domingo, 31 de agosto de 2014

La UNCuyo como botón de muestra

Ramón Ábalo

Sectores de la oposición deshilachada , creídos de que el cristinismo está en bancarrota electoral, están dando muestras de lo que nos espera a los argentinos si fuera a ser así después de octubre del año próximo. En laboratorio de esa experiencia se ha convertido la Universidad Nacional de Cuyo inmediatamente de que saliera ganancioso Daniel Pizzi como nuevo rector de esa casa de estudios. Como ya lo dijimos, mediante decisiones ahícito nomás de cerrarse el escrutinio y asumir, Pizzi y compañía, se aumentó los salarios, mejor dicho aumentó los salarios para un sector de la cúpula directiva, incluso él mismo, a un mínimo de $ 40.000 mensuales. Y para que la caja de caudales que hereda le alcance para darle vía libre a la medida, echó de un solo gesto a 300 obreros y empleados, es decir a los más vulnerables, los que tienen contratos o están sin ninguna seguridad institucional y social, pero que devienen de años de trabajar en esas condiciones.

Pero claro, algo es algo, pero el cambio de autoridades significó un cambio de color político -de peronismo a radicalismo- decisiones tan drásticas, que los manda directamente a convertirse en lo que hace décadas atrás el establishment los denominaba "pobres de solemnidad", una subclase en el primer peldaño de la perversa y obscena condición de menesterosa. Una subclase ya perimida en esta última década en el país y en la Nuestra América pero con una clase catedrática que simula su condición de clase conservadora y explotadora que aspira al poder político institucional para de un plumazo terminar con las políticas nacionales y populares de la era kirchnerista, implementadas como políticas reales de inclusión social, soberanía, industrialización, y cuanto más, significan para el rescate de la dignidad humana de las mayorías populares, subsumidas en la extrema pobreza en las décadas anteriores a la actual. Entonces, la dictadura cívico militar, el menemismo y la alianza (radicales y otros), cipayos y alcahuetes del decálogo neoliberal y dependiente, arrasaron con la seguridad alimentaria, de la educación, la salud, la vivienda y la vida de gran parte de los argentinos.

Y sigue metiendo la mano hasta el hombro en la estructura de esa casa de estudios. Ya se conoce el plan de desprenderse de un pilar de las políticas de extensión universitaria que es el local del hoy Cine de la Universidad ubicado en la calle Lavalle al 77, lo que será a fin de año. El pretexto es que ya la Universidad tiene montado un complejo cultural que incluye salas para espectáculos artísticos, una de ellas para cine. Es lo que se ha levantado en el llamado Parque Central, en la Cuarta Sección Oeste y que se habilitará a fines de este año. Aparentemente ello es razonable, lógico y racional, incluso desde el punto de vista económico, pues la sala de la calle Lavalle es alquilada y con otros gastos que insume, alcanza a una suma de unos 350.000 pesos anuales. Lo que no se tiene en la cuenta de los pesos es la sumatoria en el haber de la promoción del saber y la cultura en general, incluso económica, de una materia que está al alcance de miles de mendocinos. Es que los insumos culturales, así como se hace con la alimentación, la ropa, los celulares, la televisión, deben ser promovidos para que sean consumidos masivamente, para lo cual deben ser expuestos en los escaparates y en las vidrieras de las arterias más concurridas.

De la mano de Pizzi, la UNCuyo es claramente un botón de muestra de lo que se propone y hará la oposición si accede al sitial mayor del poder político e institucional de la Argentina posterior a octubre del 2015. Más que seguro que ello, lo de Pizzi, sea tan sólo un intento, una muestra de ese botón. En la vanguardia, una sólida construcción de un país solidario, igualitario, de inclusión social y soberanía política nacional e internacional que va ser difícil, sino imposible, destruirlo.

La Quinta Pata