domingo, 8 de junio de 2014

La economía mendocina durante la Colonia (II)

Eduardo Paganini (Baulero)

Proseguimos con la edición de este valioso material que nos informa acerca las características de nuestro pasado socioeconómico durante la Colonia, pudiendo observar además cómo fueron fundamentándose algunas cuestiones del presente. Agradecemos la gentileza de la Biblioteca Popular Mauricio López el acceso a esta documentación. Se sugiere para una cabal comprensión del texto, se lea previamente la entrega anterior de EL BAÚL.

1.1.1. Las formas relevantes de la organización económica-institucional durante la colonia.

La producción regional, en su primer momento, fue básicamente organizada por el sistema de encomiendas. Las encomiendas en Mendoza, fueron otorgadas al mismo momento de la conquista. Hacia 1571, había unos 28 ó 30 vecinos encomenderos. Ella comprendía normalmente, entre 20 a 50 indios, su familia y el respectivo cacique. Las encomiendas, duraban dos vidas, la del encomendero y la de sus herederos. Felipe IV en 1564, autorizó que las concesiones de encomiendas, mediante ciertas contribuciones en dinero, se hicieran por una cuarta y hasta por una quinta vida.

Los encomenderos usaron la fuerza de trabajo indígena como servidumbre doméstica, en la construcción de viviendas, el transporte de bienes y las tareas agrícolas y ganaderas. El daño físico y moral a que fueron expuestos, sólo puede comprenderse en la más brutal forma de traslado a Chile [i], donde los aplicaban a la obra pública.

Por estas causas, los indios se extinguieron, se fugaron y se alzaron en levantamientos periódicos (1632, 1658, 1659, 1661, 1662, 1666, 1667, 1712, 1713, 1720, 1771, 1775, 1778, 1784, 1788), acabando por distanciarse del español para vivir en hostilidad permanente contra él. A lo largo del tiempo, las formas de apropiarse de las encomiendas fueron cambiando, de la “concesión” se pasó a “las renuncias”, “cesiones a terceros” (en alquiler)[ii] y hasta su “venta” (GAGO, A., 1994).

La extracción de la fuerza de trabajo local indígena influyó para que en 1595, aparecieran los primeros esclavos en la región. Desde 1610 y hasta 1640, se intensificó su introducción y comercio. Hacia 1700, aumentó la población con el tráfico de esclavos, que se incorporan a la plantación de viñedos, elaboración de vinos, aguardientes, minería y demás productos de la tierra. La población negra en 1729, era de 252; el censo de población de 1777 contabilizaba 2.129 [esclavos africanos] y hacia 1812, eran 4.456 que representaban un 33 % de la población total de la provincia.

Las medidas tendientes a abolir la encomienda llegaron a su máxima expresión en el año 1791, cuando el rey ordenó la incorporación a la corona de todas las encomiendas. El decreto pudo concretarse, por el hecho que a fines del siglo XVIII se habían multiplicado de manera extraordinaria los trabajadores libres.

Hacia 1640, aparecen nuevas formas organizativas del trabajo que podríamos denominar de trabajo “cuasi libre” regulado por la “papeleta de conchavo”. Otra forma de organización fue la de los “artesanos” reglamentada minuciosamente por el Cabildo, que además, determinaba el precio del trabajo de cada uno de los gremios.

Los diversos oficios de la ciudad conformaban los “gremios”. Posteriormente Sobremonte oficializó a los plateros, sastres, herreros, pintores, carpinteros, albañiles, zapateros y barberos y, elevó a sus miembros a la categoría de idóneos bajo la garantía de la ley, con autonomía suficiente para regirse.

El Estado colonial necesitó de prácticas sociales de violencia para mantener ese tipo de organización social. Las personas no disponían de libertad de desplazamiento. Por ciertas infracciones leves les aplicaron castigos que los disminuían físicamente. Las personas ociosas y forasteros eran desterrados a las minas por un año de trabajo, sin sueldos o enviados a presidio a Chile. En otros casos, se recurría a las multas, trabajos forzosos y gratuitos, castigos físicos (azotes) y la prisión local para hombres y mujeres. En un esquema, donde los peones sin conchabo eran considerados “vagos”.

En 1810, el Capitán de Ejército don José Moldes, Sub-delegado de la Real Hacienda y Teniente Gobernador de Mendoza, dicta un Bando donde aparece la figura de “incorregible” refiriéndose a las personas que no eran “decentes” y reiteraban las penas y los castigos de “azotes”. Este Bando señalaba que no debían haber “vagos”[iii], ni ociosos por las calles, para lo cual el que conchabe, dará un papel a su peón, revisado por el Alcalde del Barrio, siendo el patrón responsable de los desórdenes que ocasionare, debiendo constar el objeto por el que conchaba, por cuánto tiempo y a qué precio. El artº 19, expresaba que cualquier persona que se encontrare sin papel de conchabo sería aplicado a las armas por el tiempo de seis años (GAGO, A., 1994).

Estos hechos generaron relaciones de producción de tipo servil, bajo el imperio de un grupo burocrático-militar dominante, apoyados por la fuerza de la persuasión religiosa, de la coerción burocrática y el castigo físico.

