlántida.

Panzeri -tras 20 años de trabajo en El Gráfico-, se negó a incluir propaganda política en la revista deportiva y renunció.

Matías Bauso, autor del libro “Dirigentes, decencia y wines” dedicado a la obra periodística de Panzeri, lo define como “… un cabrón. Tenía carácter complicado. Era, también, entre otras cosas, testarudo, implacable, rígido, algo dogmático, obsesivo y difícil de llevar. Desde su salida de El Gráfico duró poco en la mayoría de sus trabajos. Su estilo literario es enrevesado y barroco. Es repetitivo. Sus obsesiones se parecían a manías. Poco veía del costado épico del deporte. Sus inclinaciones políticas lo alejaron siempre de lo popular. Era impiadoso con sus enemigos, los atacaba sin permitir tregua alguna”.

Panzeri fue uno de los pocos –o el único- periodista de su época que se animó a denunciar sin eufemismos el negocio del fútbol y la corrupción de los dirigentes.

Fue un encendido defensor de los jugadores en la cancha y crítico de sus colegas. “El único que sabe algo de lo que ocurre en una puja deportiva es el que juega, el que interviene en ella. Los demás somos todos chamuyetas, simples espectadores que documentamos recuerdos de cosas que jamás podrán repetirse”, escribió en la revista Satiricón en 1973.

Para el “Ruso” Verea, Panzeri “…no perdió de vista nunca que un periodista no puede ser parte del negocio, y que había que hacerle entender a la gente que lo peor que le podía pasar al fútbol era que fuera manejado por el negocio”.

"El periodismo -escribió Panzeri- más que cuarto poder es el primer poder. No hay quien lo juzgue. Y si alguien osa hacerlo puede incurrir en un delito mucho más severo que el desacato. Es la casta más intocable entre todas las castas. (…) Todo periodista tiene que estar preparado para perder amigos. La actividad no tiene por objetivo ganarlos. (…) El periodista es y debe ser un descontento. (…) Somos fiscales, no jueces, y debemos ser parciales a favor del bien y en contra del mal. (…) Con la verdad se vende menos pero se gana más”.

En una de las páginas de opinión de El Gráfico, Panzeri publicó un comentario de un lector que reclamaba que se respetara la máxima según la cual el cliente siempre tiene la razón y, para dejar claramente su particular punto de vista comercial, le respondió en la misma columna: “El Gráfico no es una tienda ni una fiambrería. Entre el cliente y la verdad seguimos optando por la verdad, que entendemos es la mejor manera de defender al cliente”.

Para Panzeri, quien consideraba al boxeo como homicidio legalizado y al automovilismo una actividad industrial, el fútbol era la “dinámica de lo impensado”. Publicó en la revista Análisis en 1971: “El fútbol se divide en pasión, en técnica, en juego (coordinación), en lucha, en resultados, en amistad, en dolor, en goce, en alegría, en furia. Es un juego con el que se puede ganar dinero. Pero para ganar dinero tiene que ser juego. Y con dinero sólo, no es juego ni es ganancia. Es una pasión que puede dar espectáculo. Pero no puede ser espectáculo sin pasión. Da espectáculo con pasión, si hay técnica y belleza y juego (técnica la individual, belleza la coordinación). Es lo que sale y se presenta, mucho más que lo se piensa o se planea. (…) Fútbol es recuerdo de lo que jamás se repetía. Es momento. El fútbol no tiene futuro.”

Detestaba, como muchos de los amantes del juego, las entrevistas a los jugadores: “Los deportistas no tienen mucho para decir. Hablan con su cuerpo, con su performance. Nada encuentro interesante de lo que puedan decir (…) El reportaje es algo a lo que le tengo aberración”. Llevó esa convicción a tal extremo que en 1962, cuando cubría el Mundial de Chile, se negó a entrevistar a estrellas míticas como Pelé, Di Stéfano, Sívori, Puskas o Bobby Charlton.

Se hubiese sentido muy incómodo por estos días de endiosamiento de los directores técnicos. Puesto en el centrismo de la espontaneidad del juego más que en las posibilidades de la planificación, para Panzeri cualquiera podía ser técnico de fútbol, le asignaba a la sigla de DT las palabras “Dan Tristeza” o “Decí Tarado” y los maltrataba calificándolos de “hombres de dignidad resentida” o “ladrones de azul”.

Librepensador y antiperonista, su última incorrección política fue oponerse a la realización del Mundial ´78 en la Argentina, uno de los pocos periodistas -quizá el único- que lo hizo con absoluta convicción.

En el año 75 ya había escrito: “El Mundial del 78 no se debiera realizar en Argentina por las mismas (razones) que un hombre que no tiene dinero para ponerle nafta a un Ford T no debe comprarse un Torino. Si lo hace, es porque a alguien le está robando… Todos los orígenes doméstico infantiles de nuestros acostumbramientos a vivir afanándonos a nosotros mismos determinan que queramos hacer el Mundial del 78, aún a sabiendas de que nos va a ir muy mal, especialmente si lo ganamos. Porque lo vamos a ganar al estilo del Martín Fierro y el viejo Vizcacha”.

Murió tres meses antes que el campeonato empezara. Las empresas periodísticas ya lo había marginado, un cáncer lo encontró pobre y olvidado mientras vivía haciendo cobranzas para una financiera.

*https://www.facebook.com/negro.nasif

La Quinta Pata

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