Alfredo Saavedra
Cuatro niños que jugaban pelota en una playa de la franja palestina de Gaza, fueron asesinados por una fragata de guerra de Israel, en hecho a principios de la semana pasada, seguido de la muerte de otros 3 niños al día siguiente, en una sucesión de acontecimientos en los ataques del ejército israelí sobre la población civil que hasta hace dos días daba un balance de más de ochocientos habitantes muertos en ese territorio, cifra de la que se cuantifican unos 300 menores caídos por los indiscriminados bombardeos sobre esa zona azotada por una guerra de exterminio.
Calificado de genocidio por un amplio sector de la opinión pública, el operativo de las fuerzas bélicas de Israel motivó ya que la comisión de derechos humanos de la Organización de Naciones Unidas, calificara la acción de un cometido criminal de guerra, declaración que ha sido disminuida por la prensa en general dentro de una política informativa parcial hacia Israel, dado que los medios, como se ha señalado, están subordinados a directrices de los gobiernos afines a ese país.
Ha sido una guerra desigual en la que el poderío bélico de Israel se ha impuesto con ataques aéreos contra áreas residenciales, en bombardeos sobre edificios y viviendas habitados por una población civil indefensa, sin posibilidades de escapatoria pues no tienen más refugio que el ofrecido en condiciones precarias por Naciones Unidas en escuelas como la que sin respetar su condición de protectorado internacional, fue atacada el jueves causando la muerte de 15 personas e hiriendo a más de 200, en su mayoría mujeres y niños.
Igual de criminal fue el bombardeo por la aviación israelí de un hospital el viernes, en hecho que ha sumado gran indignación en el mundo por el extremo a que ha llegado la agresión sobre una población inerme, en donde como lo coinciden en señalar observadores, no hay una resistencia visible, pues no se ven por ningún lado a los supuestos combatientes palestinos. En esas condiciones es incuestionable que el cometido de Israel sobre el territorio de Gaza es sin más ni menos que un genocidio.
Mientras tanto el primer ministro de Israel, Benjamín Natanyahu, convertido en un Herodes de nuevo cuño, justifica con descaro la agresión amenazando con proseguir las acciones de su ejército con el ridículo argumento de que la población civil es advertida de antemano para los bombardeos, lo que agrega razones para considerar el calificativo de criminal de guerra a su país, habida cuenta que la población palestina no tiene posibilidades de refugio seguro, desde el momento en que las escuelas convertidas en tales, son blanco de los ataques israelíes.
Si el movimiento Hamas es considerado por Israel el responsable del conflicto, lo consecuente tendría que ser dirigir su ofensiva hacia esa organización y no castigar a la población civil con las horrendas consecuencias ya señaladas y que han motivado repudio internacional, manifestado con demostraciones públicas, algunas de gran magnitud como las realizadas en los últimos días en las principales capitales del mundo, con la presencia de miles de manifestantes.
Aunque de esas demostraciones la prensa en general no da noticia, el hecho relevante es que al darse a conocer por los medios independientes, la red social del Internet, así como por la prensa no comprometida con los gobiernos pro Israel de Estados Unidos y Canadá, entre otros, se ha logrado una masiva movilización de opinión que habrá de crear una actitud de justificado repudio permanente para con Israel.
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