El Gobernador y Capitán General de Chile fueron la máxima autoridad, regían los aspectos civiles, militares y judiciales en la Capitanía. Como institución colegiada de máxima autoridad local, funcionaba el Cabildo. Con el advenimiento del Virreinato del Río de la Plata y la Intendencia de Córdoba del Tucumán, apareció la figura del Gobernador Intendente que fue la mayor autoridad. El Comandante de Armas ejerció funciones de jefe de milicias, con una autoridad secundaria. Los miembros integrantes del Cabildo representaron los intereses de los encomenderos, propietarios, comerciantes y funcionarios. Pero además, era condición para ser Alcalde de vecinos, ser encomendero.

Los Borbones modernizaron el Estado (Carlos III) al poner funcionarios públicos asalariados y especializados. La reforma borbónica implementada con la nueva organización de los virreinatos, tenía por finalidad mejorar la administración y la economía de la colonia, en consecuencia, trató de evitar el acceso a los cargos por vía de herencia, la compra, el nepotismo y la corrupción, que era la práctica corriente en la colonia.

El impulso económico borbónico se orientó a fortalecer la economía de intercambio no competitivo con los bienes de la metrópolis (prohibiciones, aduanas interiores), razón por la cual, en la región, se amplió y consolidó el modo agro-extensivo de engorde de ganado.

La época colonial originó una oligarquía local constituida por una minoría de españoles puros (20%) y la mayoría, descendientes de españoles (80%). Los nombres representativos en la estructura de poder eran los de: Moyano, Lemos, Molina, Videla, Godoy, García, Ortiz, Martínez de Rosas, Corvalán, Villegas, Pelliza, Zapata, Calle.

La acumulación resultante de la nueva estructuración económica podemos denominarla como de “extensiva oligárquica”. El grupo social de los “vecinos fundadores” tuvo el total control de la generación, la apropiación y la utilización del excedente social regional. Esta oligarquía terrateniente articuló y concentró el dominio de la producción local, de la actividad compradora-vendedora inter y extra-regional, y el comercio de esclavos; articuló las relaciones entre las principales áreas productoras de insumos y compradoras de los bienes regionales: la región pampeana, Cuyo y Chile, y hegemonizó el control de las instituciones y de la tierra.

A través del Cabildo, la oligarquía terrateniente dispuso de los mecanismos extra-económicos. Como ejemplo en lo económico, este grupo oprimió por medio de los mecanismos indirectos vía la tributación, la fijación arbitraria de los precios de los bienes y el salario de la fuerza de trabajo.

En este escenario, el blanco (español europeo) concentró el ejercicio amplio de la función política y civil, del comercio, la tierra, las encomiendas y los esclavos. Sólo él podía adquirir la jerarquía de “vecino”. Fue característica muy notable en el Cabildo, la rotación en distintas funciones y la compra de cargos entre un reducido número de vecinos fundadores y, hacia fines del siglo XVI entre sus descendientes directos o afines.

Durante el siglo XVI todos los cargos del Cabildo fueron electivos. Designados directamente los Corregidores desde Chile, por los Gobernadores de la Capitanía General. La elección era efectuada por los vecinos principales, los Capitulares y miembros del Cabildo saliente. Los cargos se adjudicaban por elección en el Cabildo. Era común el voto de padres por hijos y viceversa, de hermanos por hermanos, parientes por parientes. Era caso conocido el de miembros elegidos por votos de parientes inmediatos.

Fue relevante la permanencia de los vecinos ricos en los cargos obtenidos por elección o por compra. En los primeros años del siglo XVII, se registran títulos obtenidos en subasta pública y compra directa de los mismos.

El grupo dominante, era en verdad una gran familia de parentesco cercano que mantenía la hegemonía irrestricta del poder. Era la práctica normal del desempeño de la función pública y obviamente, necesaria para el mantenimiento de los mecanismos de control social y de la concentración económico-política.

Fuente: Dr. Alberto Daniel Gago, Rupturas y conflictos en la historia económica de Mendoza: Acumulación, instituciones, relaciones sociales y poder, Mendoza, Publicaciones CEIR

[i] La extracción de la fuerza de trabajo indígena con destino a los centros urbanos y de explotación se realizó en forma brutal: “…los meten en colleras y los traen padeciendo sed y hambre con malos tratos... y trayéndolos acollarados y maniatados a acontecido que muriéndose uno de los dichos indios por no soltar los demás para sacar el difunto le han cortado la mano y otras veces se han ofrecido a horcarse y comer puños de tierra queriendo antes morir que pasar a estas partes “(ESPEJO, J. 1936: 276)

[ii] Los encomenderos que no tenían ocupación para los indios, los obligaban a pasar la cordillera y daban en arriendo sus servicios en Santiago de Chile para obras públicas, hacer adobes y edificios, obteniendo beneficios considerados como tributo legal (GAGO, A., 1994).

[iii] Los jornaleros y domésticos que carecían de libretas eran considerados vagos. La ordenanza sobre vagos, jornaleros y domésticos califica como “vagos” a los que no posean oficios, industrias, profesión, rentas, ocupación ó medios lícitos de qué vivir y los que se dediquen al juego.

La Quinta Pata

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