domingo, 8 de junio de 2014

Juego que cura cuerpo y alma

Alberto Atienza

El teatro empleado como una de las mejores herramientas para que adultos mayores se reencuentren con pautas vitales. El objetivo es manejar con solvencia los escollos de la edad avanzada, como el deterioro físico, el miedo a la muerte, el paulatino cambio de los marcos de referencias. La práctica escénica, con su carga de juego, conlleva alegría y un manejo equilibrado del cuerpo. Quien se dedica al teatro, como aficionado, en la búsqueda de la armonía y salud que ello implica, desemboca en varias conquistas importantes. Un mayor conocimiento de sus movimientos, la colocación de la voz, el ingresar de a poco en obras de trascendencia universal, una elevación del pensamiento. El interés por temas nuevos aleja a los aspectos negativos que afectan a quienes han superado cierta.

Uno de los aspectos más importantes del teatro como elemento de ayuda es la implementación del juego. Erróneamente se cree que lo lúdico se circunscribe únicamente a la infancia. Es cierto que durante la niñez el juego conlleva elementos de aprendizaje aplicables luego en la etapa adulta. Lo mismo hacen algunos animales, como los pequeños felinos que juegan a cazar con los ejemplos y acciones que fija la madre.

El juego, en la etapa adulta mayor desemboca en otras interesantes vías.

La improvisación teatral, que conduce al practicante a una búsqueda interior de imágenes, recursos de voz, máscara, movimientos atípicos, produce logros muy importantes en el humano, no importa la edad. Una cosa es el anciano sentado en un banco de plaza, en la inacción, asaltado por recuerdos a veces dolorosos y otra la de un ser que, ante un público que lo respeta y que aguarda ansioso sus resultados (sus compañeros de curso y luego, en una función, gente que no conoce) de pronto hace surgir un personaje sorprendente. Eso ocurre y más a menudo de lo que alguien, desde afuera, lo supone.

La persona de edad avanzada que logra instalar dentro de sí y para los demás un “alter ego”, aunque sea de efímera vida, descubre un nuevo mundo. De ahí, de esa etapa, a ingresar de a poco en sistemas livianos de expresión física con el mejoramiento del organismo que ello implica, hay un paso. El reconocerse en un rol escénico, el balance de los movimientos, el uso del espacio, el surgir de una voz propia del personaje que es animado, en fin, la creación teatral, va aparejada de alegría, satisfacción personal, cierta gimnasia para nada violenta, y una larga lista de transformaciones interiores, en su mayoría, conducentes a la salud del cuerpo y del alma.

La Quinta Pata

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